Narra Martina.
1 de noviembre del 2016 6:30pm
Luego de mucho tiempo de espera, estoy de vacaciones, ¡Han pasado 84 años! Bueno, en realidad sólo ha pasado un semestre. Pero que semestre, este fue el papá de los semestres. La buena noticia es que solo me queda un año de universidad para poder trabajar, sin necesidad de depender de mi padre, casi que no llega el momento. Espero el otro año, sea mi año, debo hacer mis prácticas, tengo muchas opciones internacionales, en Italia, Francia, Estados Unidos, ¡Canadá! E incluso puedo ir a España.
Eso me tiene bastante confundida, son muchos lugares interesantes en donde me gustaría vivir y conocer más sobre su cultura. Por eso amo la carrera de Diseño gráfico y Marketing. Te ayuda a conocer lugares de diferentes formas, desde diferentes ángulos. Esta carrera no es sólo hacer dibujos para publicidad.
Vale, ahora sueno como el decano de la facultad, impulsando a los chicos en ser los mejores en sus carreras.
Cuando llego a casa, el recepcionista me entrega una caja que ha llegado por correo. ¿Quién utiliza el correo en estos tiempos?.
Subo lentamente con mi cara de "hoy tuve universidad". Tiro el paquete en el sofá y voy hasta mi habitación para desnudarme.
Andar desnuda es un pasatiempo que adquieres cuando te vas a vivir sola.Luego de calentar una pizza que quizás compré ayer y servir un vaso de Coca-Cola, me siento a revisar el paquete. Es una pequeña caja cuadrada, a su lado un sobre, como el de los tiquetes de avión o un cheque. ¡Que sea un cheque! ¡Que sea un cheque!
¡Si no trabajas mensa! ¿Quién te va a mandar un cheque? Nadie, tonta, aterriza.
Con los años, mi conciencia se ha vuelto demasiado cruel. Y no la culpo, yo misma la he alimentado. Pero la amo.
Primero abro la caja, son almendras, amo las almendras, las almendras son vida. Tomo una y la saboreo un tiempo. Luego el tiquete de avión, claramente no es un cheque. Ni siquiera es un tiquete, no tengo ni idea de quién es el emisor, ahora dudo en mi desición de probar las almendras, que empiezo a dudar que sean almendras. Reviso un poco sin prestar mucha atención a lo que dice y me doy cuenta de que es una tarjeta de invitación personalizada, no me culpen, ¡Es muy similar a un tiquete de verdad!.
-Tenemos el gusto- leo en voz baja como si alguien estuviera a mi lado- de invitarte a nuestra boda. Esperamos no faltes. ¡Camila Sanders y Matthew Johnson! ¡CARAJO!.
Me pongo de pie de golpe, voy de prisa a buscar mi celular, aunque de camino me caigo y golpeó mi tobillo, tantas cosas que ha vivido mi pobre tobillo, eso no evita que siga mi carrera. Cuando tengo el celular en mis manos, marco el número de Camila que no demora en contestar.
-Dime que no es una broma, si es una broma, lo primero que haré cuando te vea será darte unos buenos golpes- digo emocionada.
-Calma, pero si, es verdad- chilla emocionada.
-¡Joder! ¿Por qué no me lo habías dicho?- me tiro dramáticamente a mi cama.
-Queria que fuese una sorpresa para todos, lo siento. Además esa invitación solo fue una prueba... ¡Tengo que organizar mi boda en un mes y medio! Te necesito ahora más que nunca ¿Cuándo llegas?- dice desesperada.
-Puta- digo aún sin dar crédito a la noticia-Camí, ya mismo voy a buscar los tiquetes de avión.
-Eres la mejor.
-Lo sé, cariño.
Cuelgo y sigo comiendo. Esta noticia me hace sentir como una completa fracasada. Mi primo y Camila, es decir, me alegro demasiado por ellos, pero si una boda se veía lejos, era la de ellos. Mientras tanto yo, sigo en la universidad, en una casa pagada por mi padre, con una carrera pagada por mi padre, en sí, mi padre me mantiene. Ellos ya se van a casar, se han graduado hace poco y viven juntos desde que salieron del instituto.
Me imagino a muchos de mis compañeros que una vez juzgué por ser unos vagos en el mismo estado que Camila y Matt, incluso mejor que ellos. Moraleja: ser la perfecta del instituto no trae nada bueno a futuro.
No puedo evitar llorar como una solterona de veintidós años, en su apartamento de soltera, sin gatos y solo unos pedazos de pizzas, tal vez una botella de vino en su nevera. Es una imagen deprimente. Puede que esté exagerando un poco, bueno demasiado.
Luego de superar mi reciente depresión, me pongo a organizar la maleta para los próximos dos meses en Londres, un tiempo en Lacock y otro en Manchester. Gracias a vivir sola y a la universidad he aprendido a organizar mi tiempo para hacer muchas cosas en un solo día.
Al mismo tiempo reviso en mi computadora que vuelos hay disponibles lo más pronto posible. Para mí suerte, en primera clase, hay un asiento libre para media noche. Con suerte, estaré mañana temprano en Londres.
11:30pm
Tengo todo listo y puedo estar segura de que nada se me ha quedado, era hora, ya es tarde, el colmo de que no tuviera todo listo. Llamo un taxi, mientras un chico de servicio me ayuda a bajar las maletas. ¡Londres allá voy!.
Bueno primero iré al aeropuerto, luego si estaré directo a Londres.En el auto le escribo un par de mensajes a Camila, para decirle que ya voy en camino. El camino al aeropuerto fue largo, demasiado largo. Pude escuchar varias anécdotas aburridas del señor taxista.
Veo mi celular y opto por correr. Si no lo hago, tendré que esperar el próximo vuelo. Creo que ya es una costumbre, tener que correr por el aeropuerto.
Ahora sí puedo decir ¡Londres allá voy! Que se agarren estás vacaciones porque voy más cansada que nunca y pienso aprovechar eso.
____________________________________
¡Atención!
Esta historia es la segunda parte de otra llamada "Tan perfecta".Espero su apoyo y prometo estar activa. ;)
ESTÁS LEYENDO
No tan perfecto (TP#2)
Teen FictionHan pasado cinco años desde la partida de Samuel y aquel reencuentro que juraron, sería pronto, no ha ocurrido. Y ambos parecen ignorar el hecho de que se extrañan, porque se extrañan ¿No? Pero las cosas están por cambiar, una invitación, una boda y...