32 - Líos

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MARATÓN (1/7)

Me desperté de golpe y sentí la cara fría y mojada. Marie reía a mi lado con un vaso vacío en la mano.

- Jo. – Gruñí levantándome, veía borroso. - ¿Qué haces aquí?

- Ayer me prometiste que me contarías qué tal con Clayton. – Se encogió de hombros. – No lo hiciste.

Me llevé una mano a la cabeza y traté de pensar en lo que había pasado ayer. Por favor, ni que me hubiese emborrachado, ¿por qué no conseguía...?

Abrí los ojos de golpe.

- ¡Marie! – La cogí del brazo y tiré de ella hasta que se sentó, confundida.

- ¿Qué? ¿Qué?

- Me besó. – Sonaba bien, de algún modo, en voz alta. Sonaba muy bien. Me tranquilicé un tanto y respiré hondo. – Me besó, Marie.

- ¿¡Clayton!?

- Sí. Thomas me besó. – Sacudí las manos, como si las tuviese agarrotadas. – Me besó.

Abrió los ojos como platos, sonriendo, se llevó las manos a la cabeza.

- Dios mío, Dios mío. – Musitó. – A Clayton le gusta mi amiga. Lo sabía. ¡Lo sabía! ¡JAJA! ¡YO TENÍA RAZÓN!

- ¡Marie!

- Vale, vale. – Se sentó y suspiró. – Te ha besado. Vale. ¿Y qué has hecho tú?

- Le he apartado.

- ¿¡Qué!?

- ¡Marie!

- Está bien. Está bien, hay que llamar a las demás. Ahora mismo. Ya. – Sacó el móvil del bolsillo y me miró. - ¿Te parece bien?

- ¡Pues claro!

Diez minutos más tarde estábamos las cuatro sentadas en el suelo de mi habitación.

- A ver, - Valerie nos hizo callar a todas con una palmada. – Recapitulemos. Clayton y tú quedáis, te besa, lo apartas y te vas. ¿Bien?

- Sí.

- ¿Por qué lo apartaste?

- Porque... es un mujeriego, es... un hipócrita y un estúpido chico que se cree que me puede tener como y cuando quiera, como a todas las demás.

Ellas asintieron lentamente. Lola me acarició el brazo.

- ¿Eso es lo que crees que quiere contigo? – Preguntó. - ¿Un lío de una noche?

No respondí. No porque no lo supiese o creyese no saberlo, sino porque lo que creía dolía. Mucho.

- No nos has llegado a decir si te gusta. – Dijo Marie.

- Y qué más da si me gusta.

- A nosotras nos importa. – Valerie se mordió el labio. – Yo creo que a él le importa.

¿De qué servía ya ocultármelo a mí misma? Me lo había estado negando tanto a mí y a todos que quizás hubiese podido esconderlo el tiempo suficiente como para enamorarme de otra persona. Pero él me había besado y, Dios, había sido en ese momento en que lo supe. Lo supe de verdad. Realmente. Y ahora era débil. Débil y estúpida, como todas las demás estúpidas y débiles que se habían colgado de él. Y ya no había vuelta atrás.

- Él me gusta. – Sentí un peso menos encima, así que decidí explicarme. - Él me gusta porque es diferente, me gusta por su forma de ser. Me gusta por cómo se despeina el pelo cuando está nervioso, me gusta por la forma en la que sonríe cuando está feliz, me gusta cuando camina y cuando se ríe. Me gusta él y la forma en la que me mira, él y su voz. Me gustan él y sus ojos, su pelo, su boca. Me gusta Thomas Clayton en todo su esplendor.

Lola se recostó en mi hombro.

- Te entiendo. – Musitó. – Lo entiendo.

Yo negué con la cabeza.

- René, si de verdad solo eres una más de cientos para él no creo que se hubiese molestado en conocerte tanto o en contarte tantas cosas. – Dijo Val.

- Y tampoco te habría llevado tantas veces a ese bosque. – Añadió Marie.

- O no habría esperado tanto para besarte.

- O tampoco...

- Vale. – Corté su diatriba. – Lo he entendido. Yo qué sé. Quizás le caiga bien.

Valerie se dio una palmada en la cara.

- Eres estúpida, ¿verdad? ¿Por qué no puedes verlo? Está clarísimo.

- No hay nada claro con él. – Suspiré. - ¿Tenéis noticias de Skylar?

Se encogieron de hombros.

- No. – Dijo Marie, que había pillado al vuelo la clarísima indirecta de "no me gusta este tema de conversación". – Pero Luna ha vuelto a preguntarle a Alex por nosotras.

- ¿Y qué le ha dicho él? – Pregunté.

- Nada, que estamos bien.

Valerie bufó.

- Estoy harta de estos líos mentales, tías. – Soltó. – No sabemos por qué Luna parece tener una obsesión con nosotras, no sabemos qué le pasa a Clayton por la cabeza y no sabemos lo que piensa hacer John con su vida.

Marie bajó la mirada a sus manos entrelazadas y se sonrojó.

- No. Yo... voy a intentar hablar eso con él. – Dijo con la boca pequeña.

- ¿El qué? – Inquirió Lola.

- Quiero aclarar lo que sea que tenemos. – Se encogió de hombros y volvió a mirarnos a la cara. – Me da miedo lo que pueda decir, pero es la única forma de saber qué va a pasar.

Quizás tuviese razón, quizás yo también necesitase hablarlo con Thomas. Aún que quizás no era lo que yo quería escuchar. 

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Holaaa. *Muere bajo su ataque de sillas voladoras*

Vale, perdón. No cuelgo desde hace muchísimo, pero tengo una explicación: Mi compañera/escritora de la historia veranea en un sitio sin WiFi, así que no me podía pasar lo que iba escribiendo. Por suerte le han llegado los datos de este mes y me ha pasado todo. Un aplauso patatitafrita2004 por tus flamantes y nuevos gigas. 

Bueno chicos, lo prometido es deuda, así que aprovecho y os compenso por todo esto con un maratón de 7 caps. Denle amor a la historia, porfis. 

Bisous,

- WarmnesSoul


Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora