Narra Adrien.
"Mientras la llama dentro de esta esfera no se extinga... Ten por seguro que yo estoy bien. Mi poder esta reflejado en el dije."
Fue lo que ella dijo la noche antes de irse, cuando me dio ese extraño collar que creó con sus poderes.
Había pasado una semana desde que ella se fue y la extraño, la extraño mucho.
Por seguridad, tenía guardado el collar bajo llave. Todos los días lo veía, la flama dentro del dije brillaba con calma.
Pero solo las primeras semanas...
La primera vez que vi como la llama bajaba su intensidad hasta casi desaparecer... Bueno, si Plagg no hubiera destruido el akuma (Junto con mi mesa de futbolito) me hubieran akumatizado, de nuevo.
— Calmate un poco, Adrien. Ella es fuerte, no se dejará vencer tan fácil.
Eso dijo Plagg aquella vez. Estuve horas sin apartar la vista de esa llama, hasta que regreso a su estado normal.
**
Oh no, se esta extinguiendo, falta muy poco para que se extinga, ¿Acaso ella...?
— No, me niego.— Tome el collar con mis manos y lo acerqué a mis labios.— Sea por lo que estés pasando, por favor no te rindas, ¿Recuerdas? No es un adiós, sino un hasta pronto.
Seguí murmurando palabras de aliento, sin saber si de verdad esas palabras llegarían a sus oídos o no.
La llama poco a poco se hacía mas grande, al igual que el alivio en mi corazón.
**
Dos años, dos años han pasado desde que ella se fue.
Dos años luchando como Chat noir, sin ninguna pista de quien o cuando derrotaríamos a Hawk Moth.
Como era costumbre me levantaba directo al mueble donde tenía el collar de Kisuki. En las ultimas semanas la llama no había tenido alteraciones, se encontraba calmada. Lo que me calmaba a mi.
El dije estaba vacío, la llama ya no estaba.
No, no... ¡¡No!!
— Adrien, ¿Estas bien?— Preguntó Plagg preocupado antes de darse cuenta del estado del collar. — Eso... La flama...
— No Plagg, ella esta bien. Lo sé.— Me negaba a creerlo.
No, ella estaba bien. Ella TENÍA que estar bien.
— Chico...
Antes de que Plagg llegara a decir algo la puerta se abrió. Era Nathalie recordándome que tenía clases de esgrima.
Nadie pudo derrotarme esa tarde, vencí a todo aquel que me enfrentaba en un afán de desahogar las emociones dentro de mí. Lo que provocó un akuma.
Marinette y yo no tardamos mucho en vencerlo. Ella supo que había pasado algo, pero antes de que pudiera preguntar me alejé.
**
Pasaron un par de días. Llevaba el collar conmigo a todas horas, con la esperanza de que aquella llama reviviera.
Pero nada ocurría.
Olvidé las veces en las que Plagg tuvo que destruir a los akumas que entraban por la ventana.
— Adrien, me estas haciendo el trabajo mas difícil.— Dijo en broma, intentando levantarme el animo.
Le agradecí en un susurro su intento y me dediqué a dormir el resto del día.
A la mañana siguiente ni siquiera la alarma me despertó.
Mi chofer se ganó una multa por conducir a exceso de velocidad con tal que no llegara tarde a la preparatoria.
Entré justo cuando tocaban la campan. La profesora aún no llegaba así que tuve suerte.
Pasaron alrededor de 10 minutos, estaba pensando en salir de este lugar y buscar hacer algo para despejar mi mente cuando la profesora llegó.
Adiós a mi intento de escape.
Ya había escapado antes con la excusa de ir al baño, pero los profesores le avisaban a mi padre y me metía en problemas. Dejé escapar mi oportunidad por pensar tanto.
Tan concentrado en mis pensamientos estaba que no escuché ninguna palabra de lo que la profesor dijo.
—Konnichiua.— Alcé la mirada al escucha su voz.— Mi nombre es Kisuki Ikero y seré su compañera.
Al fondo del salón, Rose soltó un grito de sorpresa al verla.
Por fin, ella había regresado.
—¿Conoces a algunos alumnos?— Preguntó la maestra al ver como Kisuki saludaba con la mano a Rose.
— Hai, estudié unos meses antes de regresar a Japón por unos asuntos. Pero por fin regresé...— Dejó de hablar al verme.
Era ella, se veía igual que la ultima vez que la ví. No había cambiado nada.
—Adrien...
Rapidamente me levanté de mi asiento y corrí a abrazarla.
Y frente a toda la clase, la besé.
*Favor de leer el siguiente cap.*
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Un gato y un demonio.
FanfictionViaje a París, buscando libertad. Libertad que se esfumó cuando a ese rubio se le ocurrió hacer tal locura. -¡Maldición, es por eso que vine a París! ¡En Japón corría riesgo mi libertad!-Ahora tú me la quitaste.-Arg... ¡Adrien baka!