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—¿A dónde se fue todo el amor con el que me recibiste?—Preguntó con una sonrisa burlona.

—A la mierda.

Estuvimos unos segundos, enfrentándonos. Él con su mirada de cazador despiadado y yo dedicándole una de mis miradas más mortíferas.

Solo nos falta a comenzar a gruñírnos.

—¡Kisuki!-Instintivamente giré mi rostro al escuchar su voz.

—¡Kisuki!-Instintivamente giré mi rostro al escuchar su voz

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Era Nanami.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó con el ceño fruncido.

Se supone que debería estar en el tembló, en Japón. Cumpliendo su deber como diosa temporal.

—Venimos a visitarte.—Responde sin dejar de sonreírme.—Tomoe ha estado preocupado por tí y aprovechamos que pocas personas van al templo estos días para venir a verte.

Sonreí hacia Tomoe mostrando mis colmillos.

El desvío la mirada, pero aún así pude ver como se sonrojaba levemente.

Tks, tsundere...

  — Han pasado un par de meses desde que no te veía.— Murmuro, volteando a mirarme. Sus labios se curvaron en una gran sonrisa mientras sus pupilas se rasgaban, mostrando sus ojos de zorro.— Sigues siendo igual de pecho plano.

Hijo de...

— ¡Tendré poco pecho pero tengo mas que tu mujer! ¡Baka!

El rostro de Nanami enrojeció al escuchar mis palabras.

Incluso Tomoe se sonrojo un poco.   

—¡Kisuki! ¿Por qué saliste corriendo...?—Rose deja de hablar al ver a mi hermano.

Si, él causa ese efecto.

—Rose, Juleka, él es mi hermano mayor; Tomoe.—Les presento a mi hermano.— Y ella. —Señalo a Nanami.— Es Nanami, una amiga y diosa temporal de la tierra. También es humana.

—¿Ellas lo saben?—Preguntó Tomoe acechandolas con la mirada.—¿Se lo contaste?

Comienzo a reír de forma nerviosa.

—Bueno...

—Kisuki es nuestra mejor amiga, ella nos contó todo...

—Después de que la descubrimos lanzando bolas de fuego a un villano que quería atacarnos.—Juleka terminó la frase que Rose había dejado incompleta.

Un escalofrío recorrió mi columna al sentir la mirada de Tomoe sobre mí.

—¡Kisuki-chan!—Gritó una voz, segundos después fui tacleada y terminé entre los brazos de alguien que me estrujaba con mucha fuerza.

Nadie en este mundo es tan idiota como para llamarme así. Excepto por...

—¡Mizuki-baka! ¡Suéltame en este instante, idiota!

Un gato y un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora