Z.
Estoy furioso.
¿Cuál es el maldito problema de Shawn? ¿Por qué tiene que echarlo todo a perder?
Me iba perfectamente de maravilla antes de que él metiera sus narices donde no le interesaba, Maika estaba siendo dominada por mí exactamente como yo quería y todo marchaba bien hasta que él decidió brindarle ayuda a la chica. Y encima, utilizando a mis hermanos a su favor. Diablos, sólo de recordar la mirada de horror en los ojos de mis pequeños hermanos, mi corazón sufrió más fisuras de las que ya tenía. Aunque... ¿Qué estaba mal conmigo? Jamás me ha importado lo que los demás piensen de mí, pero esto se trata de mi familia. De mi verdadera familia.
Mierdaaa...
Al diablo con todo.
Me levanto de la cama en la que me encuentro mirando como un idiota la espalda de Maika y veo entonces un montón de moretones en ella. ¿Por qué siento una opresión en el pecho? Y una mierda, no pienso dejar que la maldita culpa me invada. Suficiente tengo con el constante recuerdo de Wilhelm y el sonido de su voz cuando Chuck lo asesinó.
Camino al cuarto de baño y tomo una ducha rápida, lanzando la toalla en el suelo de la habitación cuando salgo. No sé qué diablos le pasa a Shawn y su estúpida obsesión con limpiar mi desorden.
Me coloco unos vaqueros, una sudadera negra con capucha y mis usuales botas negras militares de cuero. Paso mis manos por mi cabello en un gesto de frustración mirando a Maika y maldigo entre dientes.
Baja a desayunar.
Dejo esa escueta nota junto a la almohada a su lado y salgo del cuarto como una exhalación. Estoy furioso por no poder encerrarla con llave como debería. Camino a paso rápido hacia el final del pasillo y golpeo la última puerta, dudando un poco.¿Y si no les gusto como soy?
Mierda.
Hasta ahora no me había parado a pensar en que mis hermanos podrían llegar a odiarme. Digo, soy prácticamente un desconocido para ellos. Chuck los alejó de mí cundo apenas eran bebés y es imposible que me recuerden. Así que definitivamente, estoy muerto del miedo. No sé qué esperar exactamente. ¿Debo explicarles en realidad lo que sucede con Maika? Espero por lo que parece ser una eternidad, pero en realidad son sólo minutos, hasta que una linda niña de cabello negro y ojos azules brillantes me recibe con una sonrisa tímida.
― Oh, hola... Zack ―Su suave y dulce voz me envuelve y por un momento pienso que estoy de nuevo junto a mi madre. Es tan parecida... Aclaro mi garganta y miro para otro lado, hacia la habitación.
― Hola, Maggie... ―Paso saliva y me detengo un momento, no sé cómo continuar. ― Uh... ¿Dónde está Sigmund?―Pregunto lentamente.
― Uh... Allí ―Ella señala una silueta que se vislumbra tras la puerta de madera y cristal del balcón de la habitación y veo la melena negra brillante y rebelde del pequeño Sigmund, cinco minutos mayor que Maggie. Ellos son mellizos y tienen diez años, justo lo que pasé en la cárcel cuando Chuck me encerró en ella acusándome injustamente de asesinato.
― Bueno, dile que venga y vamos todos a desayunar ―Consigo decir por fin, respirando aliviado de que una frase coherente haya salido de mi boca.
― De acuerdo ―Murmura ella y desaparece rápidamente por las puertas del balcón.
Veo entonces que cuando ellos se encuentran, Sigmund me mira con recelo y sacude su cabeza. Me tenso de pies a cabeza y espero a que mi corazón deje de latir desbocado, pero no se ralentiza. El niño me lanza una mirada terrible, y, si las miradas matasen y enterrasen a las personas, yo ya estaría a tres metros bajo tierra. Mierda. Observo que Maggie empieza a convencerlo, despotricando cosas y meneando sus manos, y a pesar de que no la puedo oír, agradezco que quiera intentar que el niño venga con nosotros. Pero no creo que lo consiga.
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El Secuestro. (+18)
De TodoÉl tiene un enemigo. Su enemigo tiene una hija. Y él quiere a esa chica para cobrar su venganza. Una venganza por su vida robada. Presa en un mundo donde las drogas, la prostitución y las pandillas son comunes para ella, esta chica debe enfrentarse...