17 - Citas

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- ¿Dónde está Alex? – Preguntó Valerie abriendo su taquilla y mirándose en el espejo tras la primera tanda de clases del día.

- Se ha reconciliado con los chicos. – Anunció Marie. – Pero sigue sin aguantar a las Barbie.

- Normal.

Bajamos a sentarnos en un banco, y entonces apareció Skylar, tan sonriente como siempre.

- ¡Hola! No os he visto, ¿dónde estabais? – Inquirió alegremente plantándose frente a nosotras.

- Fuimos a casa de René a dormir, ¿no te acuerdas? – Le dijo Lola. – Tú dijiste que no podías ir.

- Oh, es verdad. – Musitó bajando la mirada. – Supuse que no iríais sin mí...

Apreté los puños a ambos costados.

- Pues lo hicimos. – Espetó Val.

- Ya veo. – De pronto, recuperó la sonrisa y dio un saltito. – Bueno, ¿adivináis quién va a conseguir una cita con Clayton? – Medio chilló con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Jackson? – Preguntó Marie. Solté una risilla.

- No. – No perdió la sonrisa. Se señaló con una uña azul amarillento. Vaya, el único azul que no soporto. - ¡Yo, chicas! ¡Yo!

- ¿Cómo? – Pregunté más alerta. No era posible, ¿verdad?

- Con tu ayuda, René.

Me quedé en silencio. No la entendía. ¿Cómo iba yo a conseguir que Thomas aceptase una cita con ella? Sobre todo con todas aquellas cosas que había dicho sobre Skylar la noche anterior. Y, aun sin eso, ¿cómo? Las demás debían de estar pensando lo mismo, porque nadie hablaba.

Al ver que ninguna reaccionaba, Skylar siguió hablando.

- Mirad, ayer estuve pensando. – Se puso de rodillas en el suelo y echó las piernas hacia un lado, frente a nosotras. – Clayton, Nathaniel y Garrett necesitan que Irene acepte ir a una cita con alguno para que ese sea capitán, ¿verdad? – No esperó a que contestásemos, sino que se puso a gesticular con más brío mientras hablaba. – René le puede decir a Clayton que aceptará una cita suya si antes él va a una conmigo. ¡Es brillante!

- ¡No! ¡No lo es! – Marie se levantó. – Ya sabes que ella no lo soporta, no va a ir a una cita con él. Además, Sky, la están utilizando. Los tres. Para ellos René es una apuesta, no nos metamos en su juego.

- ¡Pero esta es mi oportunidad de conseguir una cita con él! ¿Quién sabe si será la última?

Skylar se levantó y me miró con ojos suplicantes.

- Pero, cariño, no sería una cita real. Lo sabes, ¿no? Él no quiere una cita contigo, solo iría por...

- ¡¿Y tú qué sabes?! – Le espetó Skylar a Lola con los ojos vidriosos. - ¡Quizás no quiera, pero puede que se dé cuenta de que en verdad yo le gusto también!

- ¡Skylar! – Valerie se levantó, cansada ya. Yo me levanté también, ya harta de su supuesto "enamoramiento" cada vez más enfermizo.

Sus voces se me desdibujaron en la cabeza a medida que sus palabras iban subiendo de tono y fueron sustituidos por mis pensamientos. Por un lado no quería hacer que Skylar tuviese una cita con Thomas, aún que por otro quizás de esa forma terminase de convencerse de que no hay esperanza para ellos.

- Lo haré.

Casi pude escuchar cómo le chirriaron los dientes a Valerie mientras Sky esbozaba la sonrisa más amplia que le había visto hasta entonces.

- ¿En serio? – Preguntó dando saltitos y aplaudiendo.

- ¿En serio? – Preguntó Marie golpeándose la cabeza con la mano.

Asentí.

- Tendré una cita con él y le ayudaré sólo si tiene antes una contigo.

- ¡Dios mío, gracias! – Soltó una risita. - ¡Gracias, gracias, gracias, gracias!

Skylar me abrazó dando grititos y se fue correteando con sus cosas.

- Eh... - Comenzó Val pasándose una mano por el pelo. - ¿Qué acabas de prometer?

- Lo voy a hacer, chicas. – Dije sentándome en el banco. – Así sabrá de una vez que a él no le gusta ella y esperemos que no lo rapte.

Lola me rodeó con un brazo y me besó la mejilla.

- Clayton se va a reír un montón. – Pronosticó Marie sonriendo.

- Si no la mata antes. – Val rio.

Esa tarde fui a mi casa con Lola, ya que Thomas no llegaría hasta las seis y Valerie y Marie habían quedado con unas chicas de su clase de química para estudiar.

- ¡Ben! – Chillé entrando por la puerta principal. - ¡Estoy en casa!

- ¡Vale! – Le escuché gritar desde la cocina. - ¿Tienes hambre? Estoy haciendo pizza para cenar.

Entré en la cocina seguida de Lola y nos encontramos a mi hermano frente al horno, con un delantal rosa y rojo.

- Si son las tres y media. – Dijo Lola riendo entre dientes.

- Pero luego tengo que ir a hacer deberes y me dará pereza hacer la cena, - Respondió Ben apoyándose en la encimera y mirándola directamente. – Y como Irene no me ayuda... Aún que, pensándolo mejor, es mejor que no me ayude.

- ¿No sabe cocinar?

- Sí sabe. – Rio y se pasó la mano por el pelo. – Hace unas tostadas riquísimas.

Lola rio y se apartó un mechón rebelde tras la oreja.

- ¿Hola, chicos? Sigo aquí, y subimos arriba. – Cogí riendo a Lola de la mano y la arrastré escaleras arriba.

Cerré la puerta con llave y la empujé sobre la cama.

- Hey, ¿qué pasa? – Preguntó carcajeando mientras se incorporaba.

- Nada. – Reí. – Necesito pasármelo bien antes de mi muerte a las seis.

Ella sonrió.

- No creo que te haga nada. Por si no te acuerdas, también conseguirá ser el capitán. – Hizo una leve pausa antes de añadir con voz socarrona y dulce; - Y una cita contigo.

Yo me senté en la cama junto a ella y le revolví el pelo con cariño. No creía que a Thomas le fuese a hacer gracia la condición tan atroz de su propio juego, pero si quería ser capitán iba a tener que aguantarse e ir a una cita con Skylar.

La sonrisa se me borró en cuanto la imagen de Thomas y Skylar riendo juntos en un restaurante a la luz de las velas me vino a la mente. Pero, si quería descubrir de una vez por todas si a Thomas le gustaba Skylar, debía arriesgarme a descubrirlo. Y ni siquiera sabía exactamente si me gustaba a mí, y no quería saberlo, pero de momento todas las pruebas indicaban hacia una respuesta que yo no quería tener que afrontar. 

Puntos suspensivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora