12.

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El camino a la cafetería Vitale fue realmente incómodo, ninguno de los dos adolescentes tenía idea alguna de como sacar a flote una conversación,  Millie pateaba algunas piedritas que se cruzaban entre sus pies mientras Edward tarareaba alguna canción pop melosa para aligerar un poco el incomodo ambiente que se había formado.

Al llegar a la cafetería, Millie no pudo evitar notar como el auto de Finn se encontraba estacionado a tan solo a unos metros, como si el destino se burlara de ella, sus esperazans de que solo tal vez no tendría que verlo a los ojos mientras charlaba con Edward se desvanecían cada segundo.

Los dos entraron al local y fue cuestión de minutos para que encontraran una mesa vacía, Millie no tardó en notar el simple detalle de que Finn siempre le abría la puerta y le daba el paso, o se encargaba de dejarla tomar asiento primero, aspecto que claramente Edward dejó pasar, sintió un atisbo de alivio al no ver a Finn atendiendo mesas.

—¿Y bien? ¿De qué querías hablar?—la castaña decide ser directa después de unos largos segundos de silencio, por alguna extraña razón se encontraba de nuevo en su interior divagando sobre el como evitar el ser vista por Wolfhard en compañía de otro chico.

—Oh.— Edward luce algo sorprendido por la manera espontánea al momento de hablar de la chica—. Yo... No sé como empezar. Necesito a alguien que me escuche, que me de algún consejo... En las últimas semanas me he sentido atraído por... Otra persona, y todo ha sido tan confuso para mí teniendo en cuenta que aún me encuentro en una relación formal con Iris—el chico de ojos claros suspira con melancolía.

Millie lo observa en silencio por unos segundos, esperando a que el chico continue, sin embargo este parece haberse distraído con las servilletas que decoraban la mesa, la menor no sabía con certeza si tan solo estaba plasmando su atención en aquel objeto para analizar sus palabras o tan solo dejar el tema de lado.

Toma la decisión de detener los movimientos del jugador de fútbol agarrando su mano, grave error.

—Cafetería Vitale, es un gusto atenderlos esta tarde, he traído los menús—Jaeden los atiende, con una sonrisa algo aterradora en sus labios, observando las manos entrelazadas de los dos jovenes.

Millie separa sus manos de inmediato, observando cada expresión del chico de ojos claros que al parecer la hacía sin motivo aparente, de todos modos, ella tampoco se siente muy a gusto con la presencia de Jaeden, no le agradaba la manera en el que el chico protegía a Finn.

—Muchas gracias—Edward ni siquiera notó el ambiente tenso que se había formado.

—En un momento estaré aquí para tomar sus ordenes, jovenes tortolos—soltando una risa complice, el chico se dirige a la cocina a la velocidad del sonido, con su mirafa buscaba desesperadamente al chico de pecas, el cual ahora se encontraba sacando algunas cosas del horno.

Se alistó mentalmente para jugarse la maldita actuación de su vida, pondría en práctica todo lo que aprendió viendo aquellas telenovelas mexicanas que su niñera solía ver todas las tardes.

—Finnlard—trata de sonar como un pobre cachorrito herido, claro que funciona, ya que su amigo se gira de inmediato con mirada de preocupación.

—¿Está todo bien Jae?—se acerca al chico de ojos claros mientras lo observa de manera detenida.

—No tanto, me he empezado a sentir realmente mal, me encontraba atendiendo a una pareja de enamorados, ya sabes, se agarraban de las manos y todo, pensaba lo hermoso que es el amor y sobre el arte de la comprensión... Cuando me entraron las ganas de vomitar todo mi almuerzo—joder, era tan buen actor, tendrían que contratarlo en alguna película de inmediato.

Free Wifi |Fillie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora