11.

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—¡Millie!—alguien la llamaba a la distancia, la castaña algo confundida se da la vuelta para buscar a la persona la cual le gritaba como loca desde el otro lado del pasillo. Wyatt llega hasta ella hiperventinlando, le hace señas para que lo espere un momento mientras recupera el aliento.

—Hey Wyatt ¿Qué puedo hacer por ti?
—Millie le sonríe amablemente, los dos comienzan a caminar hacia la cafetería.

—Nada por el momento, tan solo no quería entrar solo a aquel lugar lleno de lunáticos. —suelta un bufido.

—Te entiendo, algunas veces son un dolor de trasero—la castaña se ríe de su propio chiste, Wyatt engancha su brazo con el de ella y los dos se dirigen al lugar donde la mayoría del griterio y el drama adolecente se retiene.

Los dos se forman en la fila, con la esperanza de conseguir algo de la comida de la cafetería.

—Millie—alguien toca su hombro, no era difícil para ella reconocer aquella voz grave, Edward Benson está justo detrás de ella, sonriendo alegremente, la castaña gira sobre sus talones, algo confundida ya que para su sorpresa, no se encontraba nerviosa al hablar con el chico.

—Mm hola Edward ¿Necesitas algo?—le dice cortésmente.

—De hecho... Te he comprado el almuerzo—la castaña nota que en las manos del castaño se ecuentra una bandeja llena de cualquier tipo de dulce empalagoso que podrías encontrar en la máquina expendedora de la escuela.

—No sabía que te gustaba, así que tomé un poco de todo—Edward lucía algo avergonzado, esto provocó que Millie sonriera divertida.

—Es un lindo detalle, muchas gracias—la castaña agarró la bandeja entre sus manos.

—Y... me gustaría hablar contigo hoy, en la tarde—el hijo mayor de la familia Benson se balanceaba de adelante a atrás, esperando ansioso la respuesta de la chica.

—Mmm—ella en verdad estaba dudando, hace unas semanas habría aceptado de inmediato, dando saltos de alegría por doquier, sin embargo, lo único que se preguntaba en ese momento era lo que pensaría Finn al respecto, joder ¿A él por qué habría de interesarle?—. Claro ¿A dónde quieres ir?—decide aceptar de una vez por todas.

—Genial—Edward sonríe abiertamente, parece estar pensando por unos segundos mientras acomoda de manera encantadora sus perfectos rizos chocolatados, Millie ahora piensa que Finn Wolfhard luce el doble de lindo cuando lo hace. Y ya esta de nuevo pensando en el castaño ¿Su pequeña hermana tendrá la razón después de todo?—.  La cafetería Vitale es un lugar lindo, te veré después de clases e iremos juntos—el castaño besa su mejilla de forma fugaz y se retira entre la multitud de estudiantes.

—¿Qué mierda fue eso?—la voz de Wyatt la sobresalta, el chico se queda observando hacia el lugar a donde se fue Edward. Millie se encoge de hombros en respuesta y una vez que Wyatt elige sus alimentos, los dos se abren camino entre los estudiantes para llegar a su mesa.

—Hola manada de inútiles—Wyatt saluda a sus amigos de una manera, que sin duda alguna, es cariñosa. Los dos toman asiento junto con los demás chicos que los reciben entre risas.

Millie se sienta justo al frente del chico de rizos oscuros que tiene la mirada algo perdida.

—Mills, ¿Dónde conseguiste aquel paquete de galletas? No me di cuenta del lugar donde Rosie las tenía—el hecho de que Gaten conociera el nombre de la mujer de la cafetería le daba algo de gracia.

—De hecho, el increíblemente guapo Edward Benson le compró todo su almuerzo en la máquina expendedora—Wyatt le roba las palabras, de inmediato todos miran con algo de sorpresa a la castaña.

—¿Edward Benson? ¿El capitán de fútbol?—Finn eleva una de sus cejas y la observa de manera fija.

—Hm si—un silencio algo incómodo se forma en la mesa, eso es hasta que Sophia Lillis grita entusiasmada.

—¡Dios mío, el es tan guapo!—la pelirroja suelta un leve suspiro de enamoramiento juvenil.

—La ha invitado a una cita—Wyatt canturrea mientras codea a la menor, la cual solo se desliza avergonzada en la silla ante la mirada intensa del chico de pecas.

—¿Una cita?—Finn no despega sus ojos de la castaña, la cuál ahora luce como un tómate.

—¡No es una cita!—se excusa de inmediato—. El tiene novia, y tal vez los jugadores de fútbol son algo cliché después de todo—Millie recarga su rostro en la palma de su mano sonriendo un poco.

—Cliché pero caliente como el infierno, bebé—Sophia se abanica con sus manos y todos en la mesa ríen.

—Uh, Millie—la recién nombrada se gira de inmediato, Sadie Sink esta allí, luce algo avergonzada e incómoda.

—Sadie, ha pasado tanto tiempo . Veo que ya te acordaste de la existencia de tu mejor amiga desde... No lo sé, ¿Los 5 años?—la ironía se apodera de la voz de la menor, ni si quiera lo puede evitar, sin embargo mentiría si dijera que se arrepentía de las palabras que acaban de salir de sus labios.

—Mills, por favor. ¿Podemos hablar en privado?—la pelirroja le suplica, la castaña se queda en silencio, esperando la respuesta de su mejor amiga.

Millie se levanta después de unos segundos jodidamente largos, y las dos jovenes se encaminan hacia una mesa vacía que está a tan solo un par de metros.

—¿Qué querías decirme?—la castaña se cruza de brazos, dejando en claro que no estaba dispuesta a ceder tan fácil.

—Escucha, en verdad lo siento, sé que desaparecer de tal manera no fue lo adecuado pero es que... Tantas cosas están pasando en mi vida en este momento y...

—¿Qué demonios, Sadie? ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? ¿Qué no me has contado precisamente?—las preguntas la invaden de inmediato, Sadie toma algo se aire y lo suelta en un largo suspiro, evita las miradas acusatorias de su amiga.

—He estado con un chico... No es algo serio, el dice que le gusto pero... en verdad no le creo, pienso que esta enamorado de otra persona, todo es tan confuso Mills—la chica recarga su rostro en la mesa de la cafetería de manera dramática, la molestia de la menor bajo un poco al ver el rostro desdichado de su amiga.

—¿Quién es el chico, Sadie? ¿Acaso es Edward?—la interroga de nuevo.

El silencio se apodera de la mesa, Sadie la mira a los ojos algo dudosa, después simplemente se levanta de su asiento.

—De verdad lo siento Mills—Sadie suspira y la deja allí sentada, sola y con un millón de preguntas rodando por su mente.

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Gracias por leer ❤.

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