EPÍLOGO.

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ZACK.

La vida después de Chuck es asombrosa y pacífica.

Y se siente como si nada hubiera pasado, aunque los recuerdos me asechen de vez en cuando.

Mi pequeño Oliver ya tiene un año y tres meses cumplidos, y aunque quiero más hijos, he decidido respetar la decisión de Maika de esperar unos cuantos años más. Y sé que la espera se me hará eterna, pero por lo menos voy a poder disfrutar de su cuerpo sin ninguna restricción.

Maika ya ha terminado sus estudios y ahora es una gran abogada, especializada en criminología. Tuvo que terminar su carrera en el último año, pero finalmente puede hacer lo que le gusta. Estamos viviendo en Nueva York, ciudad en la que, curiosamente nos enteramos gracias a Sam Finnegan, que es la ciudad natal de Maika. Él nos contó que Julia Santos y Rick Adams se conocieron en la Universidad de Nueva York, pero que decidieron empezar su vida juntos en Miami en cuanto terminaron de estudiar, debido al trabajo de Rick como agente del FBI.

Maika se puso muy feliz al saber algo nuevo acerca de su nacimiento y le propuse irnos a vivir definitivamente a Nueva York, ciudad en la que finalmente nos encontramos y donde compré una amplia casa en Staten Island para nosotros. Samantha Philliphs finalmente se recuperó de su rehabilitación en el sanatorio y ahora vive con nosotros como la abuela del año. Es tan buena con Maika y con mi pequeño Oliver, que no puedo negarme a tenerla como suegra. Es simplemente asombrosa y la casa es lo suficientemente grande como para darnos la privacidad que Maika y yo merecemos.

Los chicos también decidieron tomar sus propios caminos, y a pesar de lo que yo pensaba, no se alejaron mucho de mí. Nos siguieron aquí a Nueva York. Benny consiguió un trabajo como chef en un restaurante famoso en Manhattan. Trenton, Parker y Antonio montaron un bar nocturno en Brooklyn. Dexter fue por su molesta hermana Sabrinne a Madrid y regresó junto a ella para ponerla a estudiar en la Universidad de Columbia mientras él consiguió trabajo en una famosa fábrica de autos con lo que había estudiado: ingeniería física. Todo un cerebrito. Y desde luego, Taylor, el tío de Maika consiguió trabajo como profesor de literatura e historia en la Universidad de Nueva York, misma en la que se había graduado con honores antes de que todo se fuera a la mierda.

Leyna y Nevin regresaron junto a Ray, los gemelos y la pequeña niña cuyo nombre no recuerdo, a Rusia, donde una casa para ellos les esperaba para tener una vida pacífica y sin interrupciones de ningún tipo. Shawn, por otro lado, se casó con una despampanante rubia llamada Kayla en nada más y nada menos que en Las Vegas, mientras hacía un viaje de trabajo a dicha ciudad. Y sí, él trabaja en lo que es bueno, como el jefe de seguridad informática de una renombrada empresa en Nueva York.

Y finalmente, Maika y yo, aquí estamos, diciendo la maldita palabra mágica que unirá nuestras vidas para siempre.

―¿...acepta usted a la señorita Maika, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y hasta que la muerte los separe? ―pregunta el bendito cura.

―Acepto ―respondo incluso antes de que termine, mientras deslizo el anillo de bodas en su dedo anular de la mano derecha, allí donde el anillo de compromiso que le dí a Maika hace tanto tiempo ya ha sido cambiado.

―Y usted, señorita Maika, ¿acepta usted al señor Zackary, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y hasta que la muerte los separe? ―cuestiona el hombre a mi chica y ella le responde con una radiante sonrisa.

―Acepto ―dice hermosamente, colocándome el puto anillo de bodas que escogimos juntos y que me encanta cómo luce en mi mano, a juego con el suyo.

Es innegable.

Ella es definitivamente mía.

―Puede besar a la novia ―ofrece el cura y me olvido de todo lo demás.

El Secuestro. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora