Yo estaré bien.
Dos días pasaron desde que la diosa luna declaro todo lo que venía para nosotros de ahora en adelante.
Las cosas en la mansión no iban del todo bien, el ambiente estaba tenso, Gregorio pasaban horas planeando que podíamos hacer en caso de recibir cualquier ataque imprevisto y hasta el punto de dejar de dormir por los nervios y lo preocupante de la situación. En cuanto a Isabella las cosas para ella tampoco estaban del todo bien, tenía dos días durmiendo a mi lado, de los cuales solo se permitía descansar por tres horas después de pasar la madrugada llorando por su perdida, aquello me hacía sentir dolido e inútil, no sabía qué hacer para calmar su dolor y hacerle ver que de ahora en adelante luchare con más intensidad que nunca para que todo esté bien, aun estando consiente de que nada de lo que le diga le devolverá a quien pudo ser su acompañante de por vida.
Por mi parte después de ver a mi hermana cerrar los ojos, habitualmente me dirigía al santuario para darle un vistazo a Megan quien desde que la diosa luna se despidió no había vuelto a despertar, situación que me estaba volviendo completamente loco.
En resumen los días en la mansión no iban pasando nada bien, lo cual me hacía sentir debilitado y perdido, era agotador verme en esta situación. Desde estar casi volviendo loco a Gregorio, hasta pasar interminables horas despierto velando los sueños de mi hermana.
Actualmente me encontraba sentado en el piso frente a la cama de piedra deseando que Megan despertara de una vez por todas y me dejara ver esos ojos verdes que tanto me gustaron desde la primera vez que la tuve frente a mí. La diosa luna había puesto en mi camino a una gran mujer, soberbia y llena de fuerza, tanta que cada vez me hacía admirarla más, aunque de vez en cuando su actitud llegara hasta el punto más alto de irritabilidad.
Deseando que aquello ocurriera escucho como ella comenzaba a quejarse levemente. Rápidamente me acerco tomándola por la espalda acercándola a mí delicadamente.
-¿Qué paso?-pregunto, mientras la sentía temblar al encontrarse tosiendo repetidamente.
- Me hace feliz verte despierta de nuevo.
Después que le dije aquello ella simplemente sin preguntar más comienza a llorar como si hubiese recordado algo repentinamente. Sollozaba tan fuerte que hasta comenzaba a dolerme el alma al sentir a plenitud su sufrimiento.
-¡Tanto cuidarte para nada! ¡Tanto amarte para nada! ¡Tanto desearte con vida para nada!-gritaba-¡No tenías que despedirte en sueños! ¡No tenías que irte de mi lado, sin siquiera haberte visto por última vez!-tembló-¡Maldita sea el dia que nos tocó nacer en esta especie! ¡Deberíamos vivir como humanos normales! ¡Ser felices como cualquier persona en la ciudad lo seria! ¡Y ahora también me dejas todas tus responsabilidades a mí!-se quejó-¡Yo solo quiero tocarte de nuevo, abrazarte de nuevo y verte de nuevo! ¡Que se supone que le diré a mama cuando la tenga de nuevo frente a mí! ¡Que se supone que voy hacer sin ti!-gritaba golpeándome fuertemente el pecho.
Nuevamente sintiéndome inútil, viendo a una de las personas más importantes para mi sufriendo sin siquiera poderle brindar mi apoyo para quitarle aquel fuerte dolor. Ver a Megan sufrir de esta manera me recordaba a las noches de Isabella gritando por Sebastián y repitiendo la frase "Solo no tuvimos tiempo"
-¡Solo no tuvimos tiempo maldita sea! ¡No pudiste elegir! ¡Toda mi mierda siempre cae sobre ustedes! ¡Ahora que voy hacer sin ti!-continuo gritando fuertemente.
-Escúchame-susurre-Tienes que calmarte un poco-fue lo único que fui capaz de decirle.
-Tú no sabes lo que se siente esto Demiam, esta no es la vida que quiero. Estoy en esto por capricho de alguien más-soltó gritando volviéndome a golpear el pecho descargando toda su rabia e impotencia.
ESTÁS LEYENDO
El Trono de Queenstown © ✔ - Editando**
WerewolfHace algunos años mi familia comenzó a educarme sobre la existencia de creaturas sobrenaturales que también habitaban en el pueblo de Queenstown donde nuestros antepasados por seguridad a nuestra especie comenzaron hacer sus vidas, sobre todo porque...