Entré en casa y vi el reloj de la mesita del salón. Las doce menos cinco.
¡Marie llegaría dentro de cinco minutos!
Subí corriendo a mi habitación y me puse mi pijama. Entonces unos ruidos en la ventana me desconcentraron de la labor de deshacerme la coleta.
Marie se encontraba agachada en el alféizar de la ventana y me hacía señas para que la abriese. Estaba en pijama.
- ¡Marie! – Grité susurrando. Abrí la ventana y ella entró.
- ¿Está tu hermano en casa? – Preguntó sonriéndome y sentándose en mi cama tranquilamente.
- No, se fue a dormir a casa de un amigo. Un tal Cliff, creo.
- Cliff Winston.
- Eso.
Entonces llamaron a la puerta. Marie me lanzó una mirada pícara y bajamos corriendo las escaleras que daban al pasillo principal.
Valerie y Lola aparecieron tras la puerta con unas sonrisas de oreja a oreja y con los pijamas puestos.
- ¡Sorpresa! – Chillaron felices corriendo hacia dentro y tumbándose en el sofá.
- ¿Fiesta de pijamas sorpresa? – Pregunté rodando los ojos, aunque por dentro gritaba de alegría. - ¿No es muy típico?
- ¡Sí, chica! – Marie subió a una mesa y me lanzó un cojín del sofá. Lo atrapé al vuelo.
- ¡Esto va a ser genial! – Gritó Valerie mientras me subía a caballito y me llevaba escaleras arriba hacia mi habitación botando como un potrillo desbocado.
Nos sentamos las cuatro en mi cama y cada una abrazamos un cojín. Lola se tumbó boca arriba y apoyó la cabeza sobre las piernas de Val. Estuvimos hablando, dándonos cojinazos y riendo un buen rato.
- Skylar no ha podido venir. – Dijo Lola.
- Querrás decir que no ha querido. – Le corrigió Valerie con el ceño fruncido.
- ¿No? – Dudé. ¿Skylar, perderse una fiesta? ¿Perdón?
- Se pone ruda con nosotras cuando Clayton anda cerca. ¿Por qué crees que no quisimos ir al cine? – Rio Marie apartándose un mechón de pelo de la cara.
- ¡Me dejasteis sola en el campo enemigo! – Rieron. - ¡Traidoras!
- ¿Estuvo antipática, René? – Preguntó Thirwall.
- No estuvo muy receptora, que digamos... Me ha gritado.
Valerie abrió muchísimo los ojos y se inclinó hacia mí. Lola cerró los ojos y negó con la cabeza. Marie se tapó la boca con una mano de uñas verdes pistacho.
Nos quedamos en silencio unos momentos. Me sentía como una niña pequeña que acababa de confesarles a sus padres que no le ha bajado. Silencio incómodo y luego vendrían las explicaciones.
- A ver. Sí. O sea, no. – Lola calló unos segundos para ordenar sus pensamientos. - ¿Qué te gritó?
- Estábamos cenando y se puso muy celosa porque Thomas y yo nos estábamos llevando relativamente bien. Bueno, en realidad ya llevaba molesta toda la tarde, pero bueno, eso lo detonó todo. – Comencé a hablar muy rápido, no me gustaba delatar a la gente. Me sentía mal. – Me llevó a un pasillo y me dijo que ella había visto a Clayton primero y que le pertenecía. Me gritó y me llamó egoísta por llamarlo por su nombre y me tuve que ir sola en mitad de la lluvia hasta más o menos la mitad del camino. Luego Thomas apareció y me trajo a casa.
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Puntos suspensivos
Novela Juvenil- Y, ya que te gustan tanto los libros, - Comentó él mientras se acomodaba mejor en su asiento. - ¿No hay ningún aspecto de ellos que odies? O, por lo menos, que no te guste. - Bueno, no me gusta cuando el libro termina con un final abierto, o con...