MARATÓN (7/7)
- Bueno, creo que es hora de que nos vayamos. – Dijo Alex después de pasar toda la tarde charlando.
Habíamos estado hablando y poniéndonos al día de todo lo que había pasado desde que Marie y Luna estaban enfadadas. Había sido divertido, ya que habíamos terminado creando teorías locas sobre las formas que podría tener Skylar para tratar de encandilar a Clayton.
John fue hacia la ventana y apartó las cortinas con una mano.
- Llueve como si se nos fuese a caer el cielo encima. – Comentó dándose la vuelta para mirarnos. – Marie, ¿te llevo a casa?
A nadie se le escapaba que esa era una invitación para hablar sobre ellos y sobre todo lo que acababa de pasar, pero ninguno comentó nada.
- Claro. – Respondió ella sonriendo.
Alex y Nathaniel se miraron también.
- Eh, John, ¿a nosotros dos podrías llevarnos...?
- ¡No! – Valerie le dio una colleja a Alex. – Luna, Thirwall y yo podemos llevaros, ¿no, chicas?
Ellas asintieron efusivamente con la cabeza. Alex puso mala cara, pero no protestó, y uno tras otro fueron saliendo por la puerta.
Ahora que Luna estaba integrada de nuevo en el grupo parecía que las cosas iban volviendo poco a poco a su cauce normal. Sonreí mientras me echaba los rizos hacia atrás. Nota mental: lavarme el pelo.
Me tumbé en la cama, boca arriba, y me comenzó a sonar el móvil.
- ¿Sí?
- Tengo una pregunta para ti.
Fruncí el ceño.
- ¿Qué quieres, Thomas?
- Ah, ah, yo hago la pregunta.
Respiré hondo y conté mentalmente hasta tres.
- Dime.
- ¿Cuándo se ven Romeo y Julieta por primera vez? Tienes diez segundos.
- ¿Qué? ¿A qué viene esto?
- Responde. O, si no lo sabes, coge el guion y míralo.
Resoplé con fastidio.
- En un baile o una fiesta en casa de Julieta. – Contesté. No estaba segura del lugar, pero lo de la fiesta era seguro.
- Venga, vale. ¿Cuándo se dan cuenta de que están enamorados?
Me levanté, fastidiada, y abrí el cajón de la mesita de noche. Mi guion no estaba. Abrí la mochila y busqué en el contenido de todas las carpetas, libretas y archivadores. Tampoco.
- Pero qué... - Musité. Escuché la risita de Thomas al otro lado. ¿A qué jugaba?
Entonces lo recordé. El West Side. Con todo el lío de Luna y prácticamente la huida del parque me había dejado el guion y el libro que estaba leyendo en el banco.
- El parque. – Solté.
- El parque.
- Lo habrás cogido, ¿no? – Pregunté. - ¿Tienes tú mis cosas?
- Tranquila, pequeña. Las tengo.
- ¿Y por qué me llamas ahora y no cuando te diste cuenta?
ESTÁS LEYENDO
Puntos suspensivos
Teen Fiction- Y, ya que te gustan tanto los libros, - Comentó él mientras se acomodaba mejor en su asiento. - ¿No hay ningún aspecto de ellos que odies? O, por lo menos, que no te guste. - Bueno, no me gusta cuando el libro termina con un final abierto, o con...