39 - ¿Cuál es tu mayor sueño?

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MARATÓN (7/7)

- Bueno, creo que es hora de que nos vayamos. – Dijo Alex después de pasar toda la tarde charlando.

Habíamos estado hablando y poniéndonos al día de todo lo que había pasado desde que Marie y Luna estaban enfadadas. Había sido divertido, ya que habíamos terminado creando teorías locas sobre las formas que podría tener Skylar para tratar de encandilar a Clayton.

John fue hacia la ventana y apartó las cortinas con una mano.

- Llueve como si se nos fuese a caer el cielo encima. – Comentó dándose la vuelta para mirarnos. – Marie, ¿te llevo a casa?

A nadie se le escapaba que esa era una invitación para hablar sobre ellos y sobre todo lo que acababa de pasar, pero ninguno comentó nada.

- Claro. – Respondió ella sonriendo.

Alex y Nathaniel se miraron también.

- Eh, John, ¿a nosotros dos podrías llevarnos...?

- ¡No! – Valerie le dio una colleja a Alex. – Luna, Thirwall y yo podemos llevaros, ¿no, chicas?

Ellas asintieron efusivamente con la cabeza. Alex puso mala cara, pero no protestó, y uno tras otro fueron saliendo por la puerta.

Ahora que Luna estaba integrada de nuevo en el grupo parecía que las cosas iban volviendo poco a poco a su cauce normal. Sonreí mientras me echaba los rizos hacia atrás. Nota mental: lavarme el pelo.

Me tumbé en la cama, boca arriba, y me comenzó a sonar el móvil.

- ¿Sí?

- Tengo una pregunta para ti.

Fruncí el ceño.

- ¿Qué quieres, Thomas?

- Ah, ah, yo hago la pregunta.

Respiré hondo y conté mentalmente hasta tres.

- Dime.

- ¿Cuándo se ven Romeo y Julieta por primera vez? Tienes diez segundos.

- ¿Qué? ¿A qué viene esto?

- Responde. O, si no lo sabes, coge el guion y míralo.

Resoplé con fastidio.

- En un baile o una fiesta en casa de Julieta. – Contesté. No estaba segura del lugar, pero lo de la fiesta era seguro.

- Venga, vale. ¿Cuándo se dan cuenta de que están enamorados?

Me levanté, fastidiada, y abrí el cajón de la mesita de noche. Mi guion no estaba. Abrí la mochila y busqué en el contenido de todas las carpetas, libretas y archivadores. Tampoco.

- Pero qué... - Musité. Escuché la risita de Thomas al otro lado. ¿A qué jugaba?

Entonces lo recordé. El West Side. Con todo el lío de Luna y prácticamente la huida del parque me había dejado el guion y el libro que estaba leyendo en el banco.

- El parque. – Solté.

- El parque.

- Lo habrás cogido, ¿no? – Pregunté. - ¿Tienes tú mis cosas?

- Tranquila, pequeña. Las tengo.

- ¿Y por qué me llamas ahora y no cuando te diste cuenta?

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora