2. Chloe Borgeois

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Escribía los problemas del pizarrón mientras con mi mano libre cubría mi nariz de ese intoxicante olor.

Llevaba una hora y la señorita ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia... Pff.

—¿Y quién eres tú?—Preguntó con voz chillona cuando por fin se dió cuenta de mi presencia.

Mis oídos, kami, que tortura.

—Soy Kisuki, la chica nueva.

—¿Eres teñida?—Sonreí con un tic en mi ceja.

—No, este es mi cabello natural.—Prácticamente le gruñí al responderle.

No entiendo por que tener el cabello blanco sea anormal... El resto de la clase hasta la hora libre sólo la ignoré, a pesar de sus chillones protestas de porqué ignoraba a la hija del alcalde.

Me da igual si incluso es la hija de la misma reina Isabel.

Después de unos minutos en los que siguió hablando y yo sólo la ignoraba... Por fin se calló...

—Tienes agallas niña.—Habló una vez que la maestra abandonó la clase.—Nadie nunca tuvo la valentía de hacer eso.

—Chloe, por favor deja a Kisuki en paz.—Pidió Rose con la mirada baja.

Rose...

—No pasa nada, salvó que mi olfato casi muere por su exceso de perfume, todo está bien.

Esta vez un chico, igualmente rubio pero con ojos verde aceitunados se acercó a nuestra mesa.

—¡Adrienku!—Y con eso, no solo mi nariz fue la que murió, sino también mis oídos.

—Kisuki, ¿No? Mi nombre es Adrien Agreste.—Se presentó el chico mostrándome una sonrisa digna de un comercial de pasta dental.

Segundos después tenía la mirada de una muy enojada y roja Chloe sobre mi.

—Hola.—Digo indiferente.

Este chico tenía apariencia de un mujeriego... Aunque sus ojos alegres y su sonrisa daba la impresión de ser un chico tierno.

Pero no más tierno que Rose.

Hablando de la reina de Roma... Rose aprovecho que ese tal Adrien trataba de quitarse de encima a una muy empalagoza rubia hija de papi para sacarme del salón, al salir tal parece que nos esperaba otra chica... A excepción de Rose y los otros dos rubios ella tenía el cabello negro con mechones morados y tenía ojos color ¿Café? ¿Rojo? No estaba muy segura, pero era un tono entre ambos colores.

—Kisuki, quiero presentarte a mi amiga. Su nombre es Juleka.—La pequeña ojiazul señaló con entusiasmo a la chica frente a nosotros y ella sonrió.

—Hola.

—Hola.

—Poe cierto, Rose... Había una chica mas en el salón, tenia dos coletas y se sentaba detrás de ese tal Adrien, ¿Quién era?

—Oh, ella es Marinette, también es amiga mía.—Kami, moriré de ternura si sigo viendo esos ojos azules.

—Podemos presentártelas después de mostrarte la escuela.—Sugirió Juleka con una sonrisa.

¡Genial!

—Hai, arigato gosaimasu.—Upps, volví a hacerlo. Al ver las caras confusas de mis nuevas amigas decidí volver a hablar, pero esta vez, en un idioma que ellas entiendan.—Quise decir que si, muchas gracias.

—Me gusta como hablas.—Dijeron ambas al mismo tiempo, y rieron al darse cuenta que lo habían dicho juntas.

—A mi me gustan los ojos de ambas, son muy lindos.

—Los tuyos también.

—¡Si! No es muy común tener los ojos de color morado.—Rayos, nunca pensé que el color de mis ojos fuera a ser un problema.—¡Me gusta!

Y con esas palabras, pude suspirar aliviada... Al parecer, nadie lo sabrá.

Un gato y un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora