CAPÍTULO 34.

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Abro mis ojos sobresaltada cuando el auto pasa sobre un bache y el movimiento brusco me hace despertar con pánico. Muevo mi cabeza de un lado a otro y jadeo con fuerza, gritando cuando unos fuertes brazos se posan en mis hombros.

―Tranquila, cálmate, soy yo... Estamos bien, estás a salvo ―Oigo que dice una voz a mi izquierda. Una voz que mi atrofiada mente registra como la de Parker. Me giro para mirarlo y me relajo, asintiendo despacio.

Entonces, me permito explorar mi entorno.

Sigue siendo de noche.

Y aún estamos en el auto.

Me doy cuenta de que me he quedado dormida y estaba sobre el hombro de Parker, ya que Sigmund está recostado en las piernas de Antonio a mi lado. Agradezco en silencio que el cansancio no lo haya dejado despertar por mis gritos. Adelante, el hombre llamado Nevin conduce y Shawn aún sigue como un bulto en el asiento del copiloto, sin dar señales de estar despierto, lo que me hace sentir un poco de desasosiego en el corazón.

Me relajo de nuevo sobre el asiento cuando los latidos de mi corazón se ralentizan un poco, me quedo callada y muy quieta mientras Nevin conduce por la ciudad de Miami hacia nuestro destino. Me doy cuenta entonces de que llevo puesto el saco negro de un traje caro, pero no le doy importancia y me cubro el cuerpo con él todo lo que la tela me permite, preguntándome de quién pueda ser.

Levanto la mirada cuando la carretera termina y empiezan a verse pequeñas calles con enormes mansiones a cada lado. Es muy oscuro aún, pero alcanzo a ver el lujo que las casas desbordan. Es el otro lado de la ciudad, muy lejos de la casa de mi padre. Recordar a ese hombre inevitablemente me hace recordar a Zack y entonces simplemente puedo imaginar lo que ellos pueden estar haciendo en este instante. Seguramente luchado como salvajes en medio del bosque y yo solo puedo rogar al cielo porque Zack sea el único vencedor.

―Hemos llegado ―Brinco un poco en mi asiento cuando la voz profunda de Nevin en el asiento conductor me sorprende y nuestros ojos se cruzan por un instante a través del espejo retrovisor―. Tengan cuidado al bajar ―pide, aunque sé que lo dice solo para mí, y minutos después, se está estacionando detrás de una fila de camionetas, autos caros y Jeeps, frente a una enorme casa que está al final del vecindario y muy alejada de las demás casas.

Me giro hacia Sigmund, pero me doy cuenta que Antonio ya lo tiene en brazos.

―Yo me encargo de llevarlo a su cuarto, no te preocupes, Maika ―Me dice antes de que pueda pensar siquiera en las palabras para decirle.

―Gracias ―Asiento y lo observo bajar del auto con el pequeño en brazos.

Me giro y me encuentro a Parker tendiéndome la mano.

―Te ayudo ―dice simplemente.

―Gracias ―repito al instante y dejo que su mano alcance la mía y que tome mi brazo para que pueda ayudarme a bajar del auto, cosa que realmente agradezco, porque mis piernas están tan débiles, que en realidad pienso que podría caerme al suelo de inmediato.

Parker es muy paciente, me lleva con cuidado hacia el camino de entrada a la casa y lo dejo guiarme, mientras detrás de nosotros, observo por sobre mi hombro que Trenton y Benny ya han salido de sus autos y están ayudando a Nevin a transportar a Shawn hacia adentro. Parker me impulsa dentro de la casa antes de que pueda ver el estado en el que se encuentra y la verdad, no sé si a estas alturas lo soportaría. Creo que finalmente enloquecería.

Aunque no falta mucho para eso.

Nevin se cerciora de que su hermano sea llevado dentro de la casa con cuidado y nos alcanza al instante en el que Trenton y Benny están entrando, distrayéndome del Shawn enrollado en mantas cuando pone su mano en mi cintura y me regala una sonrisa tranquilizadora.

El Secuestro. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora