Millie se aplicaba brillo de labios mientras que escuchaba los fuertes alaridos que provenían del teléfono de su hermano que podía interpretar fácilmente como insultos en español por su amiga latina. Había discutido nuevamente con Noah al parecer.
—•Ya me vale verga lo que haga con su vida, por mí puede irse a una maldita guerra y me valdría tres hectáreas de mierda, no, que digo tres, veinte•— la chica exclamaba sin cesar a una velocidad impresionante.
—Cariño, respira. Por favor ve más lento y... En inglés— se ríe ante el nerviosismo de su amiga morena que suelta un bufido irónico al escuchar sus palabras.
—Bien, lo siento, es que... Noah me vuelve loca como en todos los sentidos de la palabra— admite después de unos segundos en aquel tono de rendición que provoca una risa en la castaña.
—•¡María José! ¡Baja a cenar con la familia!•— la madre de su amiga da un grito demasiado fuerte como para su edad desde la cocina.
—•Oh, mierda•— la morena salta en su lugar con su mejor expresión de horror— Hablamos después, Millie. Que tengas un feliz año nuevo y disfruta aquella fiesta— Majo se despide de manera fugaz mientras era altamente presionada por su madre para colgar el teléfono.
—Adiós •pendeja•, mandale saludos de mi parte a Noah— decide burlarse de la chica un poco antes de colgar.
—Ni en sueños le hablaré a ese idiota—la chica resopla una vez más.
—Sabes que lo harás— Millie contraataca poniendo ese tono de voz sabiondo que sabía a la perfección que irritaba de sobre manera a la latina.
—Si si— rodó sus ojos con molestia— Tu cuida esas malditas hormonas, no queremos pequeños traspiés, y con eso me refiero a niñitos llenos de pecas y rulos corriendo por un apartamento gritando por la atención de su tía María José— le regala una señal amenazante a la castaña que la observa atónita.
—Callate ¿Quieres?— rechista sin dudar una vez más. María José abre su boca para soltar alguna otra barbaridad pero gracias a un milagro, llamado su madre que apareció en su habitación de un momento a otro no logra escuchar las obscenas palabras de su amiga.
—•María José, suelta ese aparato del diablo y baja a pasar tiempo con la familia, o si no tendrás que conocer el hermoso par de sandalias que compré ayer•
—•Si mamá•— reclama de manera inmediata— Adiós Millie— y colgó la llamada sin más que decir. La castaña soltó un suspiro largo y se observó en el espejo con determinación.
Finn la había invitado a una fiesta de final de año. Si, así es. Finn Wolfhard iba a asistir a una fiesta voluntariamente y Millie ya tan sólo no sabía que pensar acerca de esto, asistir a un lugar lleno se adolescentes sudorosos y borrachos hasta el tope no sonaba de ninguna manera a la antigua forma de ser de Finn Wolfhard y aquello le demostraba cada día más que el cambio en definitiva era muy notorio y aún no podía decidirse si en verdad le gustaba esta nueva versión.
Se las había arreglado para conseguir un vestido ajustado negro que Paige había abandonado ya hace unos años en casa y se había adaptado a su pequeño y delgado cuerpo.
Observó por última vez su cabello, asegurándose de que este se vea descente de alguna manera, y lo encontró completamente intacto, se paseó con aburrimiento por toda su habitación pensando en cualquier estupidez que se cruzara por su cabeza el aquel momento hasta que escuchó el timbre de su casa.
Millie dudó unos segundos, no era muy tarde para fingir alguna enfermedad y faltar a la fiesta, tal vez Finn sea comprensivo con esto. No, Millie Bobby Brown nunca ha sido y jamás será una persona cobarde.
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Free Wifi |Fillie|
Teen FictionMillie solo asiste a aquella cafetería por el servicio de WIFI gratis.