42.

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Millie reía ante las aceleradas palabras de Sophia, la cual le relataba como había hecho para sobrevivir entre los ronquidos de Sadie y los fuertes abrazos asfixiantes de la castaña. Un desafío total, según ella.

—Después de unos segundos me di cuenta de que en realidad no podía escapar de tus abrazos, eres más fuerte de lo que pareces, así que me quedé estática, esperando a que todo terminara de una buena vez— Sophia suelta una pequeña risa mientras le relata su versión de los hechos de hace dos días, puesto que ayer no habían tenido tiempo ni para charlar un poco gracias a que se levantaron más tarde de lo que deberían y el horario escolar estuvo agotador.

—Fue una buena noche— Sadie dice con una sonrisa animada y las dos chicas afirman, estando todas de acuerdo.

—Oh diablos, esto me da asco— Sophia frena de manera abrupta, cruzándose de brazos y apretando sus labios con molestia. Sadie refunfuña con molestia y Millie tan solo se encoge en su lugar, sintiéndose mal.

Finn Wolfhard abrazaba a Iris Apatow en mitad del pasillo, la castaña no pudo evitar la acción de notar el como  el pecoso la rodeaba con sus brazos, sus manos posadas de manera delicada en la cintura de la rubia, su nariz escondida dentro de sus cabellos color oro, sabía muy bien que la estaba olfateando, ya que eso era lo que él hacía cuando la abrazaba. Odiaba que toda esta situación continuara reprimiendola, haciéndola sentir mal. Pero era algo lógico, después de todo no podría olvidarlo de un día para otro, todo era parte de un proceso que tenía que llevar en compañia de la paciencia, cosa que casi no tenía, sería más difícil de lo que pensó.

—Será mejor que nos retiremos— les dice con un nudo en la garganta a las dos pelirrojas, las cuales se lanzan una mirada rápida y asienten para sí mismas, captando la señal de inmediato.

—Seguro— Sadie toma de los hombros a su amiga y la arrastra al lado contrario del salón, pensando como lograr volver a subirle el ánimo a la castaña, la cual seguía algo afligida ante la escena que recién habían sido testigos y al parecer ni siquiera el propio Finn Wolfhard notó su presencia.

—Ella estaba aquí— Iris le asegura una vez el pelinegro ha dejado de abrazarla, dejando un tono llamativo en el "ella' con el objetivo de que su mejor amigo entienda a lo que ella se refería.

—¿Qué? — le pregunta, de pronto con las palabras enredandose en su garganta, complicandole el hablar de manera correcta.

—Si... Yo, uh, la ví hace un rato cuando me abrazabas, estaba junto a las dos pelirrojas— Iris suelta un suspiro suave, intentando con todas sus fuerzas no alterar a Finn, era lo que menos quería tras conseguir un abrazo por su parte después del beso que le había robado semanas atrás y con el cual habían inaugurado un periodo de incomodidad entre los dos jóvenes. Al parecer aquel beso no había sido una buena idea.

—Maldición— el pecoso murmura suave, desviando su mirada a otro lado— Yo... Tengo que irme— murmura, no queriendo sonar frío sin embargo de cierto modo así es como sus palabras salen de su boca.

—Espera, Finn— la chica lo detiene de inmediato, tomando su mano para lograr detenerlo.

—¿Que decía aquella carta? —eleva sus cejas de manera curiosa, esperando una respuesta rápida por parte del pecoso.

—Ah... Ellos están interesados en mi hoja de vida, dicen que me consideran como una gigantesca y muy buena opción para su Universidad— se encoge de hombros, sonriendo a medias.

—¿Y por qué carajos no te encuentras dando saltitos de emoción? ¿Que la Universidad de Stanford no era tu gran sueño? — Iris frunce su ceño, no dispuesta a dejar este interrogatorio de manera rápida.

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