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Por la mañana regresé al hospital antes de irme a trabajar.
Ahí estaba Fernando acurrucado en la pared descansando.

-Fernando- lo moví un poco para que él despertara.

-Buenas... me quedé dormido... ¿a dónde vas?— abre un poco los ojos.

-Al bufete, voy a trabajar.

-Pero...— se incorpora para empezar a cuestionar mi decisión.

-Tranquilo, todo está bien. Aquí lo cuidarán bien, es médico de esta institución y me quedo tranquila pues sé que estará aquí.

-Vaya, te veo más tranquila y liberada que ayer... hasta más linda. —me sonríe.

-Gracias, bueno debo irme.

- ¿Regresarás? — me sostiene la mirada por unos segundos.

-En la tarde o antes.

-Perfecto, hasta entonces- sonrió.

-Hasta entonces. — lo despido con la mano y me apresuro a salir.

Fui hasta mi coche y me puse en marcha al bufete.

Sentí una gran calma al entrar y hablar con Murillo, quien al igual que Fernando se sorprendió por mi radical cambio. Me dio la facilidad de trabajar medio turno y así poder pasar tiempo con Harold.
Se lo agradecí profundamente y me dirigí a trabajar.

Salí a una hora considerable y fui a visitar a Marie Prescott. Sabía que Vanessa no era precisamente una gran cuidadora y pensé que necesitaría hablar con alguien sobre lo que estaba viviendo en esos momentos tan horribles.

-Hola Marie- la saludé estando ya en su habitación.

- ¡Daphne! Que gusto me da verte. Siéntate por favor- obedezco y le regalo una sonrisa. - ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo?

-estoy mejor que antes, me di cuenta que necesitaba ser fuerte si quiero recibir a Harold con salud mental suficiente.

-en eso tienes razón. Me gustaría poder estar allá con ustedes.

-No te preocupes, nosotros estamos cuidando muy bien de él. Sus amigos y yo estamos haciendo todo lo posible. Mejor cuéntame cómo les ha ido a ustedes. Allá en el hospital no pudimos hablar bien.

-terrible. Vanessa intentó obtener una fianza para Alessander pero fue negada porque fue homicidio en grado de tentativa y los demás delitos que cometió. Me siento avergonzada de haber criado a un monstruo sin darme cuenta.

-No es tu culpa- tomo su mano. -cada quien es responsable de las decisiones que toma y él está pagando por las que tomó. Escuché que odia a Harold porque lo querían más... ¿A qué se refería? Claro si se puede saber.

-claro que lo puedes saber, ya eres como de la familia y has pasado por cosas desagradables gracias a nosotros. Lo que ocurrió fue que Alessander era muy rebelde de por sí. Intentamos por todos los medios que dejara los vicios porque sólo tenía 13 años. Su padre decidió internarlo para que aprendiera la lección y nos quedamos con Harold y Vanessa. Íbamos a verlo tres veces por semana ya que siempre estábamos ocupados con nuestras actividades y todo eso. Pero lo que más odió fue que cuando mi esposo hizo su testamento muchos meses atrás, le dejara la gran mayoría de sus bienes a Harold y a él apenas una pequeña parte. Dime ¿tú le heredarías todo a una persona que es desobligada e irresponsable? - negué. -pues mi esposo y yo pensábamos igual. Vanessa era un poco menos que Alessander y también recibió lo que le tocaba. Pero él sabía perfectamente el por qué de la decisión tomada.

- ¿y por qué prefería no hablar de Harold cuando recién llegué a esta casa?

-porque Harold estuvo ahí cuando me accidenté y quedé en estas condiciones. Fue un accidente de auto y por diversos factores él resultó ileso pero no hizo nada. Ya estaba estudiando la carrera pero ahora entiendo que fue tanta su impresión y el shock que no le permitieron hacer nada. Era un niño y yo lo odiaba por algo en lo que no había tenido nada que ver. Pero él insistió y quiso restablecer la relación conmigo. Antes de que llegaras empezó a venir pero no quería verlo, y cuando tú apareciste pensé en que hay personas que pierden a sus hijos por otros motivos y yo estaba perdiendo al mío por una estupidez, así que cedí a hablarle hasta que arreglamos la relación.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora