Free Wifi |Fillie|

18.

Finn se sentía en las nubes, el besar los suaves labios de Millie lo había llevado al cielo, no, incluso a otra galaxia.

Finn era gentil y dulce, Millie era suave y tierna, el maldito mejor beso de sus jodidas vidas. En el momento en el que Finn intentó alejarse, Millie lo tomó de la parte posterior de su cabeza y comenzó a dejar suaves pequeños besos en sus labios. El primero en la comisura, luego en su labio inferior y por último uno prolongado en sus labios que los dejó sin aliento y con la obligación de separarse.

—Dime por favor que esto no es un sueño—el pecoso suspira sobre los labios de la castaña que lo vuelve a besar. Es una batalla que no parece tener fin.

—Si esto llega a ser un sueño, juro que cuando despierte voy a lanzarme de un edificio—Millie aprovecha la pequeña pausa que habían realizado para responderle al chico y tomar algo de aire. Esta vez fue Finn el que la volvió a acercar a sus labios. Cualquier persona que los hubiera visto se habría dado cuenta de la química entre ellos.

—Dios, espera—el chico se aleja tan solo un par de centímetros del cuerpo de la castaña la cual realiza un leve puchero ante su acto anterior, Millie desliza sus manos desde su cuello hasta su pecho donde las reposa tranquilamente dejando al pecoso sin aliento—. ¿Yo... Te gusto? ¿Por qué?

Finn luce como una adolescente insegura de 14 años, esto provoca una suave risa por parte de la castaña la cual vuelve a juntar sus labios en un beso más corto.

—¿Por qué, Finn? Eres perfecto—la chica exclama con obviedad. Sintiendo los acelerados latidos del corazón del pecoso.

—¿Perfecto, yo? ¿Acaso te has vuelto loca?—Finn suelta una risa sobre sus labios, Millie aprovecha aquel momento para darle un beso rápido a su labio inferior.

—Tan solo un poco, pero me encanta estarlo—le responde después de un tiempo.

Después de terminar su larga sesión de besos, Finn decide llevarla a casa, los dos cantan cualquier canción melosa que encuentran en la radio, el pecoso aprovechaba cada oportunidad que tenía para poder tomar su mano y dejarle suaves besos en sus nudillos mientras manejaba. Millie creía que se veía tan guapo como el infierno con su vista concentrada en el camino mientras le daba un beso a su mano.

Al llegar, ninguno de los dos sabía como despedirse, en un acto de valentía la castaña se inclinó a besarlo por unos largos segundos para después entrar a su casa con una sonrisa de oreja a oreja. En una velocidad impresionante, se dirigió hacia su ventana, Finn aún seguía allí parado, tocando con su dedo índice sus labios acompañado de una sonrisa algo idiotizada. La castaña pudo observar como el pecoso agitó su puño en el aire en señal de triunfo y después de aquello subir a su auto y emprender viaje a su casa.

—No puedo creer que hayas tenido el descaro de mentirle a tu propia hermana—la castaña da un salto al escuchar la acusadora voz de Ava que al parecer estaba a su lado, y que si no estaba mal, había estado allí por un largo tiempo.

—Maldición, Ava. Casi me da un infarto—Millie lleva una mano a su pecho mientras la mira con ojos entrecerrados. Su pequeña hermana sonríe de oreja a oreja mientras extiende una de sus manos hacia la mayor, que después de unos segundos de confusión capta el mensaje y rodando los ojos deja aquel billete de dos dólares en la palma de su mano.

Su madre había tenido la brillante idea de quitarle el mal vocabulario a su familia de mala manera. Cada vez que alguno decía alguna palabrota en presencia de Ava Brown era obligado a pagarle dos dólares. En pocas palabras, entre su padre, hermano y ella habían estado cumpliendo los caprichos de la pequeña. Manera de explicar sus bonitos tenis rosados nuevos que se encontraban en sus pies justo en aquel momento.

Además, no tenía ganas de escuchar a Ava contándole a sus padres quien sabe que cosas acerca de Finn.

—Tu novio es guapo—Ava observa hacia la ventana en pose pensativa.

—Aún no es mi novio... Pero en verdad que lo es—Millie muerde su labio inferior conteniendo una obvia sonrisa, fijando su vista al igual que su hermana sobre el lugar donde el carro de Finn estaba hace unos segundos.

—Deja de mentirme, acabo de verlos besándose—Ava realiza su mejor expresión de disgusto lo cual provoca que la castaña se ría por unos segundos.

—No es tan fácil como parece—dice con voz de experta, su hermana menor gira sus ojos y se va después de soltar un bufido con la palabra "adolescentes" Entre dientes como a modo de queja.

Después de saludar a sus padres se dirige a su habitación, y con el teléfono que acababa de robarle a Charlie, llamó a Sophia. Tenía que contarle todo lo que había pasado aquella noche a alguien, y la pelirroja era la mejor opción en aquel momento.

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—¡¿Qué ustedes que?!—Sophia y Gaten exclaman desde el otro lado de la línea. La castaña suelta una risa suave.

—Shh, harán que mis padres me descubran—Millie los calla entre risas.

—¡Al demonio tus padres! ¡Esto es fantástico! ¡Mi ship se ha vuelto realidad!—Gaten exclama emocionado, la dos chicas sueltan una  risotada ante sus palabras.

—Demonios, necesito todos los detalles en persona, ya voy para allá. Tendremos una noche de chicas—Sophia chilla emocionada provocando que Millie sonría aún más y que acepte de inmediato.

—Genial ¡Noche de chicas! Nunca he estado en alguna que no sea de mi hermana—Gaten exclama aún más emocionado. Un silencio sepulcral se forma en la línea.

—Gaten, fuera de mi auto, tu no estás invitado—la pelirroja lo reprende mientras detiene su auto. Millie puede jurar que escuchó una conversación de por lo menos unos diez minutos entre los dos adolescentes. Al final, Sophia resultó victoriosa.

—Querida Millister, me habría encantado ir pero al parecer la envidiosa de Sophia no está muy de acuerdo con aquello—Gaten es toda una reina del drama.

—No hay problema, Gates. Otro día será—Millie trata de consolarlo mientras el chico abandona el carro.

Después de unos 15 minutos, la chica llega con su maleta lista y una sonrisa torcida. En donde las dos están buscando obtener más información sobre la problemática Finn Wolfhard.

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