Viaje a París, buscando libertad.
Libertad que se esfumó cuando a ese rubio se le ocurrió hacer tal locura.
-¡Maldición, es por eso que vine a París! ¡En Japón corría riesgo mi libertad!-Ahora tú me la quitaste.-Arg... ¡Adrien baka!
—Descansa.—Habló el oji morado mirando a la nada.—Yo me encargaré de todo.
—¡¿Qué le hiciste?!—Preguntó el akumatizado, enojado al ver como ese sujeto dejó inconsciente a la peliblanca.
El kitsune mayor sonrió entre dientes, apretando sus manos en puños.
—Nada comparado con lo que te espera, maldito humano.
Oh, tenía muchas ideas en mente. Ese humano con el fetiche de vestirse como gatúbela pagará por lo que le ha hecho a su hermana menor.
Antes de que llegara a parpadear, corrió hacia él con una velocidad inhumana y lo golpeó en la mandíbula.
Se estrelló contra la pared, rompiéndola y quedándose incrustado en esta.
—¡Espera!—Gritó la chica de traje moteado al ver como el peliblanco encendía sus manos en llamas, literalmente.
¿Otra chica disfrazada? ¿Qué rayos pasa en París? Debió de haber llevado a su hermana a otro país con menos tipos locos con fetiches extraños.
—¿Qué es lo que quieres? ¿No vez que voy a asesinarlo?—Dice entre dientes señalando al rubio.
—Él está siendo controlado. Él no es así.—Intenta persuadirlo.
Con solo mirarlo, y mirar la expresión furiosa en su rostro, sabía que no tendría contemplación por su compañero akumatizado.
—¿Controlado?—Preguntó ya, un poco más calmado. Bloqueando con una mano el ataque "sorpresivo" del chico. La chica del traje moteado asintió nerviosa al ver como volvía a lanzar a su compañero contra los escombros de lo que hace unos minutos fue una pared.—Así que la culpa de que Kisuki haya usado todo ese poder es de alguien más... No importa, aún así voy a golpearlo hasta que me cansé.
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La mirada del peliblanco hizo temblar a la ojiazul, y temió por la integridad física de su compañero.
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—¡Lucky Charm!— El kitsune dejó de golpear al rubio y volteó a ver a la dueña de esa voz.
¿Un helado? ¿Para que se supone que debería usarlo? Dudaba que un helado detuviera al furioso peliblanco.
Sin embargo, cuando lo vio, se dio cuenta que veía al helado con una pizca de temor, que incluso había dejado de golpear a Chat.
"¡Tomoe!"
— ¿Como pude olvidarlo?— Dijo para sí el kitsune mayor, con una cara de espanto.
En esos segundos en los que el ojimorado estaba distraído, Ladybug lanzó su yoyo y destruyó el cascabel de su golpeado compañero.
— ¿Qué mier...?
Asombrado, el peliblanco observó como todas las golpes que le había dado a ese humano desaparecían por arte de millones de mariquitas que invocaba la chica de traje morado... También se dio cuenta de que el traje y los ojos del chico cambiaban de color.
"¡Tomoe!"
— ¿Qué...?— Murmuro el ojiverde viendo a todos lados.
No recordaba nada. Excepto que, después de la cruel verdad que Kisuki le había dicho, él se dedicó a vagar por los techos de Paris.
Entonces, ¿Como había llegado hasta aquí? ¿Quien era el tipo alto que estaba frente a él? Su color de cabello y ojos le recordaba mucho a ella...
— ¡Kisuki!— Gritó preocupado al verla inconsciente a unos metros de él y corrió hacía ella.— ¿Kisuki? ¿Qué fue lo que pasó?
— ¿Es qué no recuerdas nada?— Preguntó el peliblanco sin expresión alguna.
— Chat, Hawk Moth te akumatizó y le ordenaste a Kisuki que usara todas sus fuerzas con tal de conseguir mi miraculous.— Dijo la ojiazul tocando uno de sus aretes.— Ella quedó exhausta con un ataque y...
— Quisiera matarte en este instante.—Interrumpió Tomoe a la peliazul.
El ojiverde trago saliva,
— Y-ya te había dicho que él estaba siendo controlado.— Ladybug intercedió por su compañero.— Él no te haría daño a Kisuki.
El kitsune se quedó observándolos unos segundos.
Ambos eran humanos, con extrañas costumbres de vestimenta, pero aun asi, parecían sinceros.
Suspiró y de la manga de su kimono sacó un pequeño frasco de cristal. Dentro, había pequeñas perlas naranja pálido.
—Utilizar todo ese poder la debilita demasiado.—Pone una perla sobre una hoja y se la entrega a la chica del traje moteado.— Tardará días en despertar a menos que le den esto.
La ojiazul asintió.
— Me aseguraré de dárselo.
"¡Tomoe, ¿De verdad estas ahí adentro?!"
— Mierda.— Susurró el ojimorado llevando una de sus manos a la cabeza.— Tengo que irme o sino ella me va a matar...
Tras decir eso, el Kitsune se fue en ¿Una carroza en llamas?
Y se alejó.
Al ver a su compañero, vio que abrazaba el cuerpo de su compañera mientras temblaba.
—Lo siento mucho, de verdad que lo siento.— Murmuraba sin parar.