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Daphne.

Mis días eran geniales, tenía todo a mi favor y me sentía muy contenta con mi situación actual, nada que me quitara el sueño como pensar en alguien por ejemplo.

Había conseguido muchas cosas y era de las mejores en el bufete de Murillo, muchísimos abogados acudían a mí para que los apoyara y por supuesto que lo hacía con gusto. Por fin estaba viviendo mi sueño, me convertí en lo que un día soñé.

Un día después de ir a tomar algo con Miranda y regresar cargando unas carpetas entré a mi despacho dispuesta a seguir trabajando.

-Toc-Toc- bromeó Erick.

-Hola Erick, ¿qué pasó? - le dediqué una sonrisa.

-Hay alguien que quiere hablar contigo.

- ¿Quién es?- frunzo el ceño, no recordaba esperar a alguien.

-Un chico, no quiso decir más, dice que le urge hablar.

-Bien, dile que pase asistente- reímos con ganas.

-A la orden jefa- rió.

Yo me quedé sentada leyendo mis papeles con la vista enfrascada allí.

-Hola- escuché que alguien me hablaba de frente.

-Hola- respondí sin levantar la mirada pues estaba firmando unos documentos.

- ¿No me mirarás siquiera? - alcé la cabeza y me encontré con la mirada azul de Harold Prescott, se veía más delgado de lo que lo recordaba y sus ojos tenían unas ojeras por debajo.

-Ha... Harold... ¿qué se te ofrece? - tartamudeé al principio pues me sorprendió muchísimo su visita, por lo que recordaba él me pidió que me alejara de su vida y ahora estaba aquí frente a mí, en vivo y a todo color.

- ¿Cómo has estado Daphne? - sus pupilas no brillaban como de costumbre y parecía que había estado llorando.

-Bien, aunque yo debería preguntarte eso, ¿qué tal tu recuperación? - le ofrezco asiento.

-Mucho mejor, gracias...

-Me alegro, eh... ¿a qué viniste?

-A disculparme.

- ¿Perdón? - parpadeé algunas veces, realmente estaba sorprendida.

-Sí Daphne, perdóname, fui un estúpido por decirte todo aquello en el hospital. Yo... no sé en qué estaba pensando...

-Harold yo no tengo nada que perdonarte.

-Sí tienes mucho qué, te lastimé lo sé. Nadie me lo dijo, lo pude ver en tu mirada triste esa última vez que te vi- sentí un retortijón en el estómago, decía la verdad. -No entiendo cómo fue que me comporté como un patán, tú hiciste todo por verme bien y yo te pagué tan mal.

-Me heriste mucho.- siento cómo mi voz se quiebra.

-Lo sé, y la culpa no me deja vivir. Te lastimé y todo por no superar... creo que Fernando tiene razón y yo padezco de un desorden mental por ella... siempre suelo lastimar a lo que amo y odio eso de mí. - bajó triste la mirada. Ya había pasado un tiempo y llegué a comprender que todo lo que dijo, lo hizo sin pensar y no le guardé rencor alguno y tampoco volví a buscarlo. Estaba arrepentido de verdad y me lastimaba verlo mal, era un buen chico después de todo y necesitaba ayuda, no sabía qué es lo que le atormentaba desde su pasado, pero yo quería ayudarlo de verdad.
Fernando me había contado de su problema pero no a detalles, y verlo ahí frente a mí significaba que necesitaba de ayuda urgente y si yo era quien podía dársela pues lo iba a hacer por supuesto.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora