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Miranda

Los días transcurrieron rápido y el miedo había desaparecido de nuestras vidas. Aún seguíamos investigando el caso de Harold pero parecía que al agreso de ambos se lo había tragado la tierra.

Pasó un mes y mi amiga parecía ir mejorando.

Todos los días me pasaba a visitarla después del trabajo.

- hola Daphne- le dedico una sonrisa.

- hola Miranda, ¿cómo te fue hoy?

- muy bien, hice dos audiencias y parece que todo saldrá bien con esos clientes.

- me da mucho gusto. Quisiera recordar qué se siente ser abogado.

- lo harás pronto Daphne. Tú eras de las mejores y sé que volverás a serlo si te lo propones.

- ¿y cómo? Ni siquiera recuerdo si tengo familia ni qué libros leía o en qué pasaba el tiempo.

- tu libro favorito es "bajo la misma estrella" y es este- lo saco de mi bolso y se lo doy. - tienes a tu padre y madrastra. Tu mayor anhelo era tener un bufete propio y formar una familia.

- ¿tenía novio o esposo?

- No - miento. - no lo tenías. Eras una mujer centrada en su trabajo.

- me gustaría saber todo de mí con los detalles correspondientes.

- te entiendo pero eso sucederá gradualmente. No puedo apresurarte porque lejos de hacerte un bien haré un mal.

- tienes razón.

En ese momento se abrió la puerta, dejando ver a Harold.

Harold.

Regresé al trabajo al cabo de unas semanas, era muy terco y no iba a aceptar no laborar como solía hacerlo.

Ian era el doctor de cabecera de Daphne, él llevaba todo su tratamiento y avances y él sólo me informaba.

Hasta una noche que tenía guardia, quise pasar a saludarla.

-Señorita Collins- saludé asomándome por la puerta, Miranda estaba con ella, me dedicó una sonrisa y se levantó.

-Te dejaré con el doctor Prescott, yo debo atender unos asuntos- dijo la castaña.

- ¿Volverás? - preguntó como niña asustada.

-Sí, pero tú también debes descansar- besó su frente. -Te quiero Daphne.

-Gracias Miranda- respondió ella y me sorprendí.

-Miranda, ¿puedo hablar un momento contigo?- le pregunté cuando estaba tomando el picaporte.

-Por supuesto Harold- cerró la puerta después de dedicarle una sonrisa a su amiga. - ¿Qué pasa?

- ¿Ya le has hablado de su pasado?

-Un poco, como su nombre, el de su familia, de sus conocidos y trabajo... nada más, Ian me sugirió que hiciera así.

-Ah bueno... está bien, sólo quería saberlo.

-Descuida, háblale como si fuera tu paciente nada más.

-Lo haré, nos vemos luego.

-Claro, buenas noches- cerró su bolso y se encaminó a la salida, entré en la habitación después de oxigenar mis pulmones y tomar valor de quién sabe dónde.

-Buenas noches Collins- sentía que mi voz salía rota.

-Qué tal doctor- sonrió dejando un libro en la orilla de la cama.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora