Capitulo 10.

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Narra Samuel.

No sé si debo pararme o seguir aquí. El sofá era más cómodo. Empiezo a sentir que algo moja mi mano. Como puedo abro los ojos, un terrible mareo me ataca. Es un vaso con agua. ¡¿Tiene que entrar tanto sol?!. Me siento y me apoyo la espalda en el sofá, mi cabeza trata de acomodarse a estar en esta posición. Necesito vomitar.

Salgo corriendo al baño de invitados y me arrodillo a la altura del inodoro. Hago fuerza para que algo salga de mi, pero es en vano. Vomito agua, mejor dicho, alcohol. Subo las escaleras y entro a la habitación. Solo se me ocurre darme un baño.

Por poco y quedo dormido en la tina. Estaba cómodo allí. Me siento mal, me siento muy débil. Aún en toalla me acuesto en la cama, pero no para dormir, solo quiero relajar mi cuerpo. Dormir en el sofá y luego en el piso, no es cómodo. Escucho la puerta abrirse.

-¿Cómo te sientes?- dice Camila mientras se sienta a mi lado, tiene una bandeja llena de comida.

-Excelente, no recuerdo gran parte de lo que sucedió anoche, no tengo ni idea de como llegué a casa y si me pongo de pie nuevamente, temo que vomitaré toda la alfombra- digo entre dientes.

-No tienes dieciocho años, Samuel- me regaña.

-Te traje unas pastillas. Suero y comida, para cuando te sientas mejor- acaricia mi cabeza.

-¿Sabes cómo llegué a casa?- digo.

-No, yo no estaba en casa. Cuando llegué, estabas con mitad de tu cuerpo en el sofá y la otra en el piso- se ríe.

-No es gracioso.

-Oh por favor, Samuel. ¡Es muy gracioso! Además yo no te mandé a un bar a beber como si fueras un adolescente... La resaca ya no dura dos horas- se pone de pie.

-¡No tengo treinta! Solo me dura un día- me pongo ambas manos en la cabeza, como si eso fuera a evitar que me siguiera doliendo.

-Matt dijo más tarde irán a la prueba de traje de ustedes, ¿Te sientes bien?.

-¿Qué hora es?.

-La una de la tarde, Samuel- dice burlona.

-Carajo, dile que hoy no podré ni ponerme de pie.

-Claro, entonces, mañana vas con Martina.

Sale de la habitación. Sí claro, como si Martina me fuera a acompañar a probarme el traje. No quiere ni verme. Apenas y somos capaz de decirnos unas cuantas palabras, para que en un segundo las cosas se vuelvan incómodas. 

Poco a poco, la oscuridad se adueña de la habitación y caigo en las manos de Morfeo. Solo he probado el suero que Camila me trajo y las pastillas, sé que sí pruebo la comida vomitaré, pero me siento débil y si no como, moriré. Sería demasiado vergonzoso: murió porque la resaca no dejaba que probara la comida sin vomitar.

(...)

-¿Quieres jugar Uno?- dice Matt en la puerta de la habitación.

-No quiero ni abrir los ojos, tonto- digo con la voz ronca de tanto dormir.

-Te vas a quedar sin trasero de tanto estar acostado, ven, baja y come un poco- puedo jurar que está sonriendo.

-Mi trasero es jodidamente perfecto y una cama no va a impedir que lo siga siendo- por fin le doy la mirada.

-Tu trasero es gordo- me prende la luz.

-No es gordo- digo ofendido- y apaga ya mismo la puta luz.

-Es gordo y deforme- insiste.

-Es perfecto y sabroso- me siento para verlo mejor.

-En ese caso, estás describiendo el mío- sigue con su burla.

-¡Joder, que no!.

Me abalanzo sobre él para darle una patada pero es más hábil y sale.

-Tu trasero no deja que me des una patada- baja velozmente por las escaleras conmigo detrás.

Aunque siento un poco de mareo no me detengo. Cuando le lanzo mi pie nuevamente, él lo esquiva. Eso solo hace que yo caiga.

-Creí que nunca más ibas a bajar- dice Camila desde la cocina.

-¡He sacado a un extraterrestre de su guarida!- grita Matt orgulloso por toda la casa.

Y tienen razón. Desde ayer que subí a la habitación para darme una ducha, no salgo de allí, es mi guarida.

-¡Salgo en cinco!- grita Martina desde arriba.

-Joder, tienes que estar listo ya. No la hagas esperar o se va a enojar demasiado- ruega Camila y me empuja hacia arriba nuevamente.

-Pero si son las diez de la mañana- me quejo.

-¿Tengo cara de estar bromeando?- rueda los ojos y obedezco.

Cuando estoy por terminar de alistarme, Martina sale a toda prisa de su habitación. Veo que va trás, Matt, este sujeto, lleva un objeto alargado de plástico y estampado de pandas. Es un consolador.

-¡Camila, mira, es el consolador de Martina!- grita por toda la casa.

-¡Ven, acá, pedazo de animal, bestia del demonio, hijo de puta, lo siento tía, eres la mejor;  te odio maldito imbécil,  eres un enfermo!- grita ella como la dulce princesa que es- ¡VEN ACÁ MATTHEW JOHNSON QUE TE VOY A PARTIR EL TRASERO!.

Me asomo para ver cómo va la pelea. Se abalanza sobre él y logra que ruede en los últimos dos peldaños de la escalera. Él gime de dolor. Ella cae sobre él. Empieza a darle bofetadas en toda su cara.

-Ya basta- dice él entre risas mientras cubre su rostro.

Martina, toma el consolador y empieza a pegarle a Matt con él, ¡En el puto rostro!. Debo tener mi celular cerca siempre, no todos los días golpean a tu mejor amigo con un consolador tan grande y de pandas.

-Iugh, no hagas eso. Eso estuvo dentro de ti- Matt hace todo lo posible hasta que se la quita de encima.

-¡No sabes todos los orgasmos que te pase por la cara, idiota!- se burla ella.

Un día normal entre primos.

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora