9. Casualidad

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  — Un proyecto bastante... Original.— La señorita Mendeleiv acomodo sus lente.— Supongo que el brillo rosa fue idea de la señorita Rose. 

— Te lo dije.— Dijo Juleka mirándome con una media sonrisa.

—Vuelvan a sus lugares.— Ordeno levantando un poco la voz.

Todas regresamos a nuestros asientos sin respingar.

Cerré los ojos y suspiré, aliviada por qué por fin había entregado el dichoso proyecto. Pero, como todos los días... Mi momento de paz y silencio duró muy poco.

 — No entiendo como es que la señorita Mendeleiv las aprobo, esa cosa no llega ni a llamarse maqueta. 

Bueno... Supongo que ya saben quien lo dijo.

  — Pues, la señorita Mendeleiv tomo su pluma y apunto una B- en una hoja donde estaba nuestros nombres.— Sonreí con burla.— Así fue como nos aprobó.

 — Eres detestable.— Dijo Chloe prácticamente gruñendo.

  — Admítelo, te agrado, aunque no tanto como que el chico pelirrojo con el que se sienta tu antigua compañera.— Sonreí satisfecha cuando me miro con los ojos abiertos y con la cara completamente roja.

¿Chloe? ¿Sonrojada? Eso no se ve todos los días damas y caballeros.

  — ¿C-como...? ¿C-cuando...?— Se levantó de su asiento de repente, haciendo que todas las miradas del salón se posaran en ella, después tomó mi mano y me arrastró hacia los baños, ignorando las quejas de la señorita Mendeleiv.

  — La señorita Mendeleiv no estará muy contenta contigo después de esto.— Comento sin mucho interes.

Ella sólo me ignoró, reviso que el baño de mujeres estuviese vacíos (A las chicas que encontró las corrió con sus gritos) y cerró con llave la puerta. 

  — Me gusta Adrien.— Se cruzo de brazos, intentando parecer seria.

Podía oír el latido frenético de su corazón y su irregular respiración.

Estaba todo, menos sería.

  — Mientras gritas y te le acercas no lo miras a él, miras a Nathardiel.— Afirmo.

— Es Nathaniel.— Me corrige de inmediato.

Ella se sonroja en cuanto una sonrisa se forma en mis labios. 

— Eso creí.— Me dí media​ vuelta y abrí la puerta. Antes de irme voltee a mirarla.— Oh, descuida, tu secreto esta a salvo conmigo.

Guiño un ojo y regreso al aula. 

**

—Hola Rose, Juleka... Kisuki.

—Hola Adrien.—Saluda Rose alegremente.

—Hola.—Dije Juleka.

—Hola.—Respondo sin apartar la vista de mi helado.

Las clases habían terminado, Rose, Juleka y yo decidimos ir al parque y comprar helado. Por casualidades del destino, Adrien apareció con un hombre-gorila a su lado y al vernos​ vino a saludarnos.

Si... "Casualidad"

—Rose, ¿Tú tienes mascota?—Preguntó Adrien de repente.

—¿A qué viene esa pregunta?—Habló primero que Rose.

—Oh... Eh... Bueno... Mi padre habló con el director Damocles, notificarán a todos los alumnos para que mañana lleven a su mascota.

 —¿Como para qué? 

 —¿Es algo así como un concurso de mascotas?— Preguntó Rose entusiasmada.

Tanto que tuve que darte un poco de helado a fuerzas para que se calmara. 

  — Si.— Me mira de reojo.— Y las personas que no tengan mascota pueden traer a la mascota de un familiar.

"Familiar" Esa palabra hace que se me pongan los pelos de punta.

— ¡Que divertido! ¡Ya quiero que sea mañana?

**

— ¡No quiero que sea mañana!— Lloriqueo Rose con su rostro escondido entre sus piernas.

Suspiré.

Al final, me enteré que Rose no tenía mascotas y pretendía pedir al Golden Retriver de su tía. Desafortunadamente su tía se fue de vacaciones a América y se llevo a su perro consigo. 

  — Tranquila Rose.— Dijo Juleka acariciando su espalda, reconfortándola.— Ve el lado positivo, podrás ver a las mascotas de los demás. 

  — Pero yo quería que todos vieran a Tash.— Ese era el nombre de la mascota de la tía de Rose.

— Rose, no quiero ser dura contigo, pero no vas a conseguir un animal como por arte de magia a estas horas.— Eran alrededor de las 10 de la noche, habíamos hecho una pijamada en mi departamento. 

Rose dejó de lloriquear y levanto la cabeza, su mirada se clavó en mi y noo pude evitar comenzar a sudar frió.

  — ¡Kisuki!— Gritó de repente con una sonrisa, abalanzándose sobre mí.

Un gato y un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora