8. Algunas cosas nunca cambian

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Había tenido una noche muy difícil y una mañana que iba peor, me dolía de solo pensar que mi madre ya estaba en un avión camino a otro país y que por primera vez en mi vida me iba a quedar sola, fue una mañana muy emotiva y antes de salir de casa para irse solo pronuncio unas palabras.

-Izrael, ven acá por favor- lo llamo justo desde la puerta- sabes que eres como un hijo para mí.

-y tú eres como una madre- contesto con sus ojos aguados.

-Te quiero, pórtate bien y no me decepciones- decía mientras lo abrazaba y aunque podía referirse a cualquier cosa, yo sabía muy bien que hablaba de mí y en el camino lo confirme, ella iba tomada de mi mano, se que quería decirme muchas cosas, pero su orgullo de madre fuerte no la dejaba.

-Viviana, ¿sabes que debes olvidarte de él verdad?- Fue lo único que dijo justo antes de alejarse de mí.

- mamá yo no siento nada por el- al parecer eso era lo único que podía preocuparle a mi madre, me fui a la escuela con una tristeza enorme, el día parecía eterno, no dormí en toda la noche y solo quería llegar a la casa y acostarme, aunque cuidar a los gemelos no me lo permitiría.

Me dirigí a tomar el autobús para ir a casa, Arlet iba conmigo

-Wow Viviana! - Gritó Arlet colocando uno de sus brazos delante de mí, obligándome a detenerme- Mira que maquina de carro - dijo señalando el auto rojo en la entrada que estaba ya rodeado por varios estudiantes que lo miraban asombrados.

- Arlet no seas exagerada- Le dije aún con mis ojos fijos en el carro casi idéntico al que le habían regalado a Izrael hace unos meses, pero eso no era posible porque él nunca iba al colegio en su auto y además es muy temprano para que haya salido del colegio.

-Ven, ven vamos a verlo- Arlet me tomó por un brazo y casi me arrastro hasta el lugar, cuando me acercaba confirmé que se trataba de él, comenzó a gritar mi nombre, me di la vuelta para caminar por el otro lado, el continuaba llamándome y todos me miraban.

-Oye, Oye ¿Qué pasa? vengo a buscarte y tú me huyes- dijo agitado al alcanzarme.

-Izrael ¿qué haces aquí?- le dije cruzando mis brazos

-Vine a buscarte- contesto con una gran sonrisa en su rostro, esa hermosa sonrisa que amaba.

-¿y por qué has salido tan temprano?- pregunté alzando las cejas

-Me escapé, pero ya deja el interrogatorio que nana se haya ido no quiere decir que tu harás su trabajo- me tomó de las manos y me llevó hasta el carro, yo moría de la vergüenza, mañana todo el mundo me estará haciendo preguntas y lo que menos quiero es dar explicaciones.

-Nos vemos- se despidió de los chicos que lo rodeaban como si se conocieran de hace tiempo, antes de subir vi a Arlet decir adiós y la llame para que viniera.

– ¿llevemos a Arlet si?- además de que ayudaría a mi amiga, las preguntas serán menos extrañas mañana y además evito que Izra se pase de la raya.

-Está bien, pero ya ves que este carro no tiene mucho espacio-

- Que quieres decir con eso?- Fruncí el ceño-Está bien que no somos modelos, pero no es para tanto- el sonrió, señalé a Arlet que entrara y nos fuimos, todo el camino ambos iban hablando, eran como dos cotorras, me gustaba ver que se llevaban tan bien, dejamos a Arlet en su casa y nos dirigimos a la mansión, yo estaba muy preocupada de que uno de los señores estuviera al momento de llegar y aunque no dije nada Izra pudo notarlo.

-Tranquila, no están en casa- sentí como colocó su mano sobre la mía, yo la retiré de inmediato.

-¿De qué hablas?- dije confundida ¿acaso podía leer mi mente?

-De mis padres, ¿eso es lo que te preocupan no?

-No, mi madre se fue hoy, eso es lo que me preocupa y a todo esto ¿por qué me has buscado?

-Porque quería pedirte algo- estacionó el auto

-y ¿qué es lo que quieres pedirme?- pregunté intrigada

-quiero que vayas a un lugar conmigo- lo miré fijamente –no quiero que me preguntes donde, solo que confíes en mi - dijo y volvió a colocar su mano sobre la mía, la iba a retirar de nuevo, pero apretó tan fuerte que no pude soltarme y para ser sincera no quería hacerlo.

-¿y a dónde vamos?- pregunté curiosa.

-Es algo que quiero enseñarte desde hace mucho- traté de sacarle información, pero era imposible- y no te preocupes por los gemelos, le dije a mi madre que me acompañarías- me quedé más tranquila después de eso, corrimos bastante y ya me estaba preocupando y no tenia teléfono para llamar a María, después de unas tres horas llegamos a un edificio muy lujoso.

-¿Qué es esto?- pregunté antes de bajar del coche

-Ya deja tu impaciencia Vi- bajamos del coche y entramos hacia un ascensor, subimos al cuarto piso y al llegar había una hermosa puerta de madera y muy grande, sacó una tarjeta de su billetera y abrió la puerta.

-¿Esto es tuyo?- pregunté asombrada, era un departamento hermoso, me acerqué a una pequeña mesa en la entrada y habían portar retratos con fotos de Izrael y la familia.

-Si- se acercó por mi espalda mientras estaba mirando el retrato, colocó su cabeza en mi hombro y tomó mi cintura, estremeciendo todo mi ser, algo que no podía permitirme, así que me alejé de él -recuerdas la universidad donde estudiaremos?

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-Si- se acercó por mi espalda mientras estaba mirando el retrato, colocó su cabeza en mi hombro y tomó mi cintura, estremeciendo todo mi ser, algo que no podía permitirme, así que me alejé de él -recuerdas la universidad donde estudiaremos?

-Sí, claro que lo recuerdo- le dije, tratando de pretender que lo que pasó hace unos segundos no fue nada

-Es aquí cerca, mis padres me regalaron este departamento para que viva aquí mientras voy a la universidad.

-Wow tienes mucha suerte, es muy hermoso - caminaba asombrada viendo todo el lugar.

-¿Tu ya has buscado donde vivirás?- dijo mientras me seguía hasta la cocina.

-Yo, ni siquiera lo había pensado- en menos de dos meses terminaría la secundaria y no tenía idea de donde iba a vivir, aunque si tenía claro que alquilar un cuarto sería lo más conveniente.

-Estaba pensando que puedes quedarte aquí conmigo...

VivianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora