Lola se fue y al rato llegó Thomas vestido con una camiseta negra y unos pantalones grises. Sencillo y perfecto. Así se me haría difícil decirle el lío en el que lo había metido. Aún que, pensándolo bien, él mismo me había metido a mí en ese jaleo tan tremendo al inventarse la estúpida competición. No tenía derecho a compadecerme de él, y aun así no quería que fuese a una cita con Sky.
- ¿Estás bien? – Su voz me sacó de mi ensimismamiento.
- ¿Eh? Sí, sí.
Él rio un poco y negó con la cabeza. Estaba sentado frente a mí en mi habitación con nuestro trabajo sobre Crepúsculo en las manos. Todavía no habíamos llegado ni a la mitad del resumen del libro, y todavía quedaba describir a los personajes, etcétera. Nos quedaba trabajo para el resto de la semana.
- Anda, ¿qué ocurre? – Preguntó dejando el trabajo a un lado e inclinándose hacia delante.
- Nada, ¿por qué cada vez que alguien está distraído tiene que pasar algo?
- Tú nunca te distraes leyendo. – Recalcó el "nunca" con un movimiento de cuello hacia la derecha que le esparció el flequillo sobre los ojos y mentalmente visualicé a Skylar desmayándose.
Respiré hondo y expulsé el aire de golpe.
- Voy a aceptar esa cita contigo. – Solté atropelladamente. – Serás el capitán del equipo de fútbol.
Él sólo soltó una carcajada y se echó para atrás.
- ¿Qué? ¿No era lo que querías? – Le espeté levantándome. Encima de que le ayudaba él se reía en mis narices.
- Sí. – Respondió recuperándose del ataque. – Pero el juego me estaba resultando divertido, no sé si quiero aceptar.
- ¿Y qué? ¿Prefieres que salga con Nathaniel? Porque sus ojos son mil veces más bonitos que los tuyos, y seguramente será más majo.
Dejó de reírse, aún que seguía sonriendo.
- ¿Por qué de repente este cambio de actitud hacia mí?
- A cambio quiero algo.
Entrecerró los ojos y se acercó más a mí.
- Quiero que tengas una cita con Skylar también, y entonces, y solo entonces, tendré una contigo y serás capitán. – Dije rápidamente, sin saber qué esperar.
Pareció pensárselo. Se tumbó boca arriba en mi cama y miró el techo durante unos momentos que se me hicieron realmente eternos. ¿Y si se negaba?
- Quieres que vaya a una cita con Skylar a cambio de ir a una cita contigo. – Enumeró.
- A cambio de ser capitán. - Corregí con un mínimo temblor en la voz.
Soltó una risita.
- Y de salir contigo. – Me guiñó un ojo.
- Una vez, Thomas. A mí tampoco me hace gracia.
Negó con la cabeza suavemente y sonrió.
Seguimos con el trabajo un rato más hasta que estábamos demasiado cansados de Bella y Edward como para seguir escribiendo sobre ellos.
- ¿Y qué tal este? – Preguntó sacando otro libro más de la estantería.
Lo escruté unos momentos.
- También.
- Maldita sea, ¿no hay un solo libro que no te guste o no te hayas leído? – Lo volvió a guardar en su sitio.
- Hasta ahora me han gustado todos los que he leído, que son estos. – Me encogí de hombros y bajé de la cama hasta llegar a la biblioteca junto a él.
Suspiró y se sentó en mi silla.
- No entiendo por qué.
- Ni yo.
Sonrió.
- Y, ya que te gustan tanto los libros, - Comentó él mientras se acomodaba mejor en su asiento. - ¿No hay ningún aspecto de ellos que odies? O, por lo menos, que no te guste.
- Bueno, no me gusta cuando el libro termina con un final abierto, o con puntos suspensivos.
- ¿Puntos suspensivos?
- Significa que la historia continúa, que no ha terminado. Y resulta frustrante, porque no sabes cómo o cuándo acabará. Es algo completamente imprevisible.
- Como tú.
No supe por qué había dicho eso, ni siquiera si tenía sentido, pero sentí que se me calentaban las mejillas y traté de ocultarlo con el pelo.
- ¿Y cuándo vas a salir con Skylar? – Titubeé estúpidamente para cambiar de tema.
Él no pareció darse cuenta.
- Supongo que iré a la fiesta con ella.
- ¿Se lo pedirás? – Déjalo ya, Irene. No seas estúpida.
- Sí. Pero le diré que es gracias a ti, y que es sólo porque quiero ser capitán del equipo.
Bufé.
- Si haces eso se quedará hecha polvo. – Le di un golpe en el brazo. – Haz el favor, a ti no te gustaría que la persona a la que más adoras te pida salir y te diga que no quiere salir contigo al mismo tiempo.
- Para empezar, yo no le voy a pedir salir; le voy a decir que venga conmigo. Para seguir, Auch. - Me dio un golpe en el brazo.
Reí un poco.
- ¡Chicos! – Gritaron desde abajo. - ¡La pizza ya está! ¡Bajad!
Bajamos las escaleras y, ya en el comedor, nos recibió un olor exquisito a pizza recién hecha.
- Yo me voy ya. – Anunció Thomas cogiendo su chaqueta y abriendo la puerta principal.
- ¿Seguro, tío? – Mi hermano salió de la cocina con las pizzas. – Aquí no molestas.
- No, gracias. En serio, está bien.
- Por favor, cenar con mi hermana es aburrido. – Ben se puso de rodillas y sollozó como un cachorrito perdido.
Thomas iba a contestar, pero lo interrumpí.
- Si no aceptas se va a acabar suicidando.
- Cierto. – Dijo este señalándose el pecho. - ¿Por qué vivir si mi amigo no cena con mi hermana y conmigo?
Thomas sonrió. Dejó la chaqueta en su sitio y vino a cenar con nosotros.
Se marchó sobre las doce y media de la noche, después de haber visto los tres una película y de haberme preguntado unas treinta veces cómo reaccionaría Skylar, y si al final le acabaría gustando a Thomas.
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Puntos suspensivos
Teen Fiction- Y, ya que te gustan tanto los libros, - Comentó él mientras se acomodaba mejor en su asiento. - ¿No hay ningún aspecto de ellos que odies? O, por lo menos, que no te guste. - Bueno, no me gusta cuando el libro termina con un final abierto, o con...