Capitulo 24.

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Narra Martina.

Mil veces estúpida. Definitivamente si tenía que definirme con una palabra, sería esa. O tambien: ser que no piensa. Aunque eso ya serían cuatro palabras. ¡Pero que bien me describen!.

Samuel no ha dejado de observarme. Como si pudiera saber qué es lo que le voy a decir a continuación. Aunque estoy en sólo ropa interior y él está en toalla de baño, no me hace sentir incómoda con sus ojos latentes de color azabache. Parece desesperado por una respuesta, pero debo pensar muy bien lo que diré o será el peor baño de mi vida.

-¿Qué sentiste?- dice afanado después de unos minutos de silencio incómodos para mí.

-Yo...- digo tratando de hacerme tiempo para pensar en que decir y que no me deje más avergonzada de lo que ya estoy.

-¿Tú qué, Martina?- insiste.

-Yo me sentí como en casa- digo por fin.

-¿Cómo en casa?- luce decepcionado ante mi respuesta. Seguro esperaba algo más profundo y sincero, pero no le daría el lujo de hacerle saber que sigo babeando por él.

-Si, como en casa- digo vacilante y arrastrando mis palabras.

-Como en casa- repite y saborea cada una de las letras.

-¿Puedo darme un baño?- él asiente lentamente pero aún no reacciona a lo que pido- a solas.

-Claro- asiente rápidamente como si hubiera salido de una hipnosis y se pone de pie- te dejo.

Antes de que esté muy lejos de mi lo tomo de la toalla para detenerlo- Sa...

Mis palabras quedan en el aire cuando veo el cuerpo desnudo de Samuel. Su trasero es redondo y firme. Se da una vuelta rápida y toma la toalla del piso, en ese momento puedo ver su sexo. Hace mucho tiempo no lo tenía tan cerca de mi.

-Lo- lo siento. Yo sólo quería decirte que- el me observa horrorizado por la situación y quiero reír de frustración.

¡Ésto no puede ser peor!

-¿Qué decías?- dice nervioso.

Aún no se acomoda la toalla. Simplemente la tiene tapando su gran pene.

-Nada, ya se me olvidó.

Él con la misma cara de horror sale de  el baño a toda prisa. Por unas milésimas de segundo se me viene a la mente ahogarme en la bañera. Pero sería absurdo, ya que no está muy llena aún y tendría que esperar mucho tiempo.

Cuando estoy más relajada cierro la llave y salgo del baño. Dejo un rastro de agua por donde paso y no me molesto en evitarlo. Me pongo ropa interior limpia y con sólo eso de ropa me tiro en la cama mirando hacia el techo. Puedo sentir que todo me da vueltas. No sé ni como soporté estar tanto tiempo en la bañera sin quedarme dormida.

Mis pies y piernas duelen por todas partes, lo que me da a entender que baile mucho o tal vez corrí por todo el lugar; mi cabeza palpita por culpa del trasnocho y de la gran cantidad de alcohol; mi espalda se siente incómoda por dormir en el césped de aquel lugar. De verdad que nada puede ser peor.

Mi cuerpo llega a su clímax de tranquilidad cuando veo algunas gotas golpear contra el vidrio de la puerta que comunica al mirador. Hace mucho frío afuera, sobre todo por la temporada de navidad.

Poco a poco empiezo a caer en los brazos de Morfeo.

(...)

Mi cabeza truena. Gracias a la música a todo volumen me despierto. El sol se ha extinguido casi por completo, casi. Pero aún puedo ver algunos rayos débiles entrar por el mirador.

Tomo unos shorts de algodón y una camisa de tiras. Mi pijama. Mi estómago pide comida después de media hora de ver que hay de nuevo en Netflix. La música no ha cesado.

Cuando estoy abajo puedo ver a Sarah bailando a el ritmo de Rihanna mientras prepara algo en la cocina. Me siento en una de esas sillas altas tipo bar y la observo mover las caderas.

-¿Qué preparas?- digo lo suficientemente alto para que ella me escuche.

-¡Joder!- da un brinco y suelta el cuchillo que tenía en sus manos. Menos mal y cae a unos metros de sus pies.

Yo suelto una risita burlona.

-¡Creí que estaba sola!- chilla.

-¿Y los demás?- pregunto mientras tomo una banana y la pelo.

-Samuel salió con Sophie a buscar algunas cervezas para pasar la resaca- dice tranquila.

¿Con Sophie? Borro cualquier idea absurda que mis celos injustificados pueden crear. Sophie y él no es que se la lleven muy bien. Si, precisamente por la fama que tiene Samuel. Egocéntrico, mujeriego y violento. Nunca logro ver esa parte cariñosa, amable y su forma de amar. Amarme.

-Vale. ¿Qué haces?- repito.

-Estoy preparando un pescado apanado- recoge el cuchillo y lo lava para seguir con su tarea- con papas fritas.

¡Fish and chips! Amo ese plato.

-¡Gracias al cielo! ¡Te amo!- corro y le doy un beso en su mejillas- ¿En qué puedo ayudar?.

-Tranquila, la nevera estaba casi vacía. Sophie traerá lo demás. Allí podrás ayudar. Puedes hacer las papas o el pescado, como quieras- dice vacilante.

Se ve en su zona de confort. Sé que muy en el fondo ella no quiere que le ayude. O eso quiero hacerme creer ya que me voy a la sala a seguir viendo una serie en Netflix.

No tan perfecto (TP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora