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—Así que... Te gustan los chicos— Millie pronuncia aún sin palabras, Edward le lanza una mirada obvia y se encoge de hombros.

—Creí que ya lo sabías— y la castaña tiene que admitir que desde que se acercó más al ojiverde había notado un comportamiento raro en él— Soy como un maldito estereotipo de chico gay, amo ir de compras y escuchar pop, incluso Iris empezó a sospechar meses antes de terminar— el jugador de fútbol resopla, recargandose sobre la puerta del baño de chicas, en donde Sadie y James se habían encerrado hace unos minutos.

—En verdad lo siento, Sads— el chico rubio no se atrevía a mirarla a los ojos, no quería lastimar más de lo que ya había hecho a la pelirroja.

—Eres un maldito imbécil, James Pattrick— le recrimina, dandole un golpe en el pecho que ni siquiera logra moverlo de su lugar— Me utilizaste, jugaste conmigo, solo para darle celos a Edward— continúa golpeándolo con furia mientras que el chico se deja hacer.

—No es verdad... No fue así. Quería olvidarlo, ¿No recuerdas la primera vez que nos encontramos en el armario? Estaba llorando, hasta que tu llegaste y las cosas sucedieron, nos besamos, pero nunca había querido lastimarte— le confiesa unos segundos después, sonando arrepentido.

—De igual manera me utilizaste— la pelirroja se encoge de hombros con molestia y lo observa con completo desprecio.

Flashback

El amor no era algo parecido a lo que sus abuelos le comentaban cada navidad, sentados debajo del árbol junto con un chocolate caliente y sus miradas soñadoras, jamás le habían dicho que este podía doler, quemarlo por completo.

A tan solo un día del partido final en contra de Williams, había decidido soltarle todo en cara a su mejor amigo, Edward, acerca de sus sentimientos, los cuales fueron rechazados sin consideración alguna por parte del ojiverde, sus palabras quemaban en su memoria. "No puedo corresponderte, James. ¿Que crees que pensará la escuela? ¿Mi familia? ¿Mi padre? Él adora con su vida a Iris y cuando descubra que soy gay me sacará de la casa a patadas".

Se sentía ridículo al estar llorando solo en el armario del conserje, se encontraba abandonado por completo. Pero su soledad finalizó con la llegada de una pelirroja de bonitos ojos oceánicos la cual buscaba alguna escoba para recoger su desastre en la sala de sistemas. No sabe ni como pasó, ni en que momento, mucho menos quien empezó, pero ahora se besaban como si en verdad se pertenecieran, que falsedad tan grande.

Aquel día Gaten Matarazzo los descubrió en aquella situación algo incómoda y al volver al salón de clases, regresó casi de un color blanco como el papel.

—¿Gaten? ¿Te sientes bien?— Edward Benson se acerca a su compañero de clase algo preocupado.

—Aquellos chicos recibirán un gran castigo si los descubren— murmura más para sí mismo, sin embargo puede que Edward lo haya escuchado.

—¿De que hablas? ¿Quienes? — la curiosidad lo invade casi de inmediato.

—James Pattrick y Sadie Sink, los ví muy entusiasmados con los besos en el armario del conserje— responde sin importancia volviendo a su trabajo de álgebra, sin notar como la sangre de su compañero de silla arde en celos.

***

—Estas actuando como un completo idiota, Edward, ahora sal de mi maldito camino que iré a comer algo en la cafetería.

—¿Idiota yo? Perdón, pero el que ha estado besándose con una chica desconocida en un armario no he sido yo— le reclama una vez más, lleno de ira.

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