Narra Samuel.
Simplemente no me quiero ir. No quiero volver a tenerla lejos. Sus lágrimas no han dejado de salir a borbotones de sus ojos. Me rompe el alma amarla tanto. Trago fuerte y tomo todo el aire que puedo para no caer a llorar con ella.
- Lamento no ser quien deseabas- susurra dolida.
-Eso no importa, cariño. Si te ganas un premio Nobel de paz o si te ponen tras las rejas por asesina, te seguiré amando. Debes entender eso- tomo su cálido rostro entre mis manos y la obligó a conectar sus ojos con los míos.
-Lo lamento... Lo lamento tanto, Samuel. Pero prometo, que seré la mejor versión de mí, a partir de ahora.
Beso su frente y le pido que se calme. Mi madre observa la escena desde la cocina mientras llora. Irse de casa siempre será de las cosas más difíciles que puedas hacer. Jamás vas a valorar tanto un regaño como cuando son las doce de la noche y todo está en silencio y solo.
-Samuel- mi madre toca mi hombro y me obligo a separarme de mi hermana.
Presiona un poco mi hombro- es hora de que te vayas, tu vuelo sale dentro de poco.
Ni siquiera fuí capaz de ir a disfrutar con los chicos. Decidí quedarme hasta un día antes de la boda en casa. Mamá y Fernanda, viajan mañana.
Me pongo de pie y el llanto de Fernanda se incrementa.
-Samuel, por favor, no te vayas aún. Llévame contigo, te lo suplico- su voz se escucha dolida y rota.
-Fer, mañana nos veremos en Londres- le digo con el corazón temblando.
-¡No! Hablo de España.
-Nena, debes ser fuerte. Porque cosas malas se avecinan y esto es sólo el principio, probablemente. Además no puedes dejar sola a mamá, no es justo- ella me escucha atenta pero niega con la cabeza como si no quisiera aceptar lo que le digo.
-Te quiero- besa mi mejilla.
-Te quiero más, cariño.
Tomo la mano de mi madre y beso sus nudillos- te amo madre. Nos vemos mañana- ella me da un efusivo abrazo y me deja ir.
Cuando me encamino al auto una pequeña lágrima sale a rodar por mi mejilla, ni siquiera soy capaz de retirarla, eso sería como querer negar lo mucho que me duele tener que dejarlas. Aunque mañana nos veremos en la boda, solo será un día. Y no tendremos mucho tiempo para estar juntos, así que ésta es la despedida definitiva.
Cuando llegamos al aeropuerto me siento pesado, con muchas ganas de regresar a casa y nunca irme de allí.
Pero no puedo, no lo haré.(...)
-¡Crees que mi boda es un juego, imbécil!- lo primero que recibo cuando llego a casa de Camila y Matt es un golpe en la cabeza por parte de mi mejor amiga.
-¡Auch!- me quejo- pero ya estoy aquí, relájate.
-Yo de ti, me arrepentiría de decir esa última palabra- dice Matt mientras come zanahoria cruda en el sofá.
Camila toma una gran bocanada de aire y hace de su mano un gran puño. Espero el golpe pero nunca llega.
- Sólo pasa, maldito bastardo- me hace un ademán para que siga adentro.
Voy a subir mi pequeña maleta a la habitación que me asignó Camila, pero un rostro particularmente conocido me hace detener en seco. Seguro acaba de despertar. Debo aclarar que son las ocho de la noche. Ni siquiera me dirigió la mirada. Se veía nerviosa o avergonzada.
-¡Despertó Miss resaca!- canturrea Matt.
¿De fiesta? Dudo que haya ido con Camila. No tiene cara de querer ir a una fiesta días previos a su boda. En mi cama hay un traje extendido en toda la cama. Supongo que lo dejó Camila. Tomo mi celular después de casi tres días y veo los miles de mensajes que hay, la mayoría son de Camila diciéndome cuanta grosería exista en este mundo.
Tengo algunos mensajes en el buzón de voz. Son cinco, tres de Camila y dos de ¿Martina?. Con nerviosismo los reproduzco. Lo primero que se escucha es el sonido de música a todo volumen y muchas personas hablando.
"¿Samuel? ¿Samuel, estás allí? Mierda, se fue a buzón... Samuel, lamento no haber ido nunca a verte a España, lamento no haber sido la novia que esperabas, ¿Samuel? Di algo. Por amor a Dios, habla"
Claramente estaba más ebria que otra cosa. Su voz se escuchaba dolida y decepcionada.
"Samuel... Sabes que a veces pienso que nosotros somos la jodida historia del puto hilo rojo...."
No sé qué hacer ahora que tengo esos mensajes en mi poder. Me dejaron sin aire. Pero una parte de mi me abofetea con la realidad, son sólo efectos de el alcohol. Demasiado alcohol.
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No tan perfecto (TP#2)
Подростковая литератураHan pasado cinco años desde la partida de Samuel y aquel reencuentro que juraron, sería pronto, no ha ocurrido. Y ambos parecen ignorar el hecho de que se extrañan, porque se extrañan ¿No? Pero las cosas están por cambiar, una invitación, una boda y...