Me tumbé en la cama, boca arriba, y saqué el móvil para distraerme y no pensar en los besos. Pero todo me recordaba a Thomas, incluso mi fondo de pantalla azul.
Me sorprendió tener un mensaje de voz de un número desconocido. Extrañada, lo abrí.
"Hola, cielo, soy mamá. Seguramente te estarás preguntando por qué no he vuelto ya a estas alturas..."
Pues no. Habían estado pasando tantas cosas que no me había parado a pensar en los meses que llevaba sin verla.
"...así que voy a ser directa; he conocido a un hombre. Se llama Marcus. Creo...Creo que es la primera persona que me gusta desde vuestro padre. He decidido quedarme por aquí, ya sabes, vivir un poco, crear... tener una nueva familia, ¿sabéis? Os seguiré enviando dinero hasta que muera, lo prometo. Os quiero. Lo siento. Os quiero. Os quiero. Enséñale esto a tu hermano, yo no..."
Corté el mensaje al segundo intento, me temblaban las manos.
No miraba al móvil, aún que mis ojos estaban puestos en él. Creo que en realidad no estaba mirando nada. No podía pensar.
El móvil se me resbaló entre las manos y cayó al suelo sin romperse. Me dejé caer sobre las sábanas, sin fuerzas siquiera para llorar. Y fue la primera vez en mucho tiempo que me dormí con lágrimas en los ojos.
Ben se enteró al día siguiente de que Madeleine había creado una nueva vida para ella fuera de nuestro alcance y tampoco él pudo contener las lágrimas. Nuestra madre nunca había sido muy cariñosa ni especialmente cercana, pero era nuestra madre. No podía utilizar la muerte de papá como excusa e irse así, sin más. No podía darnos dinero para sostenernos de por vida y esperar que eso sirviese para tapar lo otro.
No podía dejarnos, y sin embargo acababa de hacerlo.
Fue chocante, fue triste y seguramente me haya marcado más de lo que estaré dispuesta a admitir, pero no había tanta diferencia en la vida diaria. En el fondo era lo mismo, solo que sabiendo que ya no volvería. Sólo me sentía rechazada, era lo mismo de siempre.
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- Todo el mundo habla del baile de invierno. – Lola se dejó caer en el sofá, cansada.
- ¿No te hace ilusión? – Preguntó Ben mientras trataba de elegir entre la pajarita azul marino o la negra.
- Supongo que sí, aunque no me lo ha pedido nadie, así que iré con tu hermana. – Ben asintió con la cabeza, musitando un débil "ajá" y continuó comparando colores frente al espejo. – Y... supongo que ella volverá sola caminando... borracha, porque la dejaré beber de lo que quiera.
- Ajá...
- Las chicas y yo pensamos dejarla a solas con Clayton, ¿te parece bien? Borrachísimos, claro.
- Sí... - Se pasó una mano por el pelo y terminó decantándose por la pajarita negra. Acto seguido cogió una roja y se puso a compararla de nuevo, esta vez con el traje en la otra mano.
- Y nos enrollaremos con todos los tíos que pillemos lo suficientemente borrachos como para aceptar, ya sabes. – Asintió. Lola rodó los ojos. - ¿Me estás escuchando?
- Vas a dejar a mi hermana caminar sola a casa, borracha, pretendéis dejarla a solas con Clayton, lo que, en mi opinión, es bonito pero acabará mal, y además quieres enrollarte con todos los tíos lo suficientemente borrachos como para aceptarlo. Eso último y parte de lo primero ha sido sólo porque no pensabas que te prestase atención ¿Algo más? – Se dio la vuelta y la miró, orgulloso por la mirada de asombro de la chica. – Yo siempre te escucho, muñeca.
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Puntos suspensivos
Teen Fiction- Y, ya que te gustan tanto los libros, - Comentó él mientras se acomodaba mejor en su asiento. - ¿No hay ningún aspecto de ellos que odies? O, por lo menos, que no te guste. - Bueno, no me gusta cuando el libro termina con un final abierto, o con...