13 - Confidencialidad

27 9 0
                                    

Fui a clase y luego salí a almorzar con Valerie y Lola. Decidimos, ya que los martes salíamos del instituto antes de tiempo, ir solas a tomar algo en un restaurante cercano de comida rápida. Marie tenía que estudiar, así que no vino, y Skylar quería el máximo tiempo posible para prepararse para lo del cine.

- Lleva loca por Clayton desde que entramos al instituto. – Dijo Valerie sentándose con un suspiro frente a mí. – Es su amor platónico desde que lo vio por primera vez.

- Y nunca ha conseguido pasar tiempo a solas con él. – Añadió Lola posándose suavemente a mi lado.

- ¿Nunca han estado fuera de los institutos juntos? Como ir al cine como hoy, por ejemplo. – Dudé. ¿Tanto tiempo y nunca se le había acercado?

- No.

Bufé.

- Skylar es así. No pongas esa cara. – Rio Lola.

- Es que... me parece injusto que lleve pillada por él desde hace años y nunca le haya dicho algo ni insinuado nada.

- ¿Injusto por qué? – Preguntó Val.

- Porque luego se enfada conmigo porque yo hablo con Thomas sin problemas. – Solté por fin. – Y por llamarle Thomas. ¿Me quieres decir qué hay de malo en llamarle por su nombre?

Ellas se miraron, de pronto serias.

- René... - Comenzó Lola. – Nadie llama Thomas a Clayton por el mismo motivo que nadie llama Lola a Thirwall ni Emily a Jackson. Es simplemente porque su apellido suena bien.

- Pero a Clayton no le gusta que se le llame Thomas y no permite que nadie lo haga. – Continuó Valerie. – Ni siquiera a mí cuando salíamos. Por eso a Skylar le molesta que a ti te deje, y a todos nos parece raro.

- ¿Y cómo es que saliste con él si a ella le gustaba? – Pregunté para sacarme la extraña y...bonita sensación de que solo yo le llamase Thomas.

Valerie soltó una risita.

- No nos dijo que le gustaba hasta que rompimos e, inexplicablemente, ella estaba feliz.

Sonreí.

- No creo que Thomas esté interesado en ella. – Dije algo avergonzada.

- Cariño, todas lo vemos menos ella. – Respondió Lola cogiéndome amablemente la mano. – No te sientas mal.

- ¿Y por qué nadie se lo dice?

Valerie se encogió de hombros.

- No queremos que lo pase mal.

- Oye, ¿y por qué tantas preguntas de pronto sobre Clayton? – Preguntó Lola soltándome la mano con aire pícara.

Sinceramente no lo sabía. Me molestaba la idea de que saliese con Skylar, pero a la vez mi amiga me daba algo de pena. No, no me gustaba. Yo no era de esas que se enamoraban tan fácilmente, y menos de alguien como él.

- Soy nueva. – Respondí cruzándome de brazos. – Supongo que quiero saber más cosas sobre la gente del instituto.

Después de eso seguimos hablando de cosas más triviales, pero yo no podía sacarme de la cabeza la idea de que tan sólo a mí me dejase llamarlo por su nombre. Aunque, pensándolo mejor, lo más probable era que yo significase tan poco para él que le daba igual cómo lo llamase.

Al llegar a casa esa tarde Lola se ofreció a ayudarme a elegir ropa para ir al cine y, por más que negué necesitar ayuda, insistió. Valerie se fue a su casa alegando que tenía muchos deberes que hacer y Lola y yo entramos en la mía.

- ¡Ben! – Llamé.

- ¡¿Qué?!

- ¡Ya estoy en casa, grandullón!

Lola sonrió observando la decoración de todo el salón.

- ¡Vale, ¿vas a salir?!

- ¡Sí! ¡Volveré antes de las once!

- ¡Vale!

Le puse los ojos en blanco a Lola y subimos a mi habitación.

- Guau. – Soltó nada más entrar en mis dominios.

- ¿Te gusta?

Ella fue pasando por cada estante de la biblioteca, miró detenidamente las hojas de la pared y escrutó el azul dominante.

- Me encanta. – Dio una palmada, sonriente, y abrió mi armario. – Ahora veamos si esto me gusta también.

Sacó, desdobló, emperchó y volvió a meter un montón de cosas. Algunas las dejó sobre la cama y otras las descartó y las guardó de nuevo. Al final terminó con unos vaqueros muy ajustados por los muslos y la cadera y que se iban holgando a medida que llegaban a los tobillos. Eran rasgados y tenían algún trozo roto. Luego lo combinó con una camiseta negra que llegaba por encima del ombligo y encima una blusa holgada y de tela negra semitransparente.

Me hice una cola de caballo que me llegaba a la mitad de la espalda y unos converse negros. Como siempre, no me maquillé.

- Estás preciosa, René. – Dijo mirándome intensamente. – Así es imposible que Clayton se te resista.

Alto de nuevo. Parad. ¿Qué?

- ¿Qué?

Ella rio.

- Tranquila, solo yo me he dado cuenta. – Me tranquilizó. – Es que soy muy observadora.

- ¿Qué...?

- Irene. – Me cortó. – Puede que creas que no te gusta, que te trates de convencer de que no pasa nada. Pero él es distinto desde que estás tú. Y sé que tú también sientes algo porque ese tipo de cosas no suelen pasar sólo a medias.

Me quedé callada, procesando sus palabras. Sí, sentía algo. Sí, era cierto. Pero no me creía la parte de que él estaba distinto desde que yo había llegado. Lola lo decía para que me fuese más fácil admitir lo que yo sentía. Puede que me atrayese, que me gustase incluso. Pero jamás me enamoraría de alguien como Thomas Clayton.

- No. – Me dije más a mí misma que a ella. – No me gusta.

Lola se encogió de hombros y me acomodó la coleta en el hombro.

- Si necesitas consejo, aquí estoy.

Miré la hora y ya eran casi las cinco.

- Maldita sea, tenemos que irnos, Thirwall. – Le dije empujándola hacia la puerta.

Subimos el coche a todo correr y presioné el claxon para que Ben supiese que me iba. Era nuestro saludo secreto. Él encendió y apagó dos veces las luces. Vía libre. 

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora