Capitulo 16

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¿Cuánto más hay que perder?

Narra Demiam

¡Acaban de atacar la mansión real! ¡Acaban de atacar la mansión real! ¡Acaban de atacar la mansión real! ¡Acaban de atacar la mansión real!

Era lo único que se repetía en mi mente desde que había salido desesperadamente de aquel bosque. Sentía como el pelaje se me comenzaba a erizar, como la adrenalina comenzaba hacer estragos en todo mi cuerpo animal y como lamentablemente comenzaba a perder todo sentido racional que me brindaba mi cuerpo humano.

Quince minutos después me encontraba detrás de uno de los tantos árboles que rodeaban la gran plaza. Veía como una cantidad de lobos estaban agrediendo a los protectores de la mansión – quienes como cosa rara se encontraban en su cuerpo humano y no haciendo uso de sus dotes animales- y como un grupo de personas golpeaban las grandes puertas de la mansión.

Me sentía desconcertado y un poco confundido, sabía que este momento algún día llegaría pero nunca imagine que tan pronto. O hasta yo mismo me estaba haciendo a la idea de que tal vez se habían arrepentido y no iban arremeter contra mi familia.

Desde el ataque a Isabella aquella noche, decidí que lo mejor para nosotros era prepararnos con mucha anticipación para este momento. Quería creer que no iba a ocurrir pero aquí me encuentro detrás de un maldito árbol intentando planear una locura para lograr entrar.

Tenía una primera opción y era entrar por la parte trasera de la casa sin que nadie me viera y atacar sigilosamente, aunque sin saber si también adentro había muchos de ellos. Mientras que la segunda opción era aullar para recibir la ayuda del resto de los Alphas que estaban alrededor de Queenstown y atacar yo mismo sin ningún problema esperando la llegada de ellos.

En un ataque de locura simplemente decido aullar tres veces fuertemente con la esperanza de que alguno de ellos escuche mi desesperación ante esta situación. Al hacer aquello los lobos que anteriormente estaban atacando a los de seguridad pusieron sus ojos fijamente en mí, mirándome con la frente arrugada y acercándose a mí lentamente con la cola erguida en señal de que gustosos estaban dispuestos a atacarme sin piedad.

Salgo de aquel árbol y en cuatro patas me posiciono frente a ellos gruñendo, erguido y mirándolos fijamente con los ojos rojos de Alpha que la diosa luna me había otorgado hace algunos años, notando como ninguno de ellos después de mi arrebato decide atacarme, sino hacer una reverencia ante mí.

Ignorando el acto me pongo en marcha hasta las grandes puertas de la mansión real rodeada por vampiros, intentando atacarlos sigilosamente sin que notaran mi presencia. Cuestión que lamentablemente para mí no tuvo ningún efecto. Al estar allí uno de ellos me mira con sus imponentes ojos rojos con una sonrisa sínica mostrándome los grandes colmillos en su boca.

-¡Tu familia esta maldita Demiam!-grito- A partir de hoy el reino es nuestro. Y los Thomson por fin, después de tantos años verán su imperio caer.

Disgustado por sus absurdas palabras me acerco a él fuertemente empujándolo con la frente, mordiendo sus pies y posicionándome frente justo arriba de él gruñendo en su rostro, botando espuma por la boca y ladrándole fuertemente. Hasta que finalmente de manera muy agresiva ataco su cuello hasta desprenderlo del resto de cuerpo.

Después de aquel acto asesino el resto de los vampiros se lanzan encima de mi cuerpo animal intento clavarme los colmillos, dándome patadas y hasta intentando ahogarme.

Aullaba del dolor porque había dejado de recibir golpes para recibir una flecha en mi pata derecha trasera. Estaba siendo atacado por ciento de ellos. Hasta que aullando fuertemente me pongo en dos patas aruñando sus rostros, parte de sus cuerpos y desprendiendo sus cabezas como lo había hecho con uno de ellos anteriormente. Me encontraba en mi estado más animal y no me importaba llenarme el hocico de sangre vampírica si se trataba de salvar a mi familia.

Finalmente al lograr terminar con ellos me jalo sin ningún pudor la flecha incrustada en mi pata para entrar a la mansión donde las cosas estaban aún peor Julián y mi madre estaban enfrentándose a lobos ¡Lobos! Donde había quedado el respeto entre nuestra especie. Por otra parte estaba Isabella junto a un lobo castaño atacando también a los vampiros que habían iniciado la guerra. También estaban el resto de los lobos que formaban parte de los guerreros del Alpha enfrentando tal ataque. Por mi parte yo me encontraba en la entrada consternado por el desastre que estaba ocurriendo en mi casa y todo por la maldita sed de poder que habitaba en la sociedad vampiresa, solo por la maldita ley de hace algunos años.

Por unos segundos me distraje de tal situación hasta que veo como uno de ellos apunta con un arco y una flecha de metal al lobo blanco que se encontraba en un extremo de las escaleras defendiéndose como si no hubiese un mañana. Ante aquel panorama me dirijo hasta él lo más rápido que mis cuatro patas me permiten y lo ataco por el brazo en donde justo estaba tomando el arma. Estaba intentando atacar a Isabella y por segunda vez en mi vida me desespero de tal manera que siento como ahora si no quedaba dentro de mí ni un rastro de sentido humano con miedo de verla otra vez en peligro. De la impotencia después de tirarlo al piso lo jalo por un pie hasta arrastrarlo por las escaleras. Sentía como cada vez perdía mas el sentido humano, tenía el hocico lleno de sangre, el pelaje erizado, la respiración pesada y sobre todo rabia por el peligro que estaba corriendo mi familia en estos momentos.

De un momento a otro escucho el aullido que más dolor me causaba escuchar, sabía perfectamente que se trataba de Isabella afectada por algo. Nervioso por lo que pudiera llegar a ver, me volteo hacia ella y veo como junto a sus patas estaba aquel lobo castaño tendido con la flecha de metal incrustada en su costado, justo la misma flecha con la que la estaban apuntando hace segundos.

Aun mas fuera de control gruño fuertemente en el rostro del vampiro que estaba arrastrando, me acerco a su pecho y finalmente le clavo las garras contundentemente en el pecho.

Después de aquello veo como toda la mansión se encontraba cubierta de sangre y cuerpos de vampiros tendidos por todas partes. Mi madre estaba agotada sus gestos me lo reflejaba, Julián estaba erguido esperando que algo más pasara. Mientras que Isabella se encontraba bajando en cuatro patas por las escaleras cargando por la nuca al lobo afectado. Al tenderlo frente a nosotros, ella frota su peluda frente junto a la del lobo tendido sin vida.

¡Te lo juro por mi padre Demiam, que si Sebastián muere le hare pagar cada segundo a Russcov, te lo juro Demiam!-ladro ella quien aún tenía su frente unida a la del castaño.

¡Tú no vas hacer una mierda, tú no vas a exponer tu vida Isabella! ¡Escúchame por una vez en tu vida, de estas cosas me encargo yo!-gruñí.

¡No!-gruño-¡En esta oportunidad todo se volvió personal y lo voy acabar yo misma Demiam, me importa una mierda tu poder de Alpha de Queenstown o si la diosa luna te ilumino para proteger a una manada entera! ¡Me importa una mierda! ¡Acabo de perder a mi mate! ¿Entenderías tu eso? ¡Tú no sabes lo que se siente! ¿Cuánto más hay que perder Demiam? ¡Dime, maldita sea!

Sentía en todas mis entrañas el sufrimiento de mi hermana. Y sabía que para ella no sería nada fácil asimilar que ante sus ojos estaba el cuerpo sin vida de la persona que estaba destinada hacer una vida junto a ella. 

El Trono de Queenstown © ✔ - Editando**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora