Capitulo 14.

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Narra Samuel.

Tomo una copa de vino blanco. Una tras otra. Los chicos están bailando de forma que me hacen pasar vergüenza. Matt, está bailando con una chica morena, me da risa la forma en la que lo hace, a penas y toca su espalda, como si en realidad no quisiera bailar con ella. Su amigo de Londres, Carlos, está coqueteando con una chica mientras baila por toda la pista. Jhean, un amigo del instituto, hace lo mismo, pero sentado a mi lado con otra chica. Pareciera que la despedida de soltero, fuese mía, puedo ver mi cara de aburrimiento a leguas. Soy el único que no la está pasando bien.

-Matt, iré a casa, los veo mañana en el hotel- digo tocando su hombro.

-¿Tan temprano? Pero si a penas llegamos- se queja.

-Baila, tranquilo. Quiero ver a mi hermanita. ¡Recuerda que estás comprometido!- digo y giro sobre mis talones dispuesto a irme.

Decido dejarles el auto a ellos. No creo que se vayan a poner hasta las medias de alcohol para luego no poder conducir. Ya son las diez de la noche, las calles del centro no están tan sola, todo esto cambia cuando voy llegando a casa. Luego de casi dos horas de una larga caminata, silenciosa y fría, llegó al conjunto cerrado de casas, donde solía vivir con mi madre y mi hermana.  Algunas de las luces de mi antigua casa están prendidas, seguro mi madre está despierta. Toco el timbre y en menos de nada, me abren la puerta.

Es mi madre, se ve cansada y medio adormilada, tiene una bata larga. Sus ojos se ponen acuosos en cuanto me ve y salta a darme un abrazo. No nos veíamos hace dos años.

-¡Por Dios, hijo! ¿Qué haces aquí? Me da tanta alegría verte- dice casi sollozando- pasa, cariño, pasa.

Entro con ella sujetando mi brazo.
Veo que la TV está prendida. Ella no suele quedarse en la sala viendo películas o lo que sea.

-¿Quieres comer?- dice entrando a la cocina.

-No, mamá, ya he cenando con los chicos. Ya sabes, la despedida de soltero de Matt- le recuerdo.

-Oh, claro...-su voz suena cansada.

Tiene unas ojeras que no son comunes en ella, su mirada es caída y su piel más pálida que de costumbre.

-¿Pasa algo malo, mamá?- digo acariciando su cabello con ambas manos.

-Oh, Samuel- deja caer una lágrima- nada de otro mundo...

-¿Es Richie? ¿Están mal? ¿Te trata mal? ¿Te ha pegado?- ella no responde.

La suelto de inmediato- ¿Dónde está el hijo de puta?.

-Samuel- solloza.

-Mamá, ¿Dónde está el hijo de puta? Le voy a enseñar a no meterse nunca con una mujer- estoy temblando de la ira, mis puños se abren y se cierran tratando de contener las ganas de pegarle un puño a la pared.

-Es Fernanda...- solloza.

Mi corazón da un vuelco. Si antes estaba asustado ahora lo estoy veinte veces más.

-¿Qué pasa con ella?- digo con hilo de voz.

-La deje ir a una fiesta, hasta las diez de la noche... Ya ves que han pasado dos horas. No me gustan para nada sus compañías, Samuel- dice con toda la preocupación en su voz.

-¿Quieres que vaya a buscarla?- digo buscando las llaves- iré a buscarla.

-¡No! No quiero que sienta que interrumpo en su vida.

-Me importa una mierda, solo tiene quince años, tienes derecho a meterte en su vida, todo lo que quieras. Además iré yo... ¿Dónde dijo que estaría?- insisto.

-Samuel, sólo espera a que llegue... No debe tardar en llegar, si pasa más de media hora iremos por ella- propone.

Tiene sus ojos acuosos, llenos de lágrimas sin derramar. Puedo jurar que ha envejecido más de lo debido. Me da una picada de remordimiento y me niego a retarla.

-Está bien mamá. Ve y descansa- beso su frente y ella asiente.

Subo con extrema lentitud. Cuando la veo desaparecer por las escaleras, me siento con tranquilidad en mi sofá. Apago el televisor y me concentro en mi celular, sin dejar de mirar la hora cada vez que puedo.

Unos veinte minutos más tarde escucho el motor de un auto. Como resorte me pongo de pie y me escabullo hasta la ventana. Veo detrás de las cortinas, un chico moreno, con bastante masa y trae una saco del equipo de fútbol americano de mi antiguo instituto. Lo que faltaba, que se metiera con un imbécil que hace parte del equipo de fútbol americano. Siempre son mentirosos y patanes, somos así. Él la toma por la cintura para besarla y ella no se niega. Cuando terminan su beso apasionado, ella se gira sobre sus talones y le da la espalda, es cuando el muy imbécil aprovecha y la da un golpe con la palma de su mano en su trasero, ella pone una cara de horror y gira nuevamente para encararlo, su delicada mano está temblando. Eso basta para que colapse mi ira.

En menos de poco ya estoy saliendo de mi casa. Fernanda da un salto en su lugar y gira para ver quien ha salido de casa. Abre su boca dispuesta a decir algo pero decide callar.

-¿Qué pasa contigo imbécil?- me acerco rápidamente a él y lo empujó haciendo que retroceda unos pasos- ¿A caso ella te dió la aprobación de tocarla, maldito hijo de puta?.

-Oye, hermano, cálmate- alza sus manos en muestra de paz- Fernanda, me hubieras dicho que eres hermana de él.

Sube a su auto y se marcha velozmente. Imbécil. Fernanda solloza a mi espalda. Escucho sus pasos entrar a casa y subir las escaleras. Voy trás ella.

Odio ser el hermano mayor.

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora