5 - Orgullo y Prejuicio

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- Gracias, Sky. – Le dije yo cuando nos sentamos en el banco mientras Marie iba a buscar a las demás. – Por protegerme ante esa Barbie.

Le quitó importancia con un gesto de la mano.

- No es nada, son insoportables. Claro que tú tienes que protegerme también a mí. – Me guiñó un ojo. Luego se puso algo más seria. – Luna se fue con ellas porque estaban más cerca de los chicos, y, como sabrás, le gusta mucho el ex de Marie.

- John Miller. – Musité.

- Sí. Él cayó como un tonto en su trampa y perdió a Marie. – Se pasó una mano por el pelo. – Nos traicionó a todas por estar más cerca de ellos. Traicionó a Marie.

Nos quedamos calladas un momento, y luego cerré los ojos para subir la cabeza hacia el cielo.

- Ese Thomas... - Dije al fin. Skylar se tensó y me miró rápidamente. - ¿Te gusta?

No sé por qué pregunté eso. Ni siquiera sabía si me importaba. Creo que solo quería saberlo. Ella tardó unos minutos en contestar.

- No lo sé. – Gruñó y se rascó la nuca. – Sé que es un imbécil, René, pero es tan...

- ¿Tan...? – Sabía que quizás la estaba presionando, pero quería saberlo. Aunque en ese momento no supe por qué.

- Me gusta. Es popular, es gracioso, y... aunque sea muy orgulloso, de vez en cuando es dulce conmigo. Me refiero a que su voz se torna suave, ¿sabes?

Una sensación extraña me arañó el estómago. Me agobió descubrir que no sabía lo que era.

- Te entiendo. – Mentí de nuevo. Maldita sea, ¿y esa necesidad de mentir?

Entonces unas grandes manos me taparon los ojos y pegué un bote del susto. Una risita se le escapó a alguien tras de mí.

- ¿Valerie? – Dudé. No podía ser ella.

- No. – Rio la voz. Y pude reconocerla.

- ¡Ben! – Me deshice de sus manos y me di la vuelta en el banco para verle. - ¿Qué haces aquí?

A lo lejos un grupo de chicas Barbie y algunos chicos del equipo vigilaban a su amigo con los ojos entrecerrados.

- ¿No puedo saludar a mi hermanita?

Solté una carcajada teatral.

- Yo no soy mamá, no voy a caer en tus trampas de chico pelota.

Suspiró y se arrodilló para quedar a mi altura.

- Necesito un favor.

- Y lo ha dicho, señoras y señores.

- Oh, vamos, es serio. – Pero sonrió diciendo esto.

Reí por su cara debatiente entre la sonrisa y la seriedad.

- ¿Qué quieres?

- No te enfades, ¿vale? Que conste que no te lo pediría si no necesitase de veras tu aprobación. – Abrió mucho los ojos. – Vale, eso ha sonado fatal.

Reí.

- Suéltalo de una vez.

- ¿Puedes ir a una fiesta este viernes?

- ¿Qué fiesta?

- La va a hacer Clayton. Es un tío genial. – Sentí el rubor en las mejillas de mi amiga. – Me gustaría que fueses, que hicieses amigos...

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora