37. Café de media noche

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Había terminado esta relación en tantas ocasiones que no recuerdo y sin embargo esa, esa se sintió como el final, una sensación que no puedo explicar, entre tristeza al pensar en los buenos momentos y felicidad porque me desprendí de un amor poco saludable, así me sentía, por momentos vacía, pero dentro de mi algo me decía que lo mejor estaba por venir.

Estaba en mi cocina con mi café en la mano como cualquier otra mañana de domingo, pero esta era diferente, en mis manos sostenía una invitación que no entiendo de que manera llegó a la puerta de mi casa, ¿Quién invita una exnovia a su boda? Ahora me rio porque es un acto de descaro, esto tiene que ser obra de Alexa que en 2 años no ha superado lo que paso y que continúa tratando de investigar cómo fue que Izrael se enamoró de mí.

Por supuesto no me atrevería a ir a la boda, aunque las cosas con Elizabeth se hayan tranquilizado un poco, no he vuelto a esa casa y no pretendía hacerlo en esta ocasión, aunque mi salida de la casa de los Saad fue un desastre, no me alejé de los que verdaderamente me importan, Adam viene cada semana a visitar a Arlet y su relación está cada vez más fuerte, los gemelos me llaman cada cierto tiempo y de Izrael......bueno, ese tema está prohibido aquí.

-Buen día Hermosa- recibí un mensaje de Max, suspiré, hace poco comenzamos a salir, no me sentía preparada para una nueva relación sin organizar mi vida, pero Max me lo hacía difícil, es tan caballeroso como solía ser Izrael con la diferencia de que no le importa presumirme cuando lo acompaño y no puedo mentir, por momentos sentía que cualquier persona sería incapaz de enamorarse de mí

-Hola! Como dormiste? Contesté

-Mejor si hubieses estado aquí

-Jejeje- fue lo único conteste, con mi cara sonrojada, pero sin ánimos de seguirle el juego

-¿Quieres salir más tarde?

-Mmmm, Está bien- le contesté

Puse mi teléfono abajo y tomé el pedazo de papel dorado que todavía sostenía, el zafacón de la cocina era un lugar adecuado para tan linda invitación, Arlet aún dormía y en mi único día libre no me quedó más que limpiar el apartamento, hacer las compras, terminar mi libro y después me cambié para salir con Max.

-Bellísima- Dijo al verme, como de costumbre me saludó con un abrazo en el que sus fuertes brazos me cubrían.

-Tú no te quedas atrás – me monté en su vehículo y como siempre indecisos de saber que comer terminamos en los Foodtrucks del mercado, comiendo hamburguesas y Coca Cola.

-No me ayudas para nada trayéndome aquí- dije bromeando

-Es un sacrificio que haces por mí- se acercó a mi como si fuera besarme y luego dijo -Tienes mayonesa en la boca- y la retiró con sus dedos.

-¡Gracias!- dije sonrojada, Dios! No soy una adolescente para sentir estas cosas

-Quieres ir a mi casa? te puedo preparar un café

-Mi mama no me deja ir a casa de extraños

-Pero yo ya no soy un extraño- dijo sosteniendo mi mano, negué con la cabeza

-Tu no tienes cafetera en tu casa

- Como estas tan segura si nunca me has visitado? – Sonreí, si ya habia estado en su casa en varias ocasiones, si, solo besos, besos y más besos.

-Mmmmm, tienes razón, no puedo hacer afirmaciones a la ligera, además un café a media noche no le cae mal a nadie. 

VivianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora