Psicóloga-Tom Lucitor y Tú-(Fanfic)

Capítulo 13

El sonido de los cubiertos de parte del pelirrojo era lo único que se escuchaba, mientras que yo aún no había tocado mi plato.

— ¿Piensas comer algo? —Pregunta el poniendo un pedazo de comida a su boca. —Te vas a ver fea si no comes. —Mi corazón dio una vuelta al escuchar esas palabras provenientes de mi padre hace años atrás.

Me levanto del asiento creando que la silla hiciera un sonido irritante llamando la atención del otro. Camino a paso ligero hacia la puerta y al abrirlo no había nada más que una pared.

—Primero comes y después si te quieres ir te vas. —Dice él desde la mesa. Camino volviéndome a sentar comenzando a comer sin ánimos. —Pensaba que no ibas a venir, ya que bueno...Olvídalo. —Lo miro de reojo sin interés y junta sus manos colocando su cabeza sobre ellos mirándome.

— ¿Tengo algo en la cara? —Pregunto bajando el cubierto aun lado.

—No...Solamente que no puedo creer que tu belleza provenga de los Díaz. —Dice recostándose de una mano mientras que la otra la usaba para jugar con el cuchillo.

—No se dé que demonios hablas. —Me recuesto hacia atrás cruzando de brazos.

—Hablo sobre tu primo, Marco Díaz. —Menciona desinteresado mientras que mi reacción fue levantarme del asiento a golpe.

— ¿Cómo sabes sobre él? —Pregunto golpeando la mesa con mis dos manos y el me mira luego de los minutos y se levanta del asiento. Mi mirada aún seguía fija en él, mientas que el camino hacia mí y estira su mano.

— ¿Puedes bailar conmigo? —Miro su mano ante su pregunta tan inesperada. Bufe del enojo ya que no soy de esas personas de decir no cuando me preguntan cosas, así que suspire, coloco mi mano sobre la suya y este le hace fuerzas.

El comienza a caminar con una mano atrás y la otra sosteniendo la mía caminando hacia un espacio grande que había en el lugar vacío. Nos ponemos de frente, el sin preguntar coloca su mano libre sobre mi cintura y me acerca más a él. La canción se podía escuchar a lo lejos mientras que ambos comenzamos a bailar al compás de la música que para mis odios ya el sueño me estaba atacando sin darme de cuenta.