CAPÍTULO 2.

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CHUCK ANDERSON.

Aparco mi hermoso Cadillac blanco en la entrada de mi casa de playa en Miami y el estruendo de la música a todo volumen inmediatamente me hace pensar que cierta hija mía va a estar en problemas. Furioso, salgo del auto y tiro mi puerta al cerrarla. Mis hombres salen de sus Jeeps como mis escoltas, y les doy una señal con la cabeza para que revisen los alrededores. Camino hacia la casa y Taylor me sigue.

- Taylor... Saca a esta gente de mi casa y trae a mi hija ante mí -Le ordeno y él asiente, adelantándome.

Yo entro por la puerta principal y el desorden del interior me asquea. Demonios. Quedará castigada de por vida con esto. El hecho de que no haya dado mi aprobación para que se case con el idiota de su novio Dustin no quiere decir que haga esto para rebelarse. Cuantos años tiene, ¿trece? Me dirijo hacia el sótano y las alarmas se encienden en mi cabeza cuando veo al fondo de la habitación unas luces parpadeando rojas y azules. Mierda.

Corro con velocidad hacia el lugar y lo que me encuentro me paraliza. La caja fuerte, destrozada. Ha explotado en mil pedazos, literalmente. El idiota que hizo esto es un maldito experto en esto y creo tener idea de quién es. Examino el interior de la caja fuerte y no veo nada de lo que guardé ahí hace tres días. Maldigo entre dientes cuando caigo en la cuenta de que el incompetente ingeniero en circuitos y estas mierdas de seguridad de cajas fuertes no me avisó de inmediato cuando esto sucedió. Lo que me hace sospechar al instante de él.

- Jefe, tiene que ver algo arriba -Taylor llega a mi lado y mira el desastre que tengo- Rayos -Dice y asiento.

- Taylor, averigua donde demonios está Shawn -Le espeto. Veo cómo Taylor saca su móvil y hace una llamada.

- Shawn, reportar -Dice- Ya -Escucha por un rato y me mira. Sé la respuesta con su mirada. - Jefe... Shawn desapareció y nadie lo ha visto desde hace dos días... Es como si hubiera dejado de existir de un momento a otro... Ya lo han buscado en todas partes...

- No en todas partes -Murmuro y miro por última vez mi caja fuerte- Pero sé con quién está, Taylor -Le digo- Sólo que lo dejaremos a él para el final... -Sentencio- ¿Qué querías mostrarme?-Pregunto.

- Es sobre su hija, jefe -Dice y por un momento, mi mundo se paraliza al oír su tono de voz.

- ¿De qué se trata?-Pregunto con voz neutra.

- No está -Suelta.

- ¿Qué?-Espeto.

- Su hija no está, jefe -Repite.

Paso por su lado y subo las escaleras en dirección a la tercera planta.

Llego al cuarto de mi hija y al ver su habitual desorden pero no a ella en medio de todo, solo puedo pensar en que no debí haberle negado nada. Esto solo puede ser mi culpa. Si no la hubiera descuidado, nadie se la hubiera llevado. Camino hacia la cama donde un pedazo de papel con letras gruesas de tinta negra, garabatos familiares grandes y un desorden de palabras se encuentra y leo la nota.

Definitivamente, mi mundo da vueltas.

Z.

Él es el único que se atrevería a hacerme algo como esto.

Nadie se mete con mi hija.

Juro que cueste lo que cueste, lo voy a encontrar y lo voy a matar con mis propias manos si llega a tocarle un solo cabello a mi hija y tengo la plena seguridad de que lo intentará, así que será un placer para mí asesinarlo y librar al mundo de la escoria que él es. Lo odio instintivamente por robar el tesoro de mi amada Julia.

Furioso, rompo el papel en trozos y ladro una orden.

- ¡Búsquenlo! ¡Traigan a Z ante mí para matarlo con mis propias manos! ¡Y quiero a mi hija sana y salva! ¡Ahora, joder! -Grito como un loco cuando todos mis hombres se paran frente a mí como idiotas.

Ellos asienten y se van a hacer sus cosas.

Juro que te encontraré Z.

Y me las pagarás.

El Secuestro. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora