Capitulo 22.

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Narra Martina

Fugaz. ¿Cómo algo tan fugaz te puede dejar tan aturdida por tanto tiempo?. Fue un simple beso y yo no puedo dejar de pensar en eso. Puedo jurar que estuve un tiempo sin tocar el suelo.

La mayoría se han dispersado, el juego se ha vuelto aburrido. Las preguntas y retos que queríamos hacer, ya están. No hay gracia en repetirlos. Estoy con Sophie y José. La descarada de Sarah se fue a tener sexo con Santiago.

-¡Lo juro! Martina es la chica más sexy de la noche- le comenta José a Sophie y ella solo ríe.

Eso hace que por fin quite mi vista de el chico de ojos azabache y mirada lasciva.

-Eso sólo lo sabrás hasta que te acuestes con ella. Pero esta vez, que sea de verdad- se burla Sophie.

Yo sólo le lanzo una mirada divertida.

-¡Oh, vamos! Ya superalo. Fue una broma- se queja José.

-Si lo dices es porque lo deseas- canturrea Sophie.

-¡Claro que sí! Joder. Nada me haría más feliz que acostarme con Mar- dice José.

-Vale, yo me quiero ir. El ambiente está caluroso por aquí.

Sophie se pone de pie con una cerveza en la mano. Sus pasos son torpes y lentos, de un lado a otro.

-No puedes hacer esos comentarios- digo con la voz arrastrada.

Me quedo mirando un punto fijo mientras el mareo se extingue. Siento que voy a vomitar todo el alcohol que he bebido en este día.

Ruego a Dios porque José no empiece con sus comentarios insinuantes. Ya me tienen loca. ¡Él exige sexo! Y al parecer soy la única chica que hay en la fiesta. Fastidioso.

-¿Qué te molesta? Bebé, sólo es la verdad- me lanza una mirada sugerente.

Eso sólo aumentan mis ganas de vomitar.

-¿Quieres ir a casa?- pone una mano en mi pierna y sube lentamente.

-¡Rayos no!- digo asqueada.

De inmediato me pongo de pie. Tambaleo un poco y tengo que levantar mis brazos para hacer equilibrio.

-Vamos cariño, no te hagas de rogar- vuelve su tono ronco.

-José te juro que si me pones una mano encima...

Lo pienso un poco. Él aprovecha éste momento y se acerca a mí peligrosamente. Me toma las muñecas en una sola mano y la otra la acomoda en mi cintura.

-¿Quieres darme un beso?- dice cerca de mi oreja.

-¡Sueltame! O voy a gritar más fuerte- chillo.

-Por Dios a nadie le importa- se ríe.

Es cierto. Estamos en la parte trasera del salón y sólo hay unos tres chicos en el césped al igual que nosotros, que no les importa otra cosa que meter la lengua en la boca de su pareja.

-¡DÉJAME EN PAZ!- grito furiosa.

Pero él no me suelta. Empiezo a hacer fuerza pero es mucho más grande que yo y no tengo ningún avance. De repente su agarre se desvanece. Todo pasa tan rápido que apenas puedo darme cuenta cuando José cae al suelo por el puño de otro chico.

-¡Samuel, detente!- grito desesperada.

Pero él no me hace caso. José logra darle un golpe en la cara a Samuel y tengo que retener un chillido de terror. Pero  Samuel es hábil y se tira encima de José a seguirle dando golpes. Entonces, decido hacer algo, me lanzo sobre su espalda y trato de quitarlo del cuerpo moribundo de José. Samuel parece darse cuenta de que soy yo quien trata de detenerlo.

-Por favor, cálmate- digo en su oído.

Él se detiene y me deja en el suelo. Ahora Sophie está mirando el espectáculo como todos.

-Llévatelo de aquí, por favor- le digo a mi amiga.

Nerviosa mira a Samuel y luego a mí.

-¿Estarás bien?- me pregunta.

-Si, lo estaré.

Asiento tranquila y ella me hace caso, con unos chicos se llevan a José. Seguro piensa que Samuel me hará daño.

-¡¿Qué mierda están mirando?! ¡El espectáculo terminó!- grita Samuel furioso y todos hacen caso a sus fuertes palabras.

Su respiración es acelerada al igual que la mía. Estamos solos en el patio del lugar.

-¿Estás loco?- digo relativamente calmada.

-¡Trató de pasar la raya contigo!- sigue igual de molesto.

-¡Lo tenía bajo control!.

-Un "gracias" estaría más que bien- dice indignado.

-Si... Gracias, Samuel. Pero no tenías que dejarlo así- recuerdo la cara ensangrentada de José.

-Instinto- dice orgulloso.

-Siempre un neandertal, Samuel.

Me paro frente a él y observo su ceño fruncido. Sostiene su muñeca con la otra mano y le da vueltas lentamente. Tiene sus nudillos llenos de sangre. Tambien su pómulo tiene un poco de sangre y empieza a hincharse. Me ataca mi instinto protector.

Tomo su mano y lo arrastro hasta la piscina del lugar. Al lado hay una fuente y un botiquín. Me sigue confundido. Él se sienta y yo me arrodillo frente a él. Con sumo cuidado le hago curación a sus nudillos. El ambiente es tranquilo, el reflejo de la luna en el agua, la lejanía de la música y las personas, el aire fresco... Él observándome de esa forma.

- Pudiste haberte roto un dedo- digo seria.

-Sé atestar un puño perfectamente- arrogante. Su voz es arrastrada al igual que la mía por puro efecto de la ebriedad.

-¿Por qué lo hiciste?- por fin lo miro directamente a los ojos.

-¿Defenderte?- asiento- porque cualquier mujer merece que un hombre la respete, Martina. Además conozco muy bien a José, le gusta tener lo que desea.

-Gracias- digo nerviosa.

¡Me está mirando los pechos!

-Así de rodillas frente a mí. Me das una vista perfecta a tus pechos- dice sin más. Mientras yo quiero morirme de la vergüenza.

-Samuel...- es lo único que logró musitar por los nervios.

-No recuerdo si ya te lo dije alguna vez. Pero tienes los pechos más perfectos que jamás había besado- su voz es ronca y llena de lujuria.

Empiezo a hacerle curación en su rostro. Mi respiración se detiene cuando toma mi mano y la pone en su rodilla. Por inercia cierro mis ojos. Poco a poco siento su respiración cerca a mi rostro. Y por segunda vez en la noche, me besa.

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora