29.

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Millie intentaba adentrar todos sus libros en su casillero apurada, Finn le había enviado un mensaje, por medio de Sophia, claramente, en donde especificaba que la vería al final del día para poder pasar el día juntos. Por supuesto que había intentando husmear un centenar de veces, pero al parecer la discreción era muy característica en la personalidad de su novio el cual no había dejado pista alguna que la ayudara a llegar al resultado del caso.

Estaba nerviosa, de verdad. Sus manos sudaban y no podía parar de repetirse que todo iba a salir de acuerdo al plan adecuado y que la mala suerte no iba a estar presente el día de hoy en su vida como ya se le había hecho costumbre.

—Es hora de irnos— Finn hace acto de presencia, luciendo tan lindo como siempre, con sus mejillas algo sonrojadas por el frío que iniciaba en la ciudad de California dejando muy en claro que la época navideña se avecinaba cada día más.

—Vamos— la chica se cuelga de su brazo con una sonrisa de endiosamiento al ver a uno que otro estudiante que los observaba de manera curiosa por el pasillo de su escuela.

No se demoraron mucho en escapar de aquel lugar, Millie había buscado como una loca aquella lista de reproducción la cual había dejado en el teléfono de Finn la cual contenía todas aquellas canciones que compartían su gusto en común, la reproducieron el corto trayecto al cual su novio la había arrastrado sin dar explicación alguna.

La sorpresa de la castaña fue grande al momento de darse cuenta de que se encontraban en la Universidad de Standford, en la cual había pasado gran parte de su adolescencia su padre. Millie dió media vuelta con el objetivo de buscar respuestas en la expresión facial de su novio el cual tan solo se encogió de hombros con una sonrisita de lado.

El pecoso la llevó por todos los rincones de la universidad, se encargó de mostrarle el campus, una que otra aula de clases e incluso la cafetería del lugar la cual tenía mucha clase. Finalmente, Finn decidió invitarla a una merienda la cual consistió en dos deliciosas tazas de café junto con un par de porciones de un pastel de vainilla que lucía simplemente apetitoso.

—¿Y bien? ¿Qué piensas de este lugar? —el pecoso se recarga con un notable interés acerca de su respuesta en la mesa.

—Creo que es increíble, luce mucho mejor que como mi papá suele describirlo en sus alocadas aventuras universitarias— le responde con honestidad, esperando que su café se enfríe de manera casi milagrosa—. Sin embargo, aún no logro entender porque escogiste este lugar pasa pasar nuestro primer mes como pareja— se encoge de hombros con simpleza, esto solo provoca que Finn sonría aún más en grande, como si eso en realidad fuera posible.

—Sabía que no tardarías en preguntar— le explica la causa de su sonrisa como si fuera algo obvio

—¿Y bien?—la castaña lo interroga algo ansiosa por saber la respuesta que tanto había esperado desde que se habían bajado del auto.

—Quiero que seas parte de mí futuro, Millie— la mano del pecoso alcanza la suya sobre la mesa y entrelaza sus dedos sonriendo en grande. La menor se queda sin palabras por unos largos segundos, señal que Finn entiende de inmediato como un "Prosigue"— Creo que ya lo sabes, pero nunca me he sentido de esta manera hacia otra persona, tu poder sobre mí es simplemente increíble, cada día pienso en tí... En nosotros. Cuestionarme acerca del futuro me aterra, Brownie, no me deja tranquilo. Pero al estar contigo todas mis inseguridades e inconvenientes se van desvaneciendo, en este mes te has convertido en algo fundamental de mí día a día y de tan solo pensar que en tan solo un año el destino nos podría separar me hace sentir inconforme. Por eso te traje aquí, quiero que conozcas mi sueño, mi propósito en un futuro no muy lejano. Y así tal vez, logremos unirnos un poco más y demostrarte que en realidad te estoy considerando parte del Finn de, no lo sé,  tal vez 5 años, pase lo que pase.

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