33 - Romeo y Julieta

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MARATÓN (2/7)


Estábamos en clase de Literatura, y por primera vez Thomas no me molestaba en clase. De hecho ni me miraba, y yo trataba de hacer lo mismo. Habíamos llegado a clase más o menos al mismo tiempo, y en ningún momento había habido contacto visual por parte de ninguno de los dos.

- Vamos a hacer otro trabajo por parejas, chicos. – Anunció el profesor sacándome de mis cavilaciones. – Voy a pasar un guion de una obra de teatro a cada una de las parejas, y las representaréis a finales de curso.

Una chica, Alice, levantó la mano.

- ¿No habrá ningún otro trabajo a lo largo del curso?

- No. Ese será tres cuartos de la nota final.

Yo respiré hondo y hundí la cara en el hueco de mis brazos.

Unos segundos más tarde dos guiones aterrizaron sobre la mesa de Thomas y la mía. Cogí uno rápidamente y pasé hojas con ansias.

Oh. Genial. Perfecto. Justo lo que más necesitaba en ese momento.

- Romeo y Julieta. – Leyó él en voz baja. No detecté ningún retintín en particular en su tono de voz. Era neutro.

Me golpeé la frente contra la mesa, gruñendo.

- Bien. Podéis ir leyendo la obra que os ha tocado. – Dijo el profesor. – De hecho, quiero que lo vayáis haciendo.

Abrí el guion frente a mí y lo ojeé distraídamente.

No estaba tan mal, después de todo. No había declaraciones de amor con vocabulario que la gente de mi edad comprendiese ni tampoco nos tocábamos en ningún momento de la obra excepto en el beso final.

Espera.

Me levanté de golpe, haciendo que algunos compañeros se volviesen a mirarme, y fui hasta la mesa del profesor.

- Señor, disculpe. – Le puse una sonrisita angelical. - ¿Es obligatoria la escena del beso en Romeo y Julieta?

Él rio.

- Por supuesto, jovencita. Y agradézcamelo, porque he suprimido varias escenas parecidas.

- ¿Y no podría cambiarme de pareja? – Pregunté con un último halo de esperanza.

- Lo haría, por supuesto. Pero ahora que sé que no quieres ir con tu compañero no lo haré. Uno de los objetivos de esta actividad es que os llevéis mejor entre vosotros.

Parecía que todo el mundo quería juntarme con él últimamente. ¿Cuándo había hecho yo algo para merecer aquello?

- Pero, profesor...

- Ah, ah. – Me puso un dedo frente a la cara. – Señorita Daconte, es mejor que deje de perder tiempo con protestas sin futuro y vaya a tratar de llevarse mejor con él, porque Romeo y Julieta es de las más difíciles, y seguramente tendrán que quedar fuera de clase.

- Señor, no podemos...

- Ah.

- Pero...

- Ah.

Bufé exasperada. Ese profesor me ponía de los nervios.

Volví a mi asiento y me dejé caer con rabia junto a Thomas. Él levantó ligeramente la mirada de su guion, y realmente pensé que diría algo, pero luego la volvió a bajar.

- Vamos a salir al patio, chicos. – El profesor se levantó y agitó las manos en el aire. – Hay que empezar ya a trabajar en esto o no os dará tiempo.

Salimos al patio trasero y nos asignaron a cada pareja un espacio para empezar a practicar. Thomas y yo nos sentamos uno frente al otro en una esquina apartada.

Tomó aire ruidosamente, como si se preparase para hacer algo muy difícil, y luego sonrió.

- Bueno, empecemos. – Dijo chasqueando los dedos. – Entonces tú eres Romeo y tú Julieta. – Antes de que pudiese corregirle se echó hacia atrás y se estampó dramáticamente la mano en la frente. – Oh, Romeo, Romeo, mi dulce...

- Thomas. – Me mordí el labio para evitar reír ante el espectáculo. – Yo soy Julieta. Tú Romeo.

Asintió pesadamente.

- Vale, pero algún día nos cambiamos los papeles.

- ¿En serio quieres ser como Julieta?

- Disculpa, - Se señaló a sí mismo con una expresión de incredulidad en la cara. – Julieta quiere ser como yo.

No pude evitar soltar una risita. 

Después de todo, parecía que nuestra relación seguía siendo igual. No supe exactamente si eso me parecía bien o mal, pero por lo menos resultaba tranquilizante ver que no íbamos a hacernos el vacío eternamente.

Estuvimos toda la clase haciendo tonterías y recuperando la seriedad o viceversa. No hubo un solo momento incómodo. Al final decidimos quedar en el parque del West Side a las seis y continuar practicando, como con el trabajo de Orgullo y Prejuicio. Como cuando estaba segura de que no sentía nada por él. 

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora