Z.
— ¿Qué vas a hacer con la chica, Z?
Esa pregunta aún me hace dudar. Lo juro. Pero aun así respondo para salir del paso.
— Matarla —Sentencio y desaparezco por las escaleras.
Con una sensación de desasosiego en mi "corazón".
Algo está empezando a estar mal conmigo y no son precisamente mis deseos de asesinar y torturar a Maika, sino esos deseos de dejar todo tirado y poseerla de maneras diferentes, no para hacer mal, sino un bien. A la mierda, no me entiendo ni yo mismo. Sacudo mi cabeza y saco la llave de mi cuello para abrir la puerta. Entro y lo primero que noto es que la chica está despierta, pero ni repara en mí. Está mirando al techo, con la mirada perdida, los ojos hundidos, la piel pálida y el cuerpo deshecho, casi.
Bueno, sigue siendo hermosa, pero su brillo especial no está.
Y soy el culpable de ello.
Bien, supongo. ¿O no?
— Te traje de comer —Digo hacia ella, pero la chica solo decide ignorarme. Camino hacia ella y coloco la bandeja en la mesa de noche a un lado de mi cama. Me acerco a ella y maniobro las cadenas que la sostienen, para incorporarla contra el cabecero de la cama. Ella mira frente a ella y yo simplemente observo su cuerpo. De nuevo, a la luz del día, su cuerpo empieza a tener vistazos de moretones. Ignoro eso. — Tienes que recuperar fuerzas, Mariposa... Necesito saciar mis deseos contigo más tarde, así que come y toma una ducha... Te estaré esperando y créeme, no soy muy paciente, así que no me provoques —Le advierto y ella resopla.
— Eres un idiota —Murmura, pero la ignoro. Coloco la bandeja con su comida sobre su regazo y tomo la bandeja con mi comida, caminando hacia el escritorio.
Enciendo mi laptop y busco "Orfanato Angelitos Felices" en Brasil y empiezo a comer tranquilamente. Veo de reojo como la chica empieza a comer, extremadamente cautelosa, pero al probar la deliciosa comida de Benny, se le escapa un gemido y ataca la comida como si de ello dependiera su vida. Reprimo una sonrisa y luego frunzo el ceño. ¿Qué demonios? Nunca suelo sonreír. ¿Qué está mal conmigo? Sacudo mi cabeza y sigo con mi búsqueda.
Tienen refugiados a más de dos mil niños de todos los países, es un orfanato reciente y ha estado luchando contra el maltrato y abandono de los niños. Tienen un registro de todos los niños que han recibido, pero no es permitido verlo por internet. Frunzo el ceño aún más y siento la penetrante mirada de alguien sobre mí. Levanto la vista y mis ojos se cruzan con los de la chica, pero ella aparta la mirada hacia otro lado y sigue comiendo como si no hubiera estado husmeando mi expresión.
Miro de nuevo la pantalla y veo que hay algo interesante. Los niños pueden ser entregados a su familia biológica siempre y cuando se presenten todos los documentos necesarios. Shawn se encargará de eso. Una sensación extraña aletea en mi pecho y me doy cuenta de que es anticipación, ansiedad y miedo. Si, miedo. Miedo de que ellos no me acepten cuando vengan a vivir conmigo. Es algo que me aterroriza tanto, que empiezo a creer en las palabras de los chicos. Ellos se darán cuenta de la clase de escoria que soy y me odiarán. Demonios. Termino de comer y veo a la chica. Ella ya ha acabado de comer y está mirando sus manos con desesperanza. Así como yo me siento. Triste. Desolado. Arruinado. Me acerco a ella, recojo las bandejas de ella y mías y salgo de la habitación, no sin antes darle una orden.
— Date una ducha, y no hagas nada estúpido, vendré por ti —Le digo y salgo de mi cuarto, colocándole llave a la puerta. Espero unos minutos en silencio tras la puerta y oigo luego el tintineo metálico de sus cadenas junto a sus pasos lentos. Acerco más mi oído y más tarde, oigo el agua de la ducha.
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El Secuestro. (+18)
AcakÉl tiene un enemigo. Su enemigo tiene una hija. Y él quiere a esa chica para cobrar su venganza. Una venganza por su vida robada. Presa en un mundo donde las drogas, la prostitución y las pandillas son comunes para ella, esta chica debe enfrentarse...