32. Una orden

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Desesperado, corrí hacía Kisuki, pero la chica akumatizada me bloqueó el paso.

—No, no~—Dijo con voz cantarína.—No te dejaré acercarte, gatito~

Cómo sí las mariposas la hubieran escuchado se reunieron, y quién sabe cómo, lograron lanzarme a varios edificios de distancia de un solo golpe.

Maldición, tengo que salvarla.

Corrí de nuevo hacía ella, pero de nuevo, esa chica akumatizada me bloqueaba el camino.

Los gritos de Kisuki se hacían cada vez más frecuentes, podía ver como enterraba las garras en sus brazos.

No puede desahogarse, intenta sacar su dolor haciéndose daño.

Antes de que intentara atacar a la chica, un yoyo se enredó en su muñeca y la lanzó volando, pero los akumas amortiguaron su golpe alejándose de Kisuki.

 — ¿Rena esta bien?— Preguntó Ladybug sin apartar la vista de los akumas.

— Eso creo.— Murmuro mirándola preocupado.

Su rostro no reflejaba otra cosa mas que dolor, sus garras aun seguían enterradas en sus brazos y tenía los ojos firmemente cerrados.

— No intenten llamarla, ella no abrirá los ojos hasta que yo lo diga. 

— No estés tan segura de eso.— La enfrento Ladybug.— Ella no es alguien que siga las ordenes de cualquiera.

Ordenes... ¡Eso es!

  — Kisuki, abre los ojos, por favor.— Le hablé, posando una de mis manos en sus mejillas.

Nada. 

  — Se los dije.—Gruñí hacía ella, volví a hablarle a Kisuki, nada, no respondía.

 Vamos Adrien, tienes que pensar en algo, tienes que ayudarla, tienes que salvarla.

  — No tienes que hacer esto.—Ladybug intentó convencerla.— Cualquiera que sea la razón por la que Hawk Moth te akumatizó...

— La odio— Dijo de repente mientras señalaba a Kisuki, endureciendo su semblante.— Por culpa de ella, él me ignora. Pasa la mayor parte del día investigando acerca de ella para poder declararle su amor... Se olvida de que yo existo, que yo soy real... ¡Que no soy un monstruo como ella! 

  — ¡Cuidado!— Cargué a Kisuki en brazos y esquivé con dificultad el ataque que ella había lanzado hacía nosotros.

Los hilos que salían de sus dedos rompieron parte de la estructura de la torre. 

Rodé por el suelo, protegiéndola con mi cuerpo.

  — ¡Maldición, abre los ojos, Kisuki!— Grité sin pensar. 

Su cuerpo se tensó y abrió los ojos de repente, sin otra expresión en su rostro más que de shock.

Un momento... ¡Abrió los ojos!

—Las palabras de poder...—Susurró casi en trance al verme.

—¡No tienes permiso de abrir los ojos! ¡Maldito monstruo!—La mirada de Kisuki viajó a la chica akumatizada.—¡Tienes que sufrir! ¡Sufre reviviendo tus recuerdos una y otra vez!

Los hilos atraparon a Kisuki, y antes de que pudiera evitarlo la lanzaron contra los cimientos de la torre.

Pero ella no se defendió, solo bajó la mirada y cubrió sus orejas, desenterrando sus garras en sus brazos, haciéndolos sangrar a un más.

¿Qué pasa?

—Sigues viéndolos, ¿No es así? Ju, ju, ju, el hechizo se está instalando de nuevo en tu mente.

—¡Kisuki, no la escuches!—Grité, mandando a volar a la chica de piel morada cuando se distrajo.

La sujete de los hombros.

Ella estaba asustada, parecía indefensa, nunca la había visto así.

—Escúchame, quédate aquí y espera a que derrotemos el Akuma.

—P-pe...

—Te estoy dando una orden.—Sus orejas dieron un tirón al escuchar esas palabras.— Quédate aquí hasta que te diga.

—D-de acuerdo...

Sus brazos ensangrentados, su rostro sonrojado, su cuerpo tembloroso, su cola enrrollada en su cintura y sus orejas inclinadas hasta casi tocar su cabeza.

—Curaré tus heridas en cuanto acabe con ella.—Con mi mano, levanté un poco su cabello y besé su frente, justo como esa vez en que la convirtieron en una niña.—Mientras tanto, descansa aquí.

Bien, hay que acabar con esto rápido.

**

  — Bien hecho.— Le digo a Ladybug.

Ella se mantuvo callada durante la pelea.

— Así que es Kisuki.— Rayos, me escuchó.— No me lo hubiera imaginado. 

  — Tenemos que irnos, tengo que curar sus heridas.

Camino hacía ella, aun seguía en el suelo, con sus garras en sus brazos, seguía temblando cuan gelatina.

— ¿Qué... haces?— Murmuró por lo bajo al momento en que la levanté en mis brazos.

— Voy a curar tus heridas.— Sonrío.— Tal vez puedas curarte sola, pero deben de doler, ¿No es así?— Desvió la mirada.— Tomaré eso como un si.

  — Adri... ¡Chatnoir!— Antes de que llegará a saltar de la torre, la voz de Marinette hizo que me detuviera.— No... No es nada... Espero que... Kisuki se mejore.

Asentí y me alejé de ahí con Kisuki en brazos.

Un gato y un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora