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Después de largas horas viajando, llegamos a la ciudad de Londres. Un lugar muy bonito por cierto.

Ahí me enteré que Luciana era originaria de ese país, pero ¿qué diablos había ido a hacer a Buenos Aires? No lo sabía y hubiera preferido que esas personas no existieran.

Llegamos a lo que sería nuestra nueva casa, una muy bonita y lujosa. Luciana era hija de una familia de millonarios pero eso no me sorprendió en lo mínimo. Disfrutaríamos de lujos y demás, pero yo quería regresar a la casa humilde y mi vida anterior en Buenos Aires.

Papá me inscribió en un curso de inglés para que después continuara con mis estudios.

El tiempo pasó y salí de la escuela a los 16 años, posteriormente continué, y Jafet seguía abusando de mi cada vez con más frecuencia.

Fueron 4 años de sufrimiento, cuando cumplí los 19 y salí de la escuela, me decidí a hacerlo pagar, recordé mi promesa de venganza y por supuesto que iba a cumplirla.
Me tomaron unos meses planear mi estrategia para acabar de una vez por todas con mi dolor interno.

Esa noche, como todas las anteriores, Jafet entró a mi habitación.
Dejé que empezara a quitarme la pijama, pero cuando enterró su cabeza en mi cuello fue cuando alcancé la navaja y lo herí en la parte de su pecho. Le enterré la navaja con tanta fuerza que quedó ahí.

Él se me vino encima con un mar de samgre, me manchó pero no me importó.
Quité su cuerpo asqueroso de mi y lo halé a la puerta trasera donde estaba el patio, ahí había juntado una montaña de hojas y con esas cubrí su cuerpo.
Regresé a mi habitación para cambiarme y huir del lugar de los hechos.

Salí dejando atrás a papá, quien con tanto amor y sacrificio me había cuidado, lo siento papá pero ya estaba harta.

Corrí por las oscuras calles y me dirigí a la estación de trenes, el cual me llevaría a algún destino lejos de Londres.

Viajé varios días, y en una estación en quién sabe dónde conocí a Felicity, una viejecilla dulce que trabajaba vendiendo algunos artículos en las estaciones.
Yo estaba necesitada de dinero y trabajando con Felicity me alcanzaba para comer y juntar para mi siguiente boleto de tren.

Al transcurrir los días, ella y yo, íbamos a dormir a un parque, en una banca frente a una enorme casa.
Me dio curiosidad el porqué cuando estábamos por dormir Felicity se quedaba contemplando esa casa y llorando.

Hasta que me atreví a hacerle esa pregunta.
—Felicity... ¿porqué observas tanto esa casa?

—Ah Daphne...—. Tomó aire y sus ojos se nublaron mientras me abrazaba. —Esa casa me trae recuerdos buenos y malos.

—¿Quieres contarme?

—Sí... hace unos treinta años mas o menos, yo me casé con el hijo de los dueños de esta casa, era de buena familia y yo también lo era, pero yo empecé con el vicio del alcohol y por mi culpa mi hija nació enferma. Ella nació con un problema respiratorio y cardíaco, tenía que estar conectada a oxígeno para que pudiera vivir, pero una noche, yo empecé a beber debido a la angustia de no poder hacer nada, los médicos no nos daban muchas esperanzas y yo pensé en desahogarme en botellas.
Lo único que puedo decirte es que mientras ella se moría de un infarto, yo me caía de borracha. Mi esposo me odió eternamente, puesto que yo había prometido que no volvería a beber y no lo cumplí. Así fue que me corrió de la casa después de divorciarse de mí. Tanto fue su coraje que no me dejó estar en el funeral de mi hija...—. ella empezó a sollozar y me contagió con su sentimentalismo. No dije nada, solo la abracé mientras ella repetía la última frase sollozando. Lo mejor era solo abrazarla y nada más que eso.
Felicity había sufrido demasiado y yo era la menos indicada para ayudarle, solo le susurraba un "te quiero Felicity ", a su oído.

Después quedamos dormidas para que a la mañana siguiente pudiéramos trabajar nuevamente.

Los días transcurrían con normalidad, hasta que una noche Felicity no llegó a la banca del parque. Empecé a preocuparme y salí a buscarla.

Me estaba desesperando no encontrarla, hasta que al fin la encontré pero... muerta.

Al parecer unos chicos la habían asesinado ya que ellos estaban ahí rodeando su cuerpo. Me dio tanto miedo que salí corriendo para no ser asesinada también ahí.

Por fin junté para mi boleto de tren y tendría que continuar mi viaje sin Felicity, iba a echar de menos a esa viejecilla que me ayudó cuando más lo necesité.

Abordé el tren que tenía como destino Italia, quería conocer ese país y tratar de arreglar mi vida.
El viaje fue largo y muy cansado.

Estando en la estación de España, unos pasajeros nos bajamos a comprar algo de comida o cosas así. Entonces unos tipos vestidos de negro empezaron a disparar contra todos nosotros. Hubieron varios heridos donde me incluí.

Desperté en una cama de hospital, tenía un catéter en el dorso de mi mano y solo me rodeaban paredes blancas... ¿qué estaba haciendo yo ahí?
Un doctor delgado y muy lindo se acercó a mi.

—Señorita que bueno que ha despertado—. sonrió y se acercó a mi.

—¿Qué ocurrió?

—El tren donde usted viajaba fue atacado y dispararon a los pasajeros, lamentablemente usted fue una víctima.

—Oh por dios... no recuerdo nada.

—No se preocupe, es normal en estos casos. Ahora, ¿puede decirme su nombre completo?

—Me llamo Daphne Collins Price.

—Un gusto señorita Daphne, yo soy el doctor Harold y estaré a cargo de su recuperación ¿sí?

—Okey, gracias doctor.

—No es nada, ahora por favor no mueva la pierna ya que fue operada ahí y si la mueve puede desangrarse.

—Entendido.

—Bien, vendré más tarde, descanse—. él acarició mi dorso herido y me dedicó una sonrisa para después salir de la habitación.

Rayos, ¿ahora qué iba a hacer?
No tenía dinero suficiente para pagar el hospital, y mucho menos para sostenerme en ese país.

Moría de pena pero tendría que decírselo a Harold.
Él llegó en la noche y me decidí a decírselo.

—Descuide—. puso un dedo en mis labios. —El estado se hará cargo de todo esto, fue un error de ellos y tienen que compensarlos.

—¿Habla en serio?

—Claro, ahora descanse y no se altere. Nos veremos mañana—. depositó un beso en mi frente algo que me sorprendió y luego se retiró.

¿Qué había sido eso?
El guapo doctor de ojos azules me había besado la frente y me trataba diferente a otros doctores a donde yo había acudido...

—Deja de pensar tonterías Daphne, ahora pon de tu parte para salir pronto de este lugar— me sentenciaba mi subconsciente...

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora