MAIKA.
Mis ojos oscilan abiertos, pero algo se siente diferente.
No estoy atada.
Sigo desnuda, y con la venda en los ojos, pero ya no siento la crueldad de las cuerdas clavándose en mi carne. Me apresuro a quitarme la venda y mis ojos se entrecierran con un poco de dolor cuando la brillante luz del sol que se cuela por las ventanas choca de lleno contra mis ojos. Me siento de golpe en la cama y miro alrededor. Estoy sola, pero temo que eso no dure siempre. Veo algo de reojo en la cama y me doy cuenta que es una nota. Miro de lejos qué es lo que dice, porque no quiero en realidad saberlo, pero agradezco hacerlo. Puedo vestirme y comer. Justo entonces me doy cuenta de que tengo un hambre terrible que perfora mi estómago, además de que el maldito dolor de cabeza de la noche anterior se ha convertido en una migraña.
Releo la nota:
Tengo que salir.
Tú y yo tenemos asuntos pendientes, así que volveré.
Para reclamarte finalmente como mía.
Colócate algo de la bolsa que dejo junto a ti.
Y desayuna, o no tendrás fuerzas para lo que tengo preparado para ti.
Y durarás mucho tiempo conmigo antes de que finalmente me deshaga de ti.
No me provoques.
Z.
Ja, ¿que no lo provoque? ¿Reclamarme?
¿Quién demonios es ese hombre?
Miro dentro de la bolsa y me sonrojo. Ay, Dios. No me colocaba nada de esto ni para Dustin y no sé por qué tengo que hacerlo para un desconocido. ¿Podré usar la ducha? Antes de que no se me permita hacer de las mías, corro hacia el baño como si de eso dependiera mi vida. Si muero, quiero morir limpia. Me apresuro dentro y observo alrededor. Todo adentro huele a hombre y veo muchas cosas que me dan ganas de usar simplemente por joderle la vida a ese hombre. Entro en la ducha y busco un gel de baño. Dejo que el agua caiga sobre mí un buen rato y luego me aplico el gel de baño del hombre que huele realmente bien.
De repente, me entra el pánico. ¿Y si me mata por esto? Me encojo de hombros y termino de limpiarme cómodamente. Veo unas toallas mullidas en una percha de madera muy bonita y me seco con ellas. Las dejo ahí de nuevo y me miro al espejo. Dios, estoy horrible. Tengo sombras bajo los ojos, tengo pequeños moretones en las comisuras de la boca donde estuvo la mordaza y mis muñecas y tobillos están a punto de quedar en carne viva. Veo incluso leves moretones en mis muslos y mi vientre donde el hombre me apretó anoche con fuerza para impedir que me moviera. Siempre he sido de piel delicadísima.
Salgo del baño y me dirijo a la cama, donde una bolsa negra deportiva descansa sobre las colchas. Saco todo lo que hay dentro y me asombro al ver lo que hay. ¿Qué clase de loco psicópata es este hombre? ¿Quiere que sea su esclava sexual o qué? Bueno, a juzgar por su comportamiento de anoche, esa es su misión para mí. Tengo mucho miedo, en serio, y es la primera vez que siento eso en toda mi vida. Siempre he sido muy segura acerca de todo y esto no debería ser diferente, pero temo que no puedo controlar lo que ese hombre me haga.
Diosss...
Veo que hay toda clase de camisones sexys en la maleta, junto con una gran variedad de tacones de aguja de aspecto rompe–cuello. Una pregunta: ¿Cómo hizo para saber mi talla? Bueno, sí pudo secuestrarme seguro que pudo averiguar todo sobre mí. Elijo un camisón sexy de seda de color negro con el bajo de la falda y el escote en encaje del mismo color, y tiene estas pequeñas bragas a juego y nada más. Demonios, no puedo evitar que el nerviosismo y la anticipación me inunden. ¿Qué va a hacer conmigo? Elijo unos tacones de aguja Christian Louboutin de suela roja de doce centímetros y los pruebo, caminando alrededor de la cama. Los amo. Son los que suelo usar todos los días y es algo de normalidad en esta situación tan terrible en la que me encuentro.
ESTÁS LEYENDO
El Secuestro. (+18)
AcakÉl tiene un enemigo. Su enemigo tiene una hija. Y él quiere a esa chica para cobrar su venganza. Una venganza por su vida robada. Presa en un mundo donde las drogas, la prostitución y las pandillas son comunes para ella, esta chica debe enfrentarse...