Capitulo 22

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¿Leyenda?

Eran las ocho de la mañana y ya tenía una hora esperando por el dueño y señor, quien me había hecho venir a las siete de la mañana como se suponía habíamos quedado. Me encontraba en la oficina de Demiam esperando que pudiera terminar unos papeleos que tenía pendiente con su madre para que pudiera entrar en nuestra tan supuesta importante "reunión".

Mirándolo bien las cosas en su oficina estaban realmente desordenadas desde la última vez que estuve aquí, tenía una serie de libros abiertos en su escritorio mientras que en el piso tenia imágenes sobre lo que parecían ser los paisajes de Queenstown. Había también una tasa en el escritorio y bolsas de chuchería en el mismo. Quien diría que la persona más "seria" del pueblo también tenía sus vicios.

Estaba sentada en el sofá viendo hacia todos lados en la oficina intentado entender en donde estaba la puerta que daba entrada al santuario. Para mí misma no tiene nada de sentido recordar aquel día pero mi cerebro me jugaba una mala pasada siempre que tenía la oportunidad. Era muy difícil aun recordar el día que vi a mi hermano con esa flecha en su torso dejándolo sin vida, como se había presentado la diosa luna frente a mi dejándome saber que había una tarea muy importante para mí, la cual aun lamentablemente desconocía y como olvidar que le entregue parte de mi alma a la persona más increíble que la vida me ha permitido tener a mi lado como hermano. Eran situaciones que me habían costado asimilar estos últimos meses y más si las recordaba tan repetidamente, incluso hasta en sueños.

Las cosas con Seb habían dado un giro del cielo a la tierra, había perdido los recuerdos del último mes antes de aquel accidente. Es decir no recordaba a Isabella y mucho menos que estaba decidido a darse unos días lejos de la ciudad para tener un descanso del trabajo y pasar tiempo con su mate. Actualmente ya no lo vemos casi en casa, solo lo escuchamos agotado a través de la línea telefónica describiendo sus días tan agitados intentando hacerse aún más millonario de lo que ya es.

Por otra parte mis padres no tenían conocimiento alguno sobre lo que había pasado aquel día con Sebastián. Por supuesto estuvieron enterados del peligro que corría el Alpha y su familia en ese momento. Es el gobernante de nuestro pueblo y para nadie es un secreto que no es muy querido por los otros grupos sobrenaturales que hacían también vida en los alrededores de Queenstown. Si se hacían preguntas sobre donde estábamos ese día a lo que simplemente me limite a mentir diciendo que estuve de fiesta con mis amigas y que después de enterarme de lo que paso fui rápidamente en busca de Sebastián a la mansión real. Mis padres no eran estúpidos pero para mi suerte no hicieron preguntas sobre más nada al respecto.

-Buenos días-escucho a alguien entrar a la oficina, cerrando la puerta con seguro.

Estoy segura de que estuve rato mirando a la pared fijamente procesando todo lo que pasaba por mi cabeza e intentando hacer espacio para lo que supuestamente era tan importante que entendiera hoy día, que olvide que estaba esperando por Demiam.

-Buenos días.

-¿Estas bien?-pregunto frunciendo el ceño.

-Si-le respondí sin importancia-salgamos de esto de una vez.

-Bien-suspiro-Antes ¿Cómo te sientes?

-Bien Demiam, me siento bien-solté odiosa-no estoy enferma por dios.

-Ok-dijo mientras se acercaba para agarrar los libros que reposaban en su escritorio-Estas insoportable últimamente preciosa.

-Lo sé-dije para mí misma, tratando de que el no escuchara aquello que salió de mi boca.

El Trono de Queenstown © ✔ - Editando**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora