CAPÍTULO 5.

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Z.

Me despierto entre un par de pechos.

Hermosos pechos.

— Maldición —Gruño y me levanto de golpe del cuerpo de la chica cuando me doy cuenta del error. Mierda. Es delicioso, dormí como un maldito bebé, pero el deber llama. Veo que la chica sigue dormida a pesar de que tuve mi cabeza sobre su cuerpo, pero supongo que es porque la noche anterior no se movió o no comió nada.

Diablos.

Lo cansino de secuestrar a alguien es que tienes que preocuparte por la manutención de tus prisioneros hasta que finalmente te deshaces de ellos, del modo que sea. Resoplo y salgo de la cama, dirigiéndome al baño. Tomo una rápida ducha y me visto rápidamente con mi ropa habitual negra. Miro los maletines y las cosas que robé de Chuck y las coloco desordenadamente sobre mi escritorio a lado del balcón. Examino las cosas que hay y las guardo en las gavetas con llave. El dinero, también lo guardo con llave en un baúl a los pies de la cama. Miro entonces a la chica y me da un poco de pena verla atada y desnuda, pero a la mierda. Ahora ella es mía.

Salgo de la habitación y cierro la puerta con llave. Me cuelgo las llaves al cuello con una cadena de oro y la oculto bajo mi camisa. Camino por el pasillo, pasando los cuartos que mis amigos usan para hacer sus cosas y bajo las escaleras, hasta el primer piso, donde la fiesta tuvo lugar anoche. Le he dicho a Shawn que odio estas malditas fiestas porque siempre dejan todo desordenado y sucio, pero lo bueno es ordenarle a todos que limpien todo antes de que me saquen de quicio. O siempre existe la posibilidad de echarlos de mi casa. Y sé que ellos no quieren eso, porque necesitan de mi protección, y yo los necesito a ellos, porque son mis mejores amigos. Son unos idiotas, pero los quiero de todas formas.

Camino por entre las personas desconocidas tiradas en el suelo y serpenteo por entre botellas vacías, cigarros consumidos y residuos de líquidos de aspecto sospechoso. Llego hasta donde está Shawn, envuelto entre dos chicas medio desnudas, tomo la botella de cerveza medio llena en su mano y se la vierto en la cara. Él farfulle cuando se ahoga e intenta respirar frenéticamente. Bien, está despierto.

— ¡Maldición, Z! ¡Odio cuando haces eso! —Jadea Shawn, levantándose de golpe de entre las chicas, las cuales también se despiertan por el movimiento brusco de Shawn. Él se pone de pie y sacude su ropa, pero luego coge su cabeza. Siempre es un niñato con las resacas.

— Saca a esta maldita gente de mi casa y limpia todo si no quieres que todos terminen en la calle —Le digo y tiro la botella al suelo— Y Shawn, esta es la última vez que haces algo como esto mientras yo no estoy... Salí a comprar unas malditas cosas un momento, ¿y haces una fiesta?—Sacudo mi cabeza— Te lo advierto, que no se vuelva a repetir —Digo y me doy la vuelta para ir a la cocina, la cual está casi completamente saqueada y sucia.

Mierda, alguien va a tener que comprar las provisiones para el próximo mes. Suelto una maldición al abrir el refrigerador... ¡Sólo hay dos malditos huevos intactos! Y unas salchichas, un poco de tocino... Y fresas. Hay un yogurt que reservé de la mañana anterior y gracias al cielo está como lo dejé. Reviso las gavetas de mi cocina integral de acero inoxidable y saco una caja de cereal de trigo azucarado. Preparo huevos revueltos con salchichas y tocino, un poco de café, pan francés y un bol lleno de cereales y fresas con el yogurt en la caja a un lado. ¿Es el desayuno correcto para una prisionera? Joder, es la primera vez que me planteo que no tengo ni la más mínima idea acerca de cómo tratar a una mujer secuestrada. Lo del sexo rudo y abusivo estará solucionado en poco tiempo, pero lo demás... Uff, eso sí que no sé cómo hacerlo.

Coloco todo en una bandeja y subo de nuevo a mi cuarto, no sin antes soltar:

— Quiero todo vacío y limpio cuando baje, Shawn —Advierto.

El Secuestro. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora