41.

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Edward golpea su rostro contra la mesa, esto sería mucho más difícil de lo que creía.

—Solo tienes que ser honesto— le dice con molestia— No es tan difícil.

Finn Wolfhard se cruza de brazos y frunce su ceño en señal de confusión.

—Es lo que hago— se encoge de hombros.

—Pero no de la manera en la que debería ser— el ojiverde suspira con cansancio, tomando de su vaso repleto de agua— Tienes que empezar con una disculpa, dale razones concisas del porque actuaste como un idiota... Y no me mires así, porque sabes muy bien que si lo hiciste, no puedes darle razones sin sentido, no, explicale bien, no recurras a las mentiras, no hay nada que le moleste más a una chica que le mientan... Cuida bien de tus palabras, Millie es muy impredecible, nunca sabes como actuara o que dirá, te aconsejo no sacarla de quicio— el ojiverde se levanta de un solo salto, dirigiéndose al asiento de Finn y realizando una seña para que este se levante y por supuesto, el pecoso le obedece.

Los dos chicos caminan por el largo pasillo, Edward buscaba con la mirada el lugar en donde James había acordado atraer a Millie. Un plan  siniestro con un muy leve margen de error. El ojiverde sonrió complacido al ver a Millie conversar junto al rubio, el ambiente se sentía tenso.

—Muy bien, sigue mis indicaciones y que tengas suerte— Edward le da unas palmadas en la espalda al ruloso que parece no entender todo lo que esta pasando.

—Espera... ¿Qué? —pero ya es muy tarde para huir, Edward ya lo ha arrojado al fuego, lanzándolo en contra de Millie, provocando que los dos cuerpos choquen de inmediato, la mirada de la castaña recae en Finn Wolfhard casi fulminandolo con esta por el golpe que acaba de recibir, gracias al cielo se da cuenta de que en realidad el pelinegro lucía casi tan confundido como ella y detrás de él, Edward Benson los observa con una sonrisa casi malévola, ¿Como no lo vió venir? Ese pequeño monstruo de ojos color moco se las iba a cobrar.

—¿Podemos hablar? —Finn le cuestiona una vez ha logrado regular su respiración.

—No lo sé, hoy tengo que llegar a mi casa temprano y... — Edward entorna sus ojos hacia ella, recordándole su promesa de hace una semana y deletreandole la frase "Lo juraste por Patch"— Es decir... Si, claro— refunfuña entre dientes, toda esa semana evitando las insistencias de Edward se había ido al caño.

—Los dejaremos solos— James sonríe animado, dándole un codazo al ojiverde y los dos se retiran entre risitas cómplices.

—Ellos planearon esto— Millie le asegura al pecoso, el cual se encoge de hombros suspirando.

—Millie, en verdad lo lamento— le dice, y suena tan arrepentido que la castaña lo observa con ojos melancólicos— No he parado de repetirme lo idiota que fuí... Hasta mi madre, Nick, Gaten, Edward y demás me lo han repetido de manera consistente, juro que jamás quise lastimarte... Jamás fueron mis planes

—Lo sé, se que no querías hacerlo, no fue algo intencional— Millie suspira en rendición, de alguna manera, estar charlando con Finn la hacía sentirse mucho mejor, como si estuviera sacando todo lo negativo de si misma.

—Eso no me justifica, lo sé— asegura de inmediato, dando un paso al frente de tal manera en la que se encontraba mucho más cerca a Millie— Perdoname por favor, me niego a creer que ahora estas mejor sin mí... Porque para mí estos días sin tu compañía han sido un completo infierno, no estoy enamorado de Iris, solo fue algo que creí sentir en algún momento... Pero nunca fue real, maldición, y cuando Iris me besó-

—¿Se besaron?— la castaña le cuestiona, sonando herida, y Finn sabe que ha cometido un error. El ambiente pacifico que se había transformado desapareció en cuestión de segundos.

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