Me dio miedo ver la reacción de Sky. No me estaba gustando su comportamiento.
- Irene, ¿me acompañas al baño? – Me preguntó amigablemente. Pero el hecho de que me llamase por mi nombre completo me indicó que no tenía más opción que ir con ella.
Me disculpé con los chicos y salí al pasillo junto con ella.
- A ver, - Se cogió el puente de la nariz con los dedos. - ¿Qué parte no entiendes de "me gusta Clayton"?
- Sky...
- No. No me digas "Sky" – Se acercó amenazante a mí y por primera vez me asustó. Me pegué a la pared. - , porque llevo tratando de llamar su atención toda la tarde a cualquier coste, incluso mintiendo. ¿Y llegas tú y te pones a impresionar a todo el mundo?
- ¿Qué? Sabes de sobra que sólo me idolatran porque necesitan que vaya a la fiesta con uno de ellos.
- Sí. Pues parece que tú te lo pasas bien con ellos tres.
- ¿No era que solo te gustaba Thomas?
- ¡Que dejes de llamarle así!
Dio una patada al suelo, lo que hizo que se viese más como una rabieta de niña pequeña que como adulta enfadada. Y no había justificación para ninguna de las dos.
- ¿No puedo llamarle por su nombre?
- ¡Irene! – Me señaló con un dedo que temblaba de rabia. – Eres egoísta.
- ¿Qué? Pero, ¿tú te estás escuchando? Me estás insultando por llamarle como todo el mundo debería poder llamarle.
- ¡Pero sólo te deja llamarle así a ti! ¡Le quiero, Irene! ¡Maldita sea, le quiero!
- ¿Acaso eso es culpa mía? – Ella lo hizo, pero yo no elevé mi tono de voz.
- No. No lo es. – Se alejó de mí y se relajó un poco. – Vamos a volver a entrar, vamos a decir que está todo bien y vamos a continuar. Y te prohíbo que le vuelvas a dirigir la palabra a mi Clayton a menos que él te hable directamente.
- Me prohíbes que... - Repetí incrédula.
- Sí, porque yo le vi primero, y me lo merezco.
Esto era ya de chiste. ¿En serio me estaba diciendo eso?
- Vale, se acabó.
Volví a dentro, me despedí de los chicos rápidamente y sin darles tiempo a preguntar nada y corrí bajo la tenue lluvia que comenzaba a caer. Se suponía que Skylar iba a llevarme a casa, pero ahora debía caminar un par de kilómetros bajo la lluvia que ya no era tan tenue.
Sentía mi coleta mojándose poco a poco, y traté de meterme bajo las sombrillas de los bares que iba pasando.
Un rato más tarde, todavía no me había mojado mucho, un coche paró frente a mí. Era negro, con techo retráctil y llantas blancas. Era muy bonito. Las ventanas estaban pintadas de negro, por lo que no se veía desde fuera lo que había dentro. Hasta que la del copiloto se bajó y pude ver a la persona a la que menos me apetecía ver después de lo que acababa de pasar.
- ¿Vienes a reírte de mí, Clayton? - Escupí su apellido como si de un insulto se tratase. Quizás lo fuera.
Sonrió socarronamente de nuevo, comenzaba a acostumbrarme a esa sonrisa.
- Yo jamás, pequeña. – Se estiró y abrió la puerta del copiloto.
Me hizo una seña dándole palmaditas al asiento, invitándome a subir. No me lo pensé mucho para no sentirme culpable, pero me estaba mojando y tenía frío y prisa. Así que me subí al precioso coche y cerré la puerta tras de mí. El coche arrancó.
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Puntos suspensivos
Teen Fiction- Y, ya que te gustan tanto los libros, - Comentó él mientras se acomodaba mejor en su asiento. - ¿No hay ningún aspecto de ellos que odies? O, por lo menos, que no te guste. - Bueno, no me gusta cuando el libro termina con un final abierto, o con...