Las vueltas de la vida
-Saldré a correr un poco-le dije a mamá, quien estaba sentada en el mueble tomándose una bastante exagerada taza de té.
-Por favor no vuelvas tarde-se preocupó-Puede pasar de todo mientras no estas.
Habían pasado cuatro meses desde el cambio más radical de mi vida. La muerte de mi hermano se había convertido tal vez en la situación más difícil de asimilar para mí. En este tiempo había decidido separarme un poco de lo que era el reino de Queenstown como tal y comenzar una rutina personal de entrenamiento, que básicamente consistía en trotar escuchando música de todo tipo hasta altas horas de la noche al punto de llegar a casa en la madrugada, preocupando a mis padres repetidas veces, quienes esperaban por mi diligentemente.
En el transcurrir de este tipo las cosas no han cambiado mucho para mí, sufro cada noche con el recuerdo de mi hermano cada vez que cierro los ojos. Me desespera saber que aunque intento volver a mi forma animal aun no es posible para mí y de paso la sangre me hierve cada vez que recibo una carta de parte del reino preguntándose mi ausencia. Había pasado de sentir rabia y dolor a mas rabia y dolor, el sentimiento no disminuía para nada, mientras que en el caso de mis padres ellos habían asimilado aquello más tranquilos de lo que yo esperaba, los primeros meses no fueron nada sencillos para ellos pero ahora me enseñan a convivir con la perdida, la cual para mi aun no podía ser vista como una realidad.
De tanto pensar me doy cuenta que me encuentro adentrándome en uno de los bosques más cercanos a casa sin siquiera haberme percatado del camino que por largo rato estuve tomando. Lo único que existía en mi cerebro últimamente era impotencia y rabia por todo lo que había tenido que vivir en tan poco tiempo, es algo de lo que usualmente paso el dia en quejas, no entendía que sentido tenia darme tanta responsabilidad cuando ni siquiera aun podía desarrollar la posibilidad de volver a mi cuerpo animal, era una sensación desesperante y agobiante.
Continuaba adentrándome en el bosque esta vez caminando lentamente solo con aquellos pensamientos rodeando mi cabeza. Sabía perfectamente que debía tomarme un respiro de tanto dolor pero aun no quería caer en cuenta lamentablemente. Necesitaba desahogar mis desgracias y esta para mí era la manera correcta.
-Para mí aun es sencillo encontrarte-siento como alguien dijo caminando a mi lado.
-¿Qué haces aquí?-pregunte, continuando con mi camino.
-Estaba pasando por aquí, últimamente no me he sentido bien.
-Ok-conteste sin importancia, aumentando mi caminar, ignorando completamente su presencia. No tenía nada de ganas de tener que lidiar con Demiam un dia como hoy.
-Podemos hablar-soltó alto, haciendo que dejara de caminar-Tu misma sabes que ambos nos debemos una conversación.
-No te fue suficiente con molestarme enviando cartas solo para saber porque tengo tanto tiempo sin asistir a la mansión. Demiam si quieres méteme una multa o lo que sea por no cumplir con mis labores con el reino pero estoy en una situación que ni tú, ni nadie pueden entender-solté rápidamente-Solo quiero estar sola y en paz.
-He estado detrás de ti todos estos meses-dijo sincero-He estado siguiéndote todo este tiempo-pauso-Me preocupo por ti aunque no lo creas Megan, decirte que entiendo tu situación tal vez sea una locura pero he querido estar cerca de ti para cuidarte aunque ya no quieras verme. Desde aquella vez que dejaste la mansión con solo decirme que querías estar sola, lo que he hecho es pensar en ti diariamente y sentir tu maldito dolor-continuo molesto-Estoy agotado, sabes que han intentado atacar la mansión en tres ocasiones, sabes que he recibido amenazas de muerte diariamente, sabes que tu nombre también está escrito en esos malditos papales.
-A mí no me interesa lo que está pasando con la mansión Demiam. Yo solo quiero intentar continuar con mi vida sin estar involucrada en todo lo que conlleva vivir en esta especie y en mi condición-conteste cortante.
-Megan-dijo riendo irónicamente-Estas metida en esto tanto como yo, hasta el cuello preciosa. Tú tienes un compromiso con el pueblo de Queenstown que vas a tener que asumir. Todos estos meses he querido cuidar de ti desde las sombras Megan, tú y yo estamos hundidos, aunque no lo quieras ver, tarde o temprano vas a tener que enfrentarte tu realidad.
-Diles que vengan por mí, los espero aquí mismo en este lugar, si su problema soy yo entonces que vengan y acaben conmigo. No tengo problema con eso, al final de cuentas así voy a poder volver a ver a mi hermano-solté dolida.
-¿Te estas escuchando?
-Sí, perfectamente Demiam.
-No puedo creer que le estas dando el gusto a esas basuras-soltó irritado, pasándose las manos con frustración por el cabello-Mataste a uno de ellos solo por irrumpir en tu casa y poner en peligro la vida de tus padres. Ahora me estás diciendo que estas dispuesta a que ellos acaben contigo. Es decir, ¿La muerte de tu hermano fue en vano?-pregunto, sin poder creerlo-Tu realmente eres increíble Megan. Personalmente estoy resignado a no tenerte a mi lado en esto.
-Mira las vueltas que da la vida Demiam, ahora soy yo la que no quiere seguir con esto-explique-¡Estoy cansada!-grite frustrada-¡Me duele entiendes!-me desahogue-¡Estoy sufriendo! ¡Estoy tratando de liberar mi estrés en este lugar! ¡Vengo aquí cada noche con la esperanza de sacarme a mi hermano de la cabeza! Y que crees-pause-¡No funciona! ¡Maldita sea!-solloce-¡Me duele Demiam, no verlo me duele! ¡No sentirlo me duele! A demás -reí irónica-¡Siento que mi mierda les cae a todos los que están a mi alrededor! ¡Cuánta fortaleza tengo que fingir tener para cargar este maldito peso! ¡Yo simplemente no puedo Demiam!-solté sollozante, cayendo de rodillas al piso, sacando todo el dolor que tenía acumulado desde aquel maldito sueño.
Después de aquel arrebato, comienzo a sentir como mi cuerpo empieza a temblar repetidas veces al encontrarme de rodillas llorando frenéticamente. Una sensación de calidez se esparcía por mi cuerpo lentamente, sensación que había dejado de sentir desde el momento que no había podido volver a mi cuerpo animal.
De un momento a otro comencé a sentir como mi cuerpo pasaba de estar en una temperatura tibia natural de mi cuerpo humano a una temperatura completamente caliente, pasando también de estar arrodillada a cuatro patas y comenzando a visualizar todo a mí alrededor completamente borroso, hasta lentamente ir aclarando mi vista teniendo a Demiam frente a mí en dos patas en su cuerpo humano.
Extrañada empecé a dar vueltas en círculos para tratar de verme la cola como si fuese un perro. No podía creer que después de tanto tiempo, tanto intentar, tanto entrenar y tanto dolor, por fin me encontraba en cuatro patas, sintiéndome en conexión con mi cuerpo animal. Añoraba esta sensación tan cálida y especial que era unir mi mente humana con la fuerza de mi cuerpo animal. Satisfecha comienzo a aullar fuertemente como si quisiera confirmarme a mí misma que no se trataba de un maldito sueño de mal gusto.
-¿Megan?-pregunto Demiam, mirándome sorprendido.
Luego de escucharlo llamarme, lo miro intensamente como solía hacerlo cuando me encontraba en mi estado animal. Era ridículo pero me encantaba la situación hasta el punto de por fin sentirme completa. Sentía a mi peludo cuerpo, más fuerte y más cálido de lo normal, como si mi contextura animal hubiese cambiado de alguna manera.
-Tienes los ojos rojos Megan.
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El Trono de Queenstown © ✔ - Editando**
Kurt AdamHace algunos años mi familia comenzó a educarme sobre la existencia de creaturas sobrenaturales que también habitaban en el pueblo de Queenstown donde nuestros antepasados por seguridad a nuestra especie comenzaron hacer sus vidas, sobre todo porque...