CAPÍTULO 32.

10.7K 556 69
                                    

Maika.

Shawn se encuentra encadenado de brazos y piernas en el centro de una de las habitaciones de los sótanos. Su cuerpo simplemente está lleno de ríos de su propia sangre. Su rostro no se reconoce mucho debido a los golpes que le han propinado. No tiene camisa. Sólo tiene unos raídos pantalones, rotos y sucios. Está descalzo. Está siendo golpeado en el torso por dos hombres y electrocutado con varios Taser por otros tres hombres, dejando su cuerpo lleno de los dardos que contienen los electrodos. No puedo imaginarme el dolor que debe estar sintiendo.

Y pensar que lleva allí dos semanas.

Un jadeo sorprendido me delata y los hombres que están revisando las cámaras de seguridad voltean a mirarme. Ellos me miran con algo de temor en sus expresiones, entonces recuerdo que debo tener un aspecto terrible con el vestido lleno de sangre y el cabello revuelto. Doy un par de pasos hacia atrás cuando ellos cierran completamente la puerta justo sobre mi cara y me doy la vuelta para correr hacia el primer piso. Bajo las escaleras rápidamente y giro hacia un pasillo estrecho que lleva a los sótanos.

Las paredes se ven tan estrechas, que siento como si en cualquier momento pudieran caer sobre mí. Incluso, miro hacia atrás constantemente, porque en mi atrofiada mente siento como si me estuvieran persiguiendo para rebanarme la garganta. No dejo de correr en ningún momento, hasta que llego a esas escaleras de cemento poco iluminadas y de aspecto sombrío. Gritos y gemidos de dolor salen del interior y reconozco de inmediato la voz de Shawn, o lo que era de él.

Tengo que hacer algo.

Bajo rápidamente las escaleras y llego a las puertas dobles de madera vieja que raramente no están custodiadas y trato de abrirlas, pero las perillas no ceden. Empiezo a golpear las puertas con mis puños y justo cuando estaba por empezar a gritar, una mano cubre mi boca y un brazo pasa por mi cintura para levantarme en el aire. Gimoteo contra la mano que me cubre y empiezo a patalear y a pegarle al hombre que me sostiene, hasta que me da la vuelta y puedo ver a mi padre y a Taylor en lo alto de las escaleras.

―¿Qué esperabas lograr, pequeña Maika? ―cuestiona entonces mi padre con voz divertida, una vez que el hombre me deja de nuevo en el suelo, frente a ellos.

―¡Te odio! ―escupo simplemente, arremetiendo contra él y tratando de alcanzarlo con mis uñas, hasta que su hombre agarra mis brazos y los inmoviliza detrás de mi espalda. Me retuerzo en su agarre, pero es inflexible.

―Cariño... Shawn debe ser castigado por su traición ―Me dice simplemente, observando su reloj con desinterés―. Nadie sale vivo después de traicionar mi confianza ―asegura con desdén y entonces me mira a los ojos―. Y tú tampoco lo harás, linda... Tarde o temprano, terminarás como Jennifer y su madre ―sentencia y eso me hace gritar con furia.

―¡Eres un ser despreciable! ―gruño, revolviéndome en las manos de su hombre y logrando moverlo apenas unos pasos de su lugar―. ¡Tarde o temprano morirás como la rata cobarde que eres! ―siseo, y entonces, en un movimiento tan rápido que no alcanzo a ver claramente, siento que mi cabeza es girada con fuerza hacia la derecha debido a la fuerte bofetada que me suelta mi padre. Jadeo y pierdo el equilibrio, respirando con dificultad debido al intenso dolor del golpe. No caigo al suelo porque el hombre me tiene firme en su agarre.

―¡No le hables así a tu padre, niña! ―gruñe mi padre, organizando su corbata y parándose derecho una vez que se aleja de mí. Simplemente lo ignoro y no dejo que las lágrimas se derramen por mis sucias mejillas―. Taylor, encárgate de limpiarla, de llevarla a otra habitación con el mocoso y de conseguirle un vestido nuevo para mañana ―ordena a su hombre de confianza y luego siento que Taylor toma mi codo.

El Secuestro. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora