28. Donde hubo fuego..

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Fue una cena maravillosa a pesar de todo, hubo risas, recuerdos y era muy gratificante saber que la familia nos consideraba a mi y a mi madre como parte ellos, Izrael y su novia no participaron tanto de las conversaciones, Adam se encargó de que todas las conversaciones giraran en torno a el, gracias a Dios por eso.

-Me llevaré a esta señorita de aquí- dijo Adam tocando mis hombros, minutos después del postre.

-Nooo- dije haciendo pucheros como si fuera niña- quédate a escuchar esta historia.

-Eso puede esperar, vamos a terminar esa conversación que tenemos pendiente- Dijo delante de todos, salí tomada de sus manos hasta el jardín, cosa que era muy común en nosotros y nos sentamos en el gazebo del jardín– ¿Que ha pasado aquí?- preguntó en tono serio

-¿A qué te refieres?- dije como si no supiera de que hablaba.

-Bueno, hablo contigo todos los días, me dices que estas conociendo a alguien, pero ni siquiera puedes decirme su nombre, de pronto me entero que Izrael se comprometió y tu desapareces, nadie sabe tu numero de telefono ¿Quieres que te dé mis conclusiones?- me quedé en silencio pues no sabía ni como explicarle -Es el más estúpido de todos- dijo al darse cuenta que no tenia ganas de hablar de el.

-Lo sé- dije bajando mi cabeza – ¿Que harás ahora?- pregunté para salir del tema

-No sé, pienso mudarme solo, papa me pidió que trabajara con él y creo que no estaría mal.

-Creo que te iría muy bien- sonreí y le di un abrazo

-Te he extrañado mucho-dijo correspondiendo el abrazo.

-Yo a ti- contesté – Será mejor que regreses, tu madre debe estar buscándote

-Sipp, seguro- me dio un beso en la mejilla –nos vemos en un rato

Me quedé sentada en el gazebo, dejando que el aire fresco me tranquilizara un poco, me sentía frustrada por querer compartir con mi madre y los demás y a la vez no quería ver a nadie, todo en mi vida marchaba bien, pero no estar con Izrael hacia todo un desastre, respiré profundo para levantarme del banco y volver a la casa, cuando vi la sombra de alguien acercarse a mi, era Izrael, llevaba un traje hermoso, había cambiado bastante en tan poco tiempo,  ya no lucia como un chico, se había convertido en todo un hombre, se veía irresistible para mi.

-Hola- dijo en un tono apagado -asumí que estarías aquí.

-Sí, de hecho ya me iba- dije levantándome de la banco.

-Viviana- me detuvo tomándome del brazo – ¿Podemos hablar?

-No Izrael, no hay nada que hablar- dije siguiendo mi camino, el me siguió.

-Por qué Viviana, por que te cuesta tanto escucharme- No me detuve ante sus palabras, no quería escuchar nada de el después de lo que me dijo aquel día en mi departamento y justo cuando pasábamos por el cuarto de herramientas me tomó del brazo y me llevó hasta adentro, cerró la puerta y paró justo en frente de mi.

-Que haces?-Dije molesta – Si no me dejas salir gritaré

-Desde aquí nadie te va a escuchar- y puso en sus labios esa sonrisa seductora

-Vas a hacer lo que hiciste en tu cumpleaños

-Que hice ese día?- preguntó confundido, yo recordé que habia decidido nunca decirle de ese horroroso día

-Olvídalo, solo necesito que me dejes salir.

-No, dime que te hice-Volvió a insistir- yo te pregunté y me dijiste que te di un beso, pasó algo más?

-No, no paso nada más, quiero que me dejes salir- le repetí una vez más.

-Viviana, solo déjame hablarte, decirte lo que siento

-Nada de lo que digas tendrá sentido para mi

-Yo sé que te he herido de muchas formas- lo detuve

-Izrael no empieces- el continuaba hablando y yo solo le pedía que se callara, pero no me escuchaba, así que mi primer instinto fue ocupar sus labios para que de estos no saliera nada más, me abalancé sobre el y lo besé,para acabar con el poco de dignidad que me quedaba, rápidamente me siguió los pasos y luego ya no pudimos detenernos, una cosa llevó a la otra y de pronto yo me encontraba sobre una mesa y el continuaba de pie besándome, no entendía que pasaba era algo que ni siquiera podía explicar, como es que no podía ser capaz de controlar mis movimientos?

-Lo siento- dije separándome de el-Lo siento de verdad, no puedo hace esto- el estaba tan confundido que ni siquiera reaccionó para impedirme salir y fue lo mejor, me hubiese arrepentido toda mi vida de cometer ese error, aunque en el momento muriera de ganas.

VivianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora